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BLAS DE OTERO

BLAS DE OTERO

Unknown

Noventa y ocho años cumpliría hoy el poeta bilbaíno Blas de Otero, si el aire de sus pulmones no le hubiera cerrado las puertas de la vida, tras sesenta y tres años de peregrinaje en busca de una democracia apenas rozada con los dedos de sus manos encallecidas, hartas de luchar contra una dictadura que se antojaba interminable.

La muerte del padre y un hermano puso a Blas rumbo al pesimismo, dejándolo abandonado al desabrigo obsesionante de la muerte que le llevó a los marianos religiosos Luises, impregnando sus primeros versos de mística cristiana mientras intertextualizaba palabras de Juan Ramón y los poetas del 27 en su lírica.

El desconsuelo por la situación familiar y la frustración de posguerra le llevó a un sanatorio antidepresivo, del que salió reforzando una posición escéptica, previa a su poesía interrogativa, haciéndose hombre entre los hombres, recuperando el sosiego interior, abriendo sus puertas a la solidaridad y al compromiso social, antes de autoexiliarse a Francia donde se afilio al partido comunista, crisol de su ideología humanista, intentando cambiar el mundo con los versos de su poemario Pido la paz y la palabra.

La añoranza de la patria le devolvió a España y se perdió en ella por caminos vecinales al encuentro del pueblo, trabajando de obrero, peregrinando por rutas de pobreza, recorriendo caminos a la intemperie y viviendo de oficios alejados de su formación jurídica.

Llegaron los premios literarios, la fama y los viajes a la URSS, China y Cuba en la década de los años sesenta, donde vivió tres años casado con Yolanda Pina en La Habana hasta su divorcio y regreso a España, retomando la amistad y el amor con Sabina de la Cruz hasta su muerte, agradeciendo a esta la serenidad emocional que le permitió reanudar la creación poética, dando todos sus versos por un hombre en paz.

“Escribo en defensa del reino del hombre y su justicia. Pido la paz y la palabra. Si he perdido la vida, el tiempo, todo lo que tiré, como un anillo, al agua, si he perdido la voz en la maleza, me queda la palabra. Si he sufrido la sed, el hambre, todo lo que era mío y resultó ser nada, si he segado las sombras en silencio, me queda la palabra. Si abrí los labios para ver el rostro puro y terrible de mi patria, si abrí los labios hasta desgarrármelos, me queda la palabra”

CONSEJO DE INSEGURIDAD

CONSEJO DE INSEGURIDAD

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Llevan años las Naciones Unidas adormeciéndonos con varios cuentos, pero la narración más hermosa puede contemplarse en el artículo 24 de su Carta, donde se nos cuenta que el Consejo de Seguridad tiene por misión «mantener la paz y la seguridad internacionales». Qué bonito.

Para darle más belleza al texto, el artículo 23 nos dice que tal Consejo estará formado por quince miembros, de los cuales cortarán el bacalao los cinco que forman la Comisión Permanente: China, Francia, URSS, Reino Unido y los Estados Unidos. Rematando en su artículo 25 que “los miembros de las Naciones Unidas convienen en aceptar y cumplir las decisiones del Consejo de Seguridad». Es decir, que la paz del mundo y la seguridad dependen fundamentalmente de esos cinco países, pues los comparsas pesan poco.

Hasta aquí, todo bien, ¿o mal?. Lo que no dice la famosa Carta estatutaria que han redactado unos cuantos para ser cumplida por todos, es que los países que forman dicha Comisión Permanente son los mayores fabricantes y vendedores de armas en el mundo, por si algún lector no se había dado cuenta de ello.

Es decir, la Asamblea General propone, recomienda y aconseja, pero quien decide si bombardear algún territorio, enviar misiles por láser a las ciudades y poner armas en manos de ciudadanos para enviarlos al matadero, está en manos de quienes fabrican bombas, aviones de combate, acorazados, portaaviones, misiles y metralletas.

Dicho de otra manera, la paz y la seguridad internacionales depende de los empresarios estatales que se benefician del macabro e injusto negocio de la guerra. Así, Estados Unidos probó nuevas armas en Irak; Rusia apagó con fuego a los chechenos;  Francia experimentó bombas nucleares en el Pacífico; y China reprimió a los chinos en Tien An Men. Amén.