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LA CARRERA DE DON TANCREDO

LA CARRERA DE DON TANCREDO

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Don Tancredo López se anunciaba como “fascinador ilusionista de toros bravos” en los carteles publicitarios de 1901, famoso personaje de temerario valor que conseguía llenar las plazas de toros plantándose inmóvil ante la cara de un bravo cornúpeta, antes de que los toreros lancearan, banderillearan y estoquearan al cuatreño.

El día que hoy recordamos, esperó nuestro héroe en el callejón a que se despejara el albero y los areneros colocaran en el centro del ruedo, frente a la puerta de toriles, el blanco pedestal correspondiente, al que se subió orgulloso y ceremonialmente el “rey del valor”.

Una vez en lo alto de la tarima, saludó al público que llenaba la plaza, brindándole  la suerte que iba a ejecutar, antes de cubrirse el rostro con una careta blanca y hacer la señal convenida al torilero Albarrán, quien descorrió el cerrojo de chiqueros y abrió el portón de los sustos por donde salió al galope el morlaco “Sacristán” con el número 14 en el costillar, llevado allí cansado de pastar en la finca de Víctor Biecinto, dirigiéndose a don Tancredo con un bufido que silenció los tendidos.

Se acercó el toro jabonero, sucio, corto y apretado de cornamenta al inmóvil temerario, olfateándole con el hocico la cintura, para después girar a su espalda y observarlo atentamente por la espalda, cuando los espectadores comenzaron a aplaudir entusiasmados asustando a la res que envistió al pedestal, obligando a salir corriendo a don Tancredo delante del toro, salvándole de la cornada los peones que arrojaron sus capotes a la cara del animal, permitiendo a la estatua humana saltar la barrera y salir luego al ruedo para recibir la ovación correspondiente, con vuelta al ruedo incluida.

A los tancredos políticos no les ocurre esto porque nadie les aplaude por quedarse inmóviles frente a los problemas, como mérito para salir luego en las fotografías de los carteles electorales.

¿ CULTURA O TORTURA ?

¿ CULTURA O TORTURA ?

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aHoy comienza en Madrid la feria taurina más taurina de todas las fiestas taurinas, que se alargará durante ¡31 días!, hasta el domingo 8 de junio con los “miuras”, dando pie a este antitaurino para desahogarse con los amigos que se acercan a este blog, sabiendo que muchos de ellos son grandes aficionados y  defensores de esta fiesta, que no sé por qué se llama nacional.

En el rancio debate sobre la “fiesta nacional” que los interesados y aficionados califican de cultura, y el resto de ciudadanos como tortura, me uno al segundo grupo tras permanecer durante mis juveniles años en el primero de ellos, comprometido con un festejo que ahora se me antoja degollina.

Torear es el esfuerzo baldío de toreros, con capotes, banderillas, muletas y estoques, por embellecer la matanza pública de un hermoso animal nacido para el sacrificio en plaza pública, ante ciudadanos enardecidos por la lucha desigual que libran sobre el albero, toros y toreros.

Orgía festiva en la que participan dos especies animales con parecido instinto y diferente racionalidad, – para deleite de seres humanos supuestamente racionales -, con quiebros y engaños mortales para la víctima, que es arrastrada, tras la matanza, al desolladero por mansos cuadrúpedos.

Lidiar al toro es prepararlo para la muerte cierta, debilitándolo lentamente con progresivos castigos y burlas disfrazadas de colores, hasta completar el rito ancestral de la carnicería con un estoconazo, entre júbilo colectivo, pasodobles y flamear de pañuelos en los tendidos pidiendo desorejar al toro para entregar los apéndices como trofeo al enlucido matarife.

Es el torero, mitológico supermán de pacotilla, sin cualidades sobrehumanas ni poderes excepcionales, que pone sus testículos sobre los aficionados cuando sale triunfante a hombros de la plaza, simbolizando el éxito ante quienes llevan a cuestas su fracaso anacrónico, desfigurado, sangriento y cruel.

El animal sacrificado es un tótem mitológico que la tribu de ganaderos y toreros exhibe como protección de sus intereses ante los aficionados que alimentan con palmas, “olés” y gritos un espectáculo que se hace basura en los despachos, enjaules y chiqueros, antes de oscurecer con sus trajes de luces la podredumbre de “sobres”, manipulaciones, “afeitados” y drogas a los astados, antes del festejo, como denuncian las plataformas antitaurinas

Más que arte hay “harte”; más que silencio, hartura; y más que cultura, tortura. Espectá-culo donde el toro agoniza paulatinamente en los veinte minutos de lidia, impidiéndome callar entre la indiferente mayoría que se niega a participar en la verbena enrojecida que solo beneficia a una selecta minoría.

¿FIESTA NACIONAL? NO, GRACIAS

¿FIESTA NACIONAL? NO, GRACIAS

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Perdida mi juvenil afición a las corridas de toros, no acepto que se llame fiesta nacional lo que es tristeza abrumadora ribeteada con sacrifico animal público, cual auto de fe medieval que exige pasodoble, sol, clavel, puro y bullicio como un circo romano donde verdugo y víctima han invertido los papeles, pretendiendo hacer cultura de la barbarie, mostrando el listado de intelectuales que han aplaudido el martirio.

Sabiendo el arte generado por esta inmolación nacional, conociendo la música que ha inspirado, habiendo leído muchas páginas literarias sobre ella y viendo el aplauso otorgado por algunos artistas al duelo trágico, público y desigual entre el hombre y la fuerza bruta, sigo sin comprender que se llame fiesta nacional al rito sangriento de sacrificar burlescamente un animal en la plaza, coreado por seres humanos sobrados, espesos y desocupados.

Tras el ceremonial previo de vestido y maquillaje, con ajuste de machos incluido, oración solitaria en la capilla pidiendo ante cien estampas el desamparo del toro en beneficio de la salvación propia y una vez realizado el paseíllo triunfal por la arena del circo, comienza el espectáculo de masas más antiguo de España.

No puedo compartir la celebración de una fiesta pública de tortura animal, que utiliza un trapo coloreado para engañar sin esfuerzo la brutalidad de la bestia; que emplea una puya piramidal para desangrar y doblegar al animal; que clava en su carne arpones hirientes y desgarradores en el cerviguillo del toro; que atraviesa con un largo acero, doblemente aguzado, puntiagudo y curvo, el dolorido cuerpo del morlaco buscando el corazón; y que utiliza un verduguillo para seccionar su médula espinal.

Por mucho traje de luces, pasodobles, ovaciones, silbidos, pañuelos, colores y cascabeles que se pongan a las mulillas, la fiesta nacional es el más triste espectáculo anticultural que contemplarse pueda, por muchos aspavientos que hagan los interesados en que continúen los pesarosos, atribulados, sangrientos y ancestrales festejos taurinos.

DROGAS

DROGAS

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Leo en un rincón del periódico que dos jóvenes han muerto a causa de las drogas, por adulteración y sobredosis, mientras los grandes traficantes del veneno deben estar celebrando en lujosas mansiones los beneficios de tan lucrativo negocio, sin enterarse ni mover una ceja por tan penosas defunciones.

Declararse enemigo de las drogas es una de las condiciones sociales exigidas al vecino, para condecorarle en la solapa civil con el título de buen ciudadano y persona de orden, temerosa de contagiarse con la blanca peste negra vergonzante y destructiva de personas, que ya están destruidas por la sociedad.

Desde Adán y Eva, que vivían felices en el paraíso terrenal, el ser humano no ha dejado de buscar paraísos artificiales para ahuyentar el dolor, acompañar la soledad y evitar el abandono, con remedios caseros rudimentarios o estimulando últimamente la vida con opios relajantes, heroínas liberadoras, cocaínas euforizantes, alcoholes hilarantes, pastillas gozosas, infieles “marías” o humeantes “chocolates”.

Drogas no, mil veces no y otras mil que tampoco. Vale. Pero la actual situación de tráfico y consumo de estas sustancias que envenenan el cuerpo y descuartizan el alma, obliga a pensar que la mejor solución sería que los Estados productores y/o consumidores cogieran el toro por los cuernos y lo doblegaran, como hizo Ursus con el morlaco en presencia de Ligia y todo el pueblo.

Mirando la historia y echando un vistazo al mundo que nos rodea, vemos que la “ley seca” americana multiplicó el crimen organizado durante los catorce años que estuvo vigente, consiguiendo su derogación que desaparecieran las mafias, se redujeran los precios, disminuyera la delincuencia y se moderara el consumo.

En algunos países musulmanes como Arabia Saudita se prohíbe la ingesta de alcohol, castigando severamente con cárcel a quienes incumplen el veto, propinándoles latigazos y sentándolos en el potro árabe. En Kuwait se conforman con la cárcel. Y en Qatar se deporta a los borrachos, mientras el resto del mundo “progresa adecuadamente” publicitando y consumiendo alcohol.

Estas experiencias me autorizan a pensar que legalizando y controlando debidamente el consumo de drogas se arruinaría a los traficantes, disminuiría el consumo, se evitarían abusos, se eliminarían estafas, aminorarían los delitos, menguaría la explotación, desaparecería el mercado negro, se limpiaría el dinero opaco, bajarían los precios, no habría muertes por adulteración, y los jueces, carceleros y policías tendrían más tiempo para dedicarse a otros menesteres.

ESCRIBIR PARA AMIGOS

ESCRIBIR PARA AMIGOS

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Escribir para ser leído por amigos exige humedecer la pluma en tinta del alma y pasar el pliego virtual de la pantalla por rincones inaccesibles del espíritu, para mostrar sentimientos propios sin vestimenta alguna, urdidos por afanes cotidianos que brotan de un corazón desnudo, sin más intención que compartir el vuelo con los amantes de la vida.

Las palabras, sin retoque alguno ni maquillaje, se encadenan gozosas en ocasiones al dictado de experiencias hermosas que embellecen con pinceladas de hermandad la existencia. Pero otras veces brotan doloridas, sudorosas y cansadas, con la hartura de la decepción y el desengaño de la frustración.

Me gusta escribir desde el ruedo, recibiendo el toro de la vida a puerta gayola, sabiendo que puede empitonarme una vez más como tantas veces ha ocurrido, pudiendo enseñar mis cornadas de guerra a quien solicite ver las cicatrices, porque nunca he callado lo que tenía que decir, ni silenciado el pensamiento, aun sabiendo que el morlaco buscaría mi cuerpo en la embestida.

No escribo pensando en el gusto de los lectores para complacer sus preferencias, sino con la esperanza de que los lectores se hermanen con los sentimientos que expresan mis palabras, aceptando que no son compartidos muchos de ellos y que molestarán a otros, por lejos que esté mi intención de abrir heridas en el pensamiento ajeno.

Al escribir no pretendo hallar consuelo a penas que no tengo porque la vida me sonríe, ni busco alivio a inexistentes pesares, ni persigo complacencias ajenas, sino alimentar de esperanza la comunidad que formamos los que todavía creemos en valores que contribuyen a la hermandad y felicidad entre los que el azar de la vida ha unido.

TORO DE LA VEGA

TORO DE LA VEGA

Unknown

Sabed que mientras escribo esta página en la madrugada sevillana, un ser vivo de nombre Vulcano cuyo único delito es haber nacido, espera en un corral a ser llevado al campo abierto tordesillano para ser alanceado brutalmente hasta la muerte, por cientos de cobardes lanceros a caballo, en injusta lucha y desigual torneo.

Salvaje espectáculo de sangre, dolor y muerte, sin otra finalidad que divertir a un pueblo ocioso empeñado en reproducir cada año un rito medieval, propio de tribus con entrañas incultas, cabezas descerebradas, instintos silvestres y almas montaraces.

Baldón de un país que el 18 de enero de 1980 dio espaldarazo legal a semejante crueldad, declarándola de interés turístico, confirmado el 7 de septiembre de 1999 por la Consejería de Presidencia de la Junta de Castilla y León como espectáculo taurino tradicional, lo que no es más que un acto de crueldad y vandalismo salvaje, vergonzante para la irracional especie humana.

Los ciudadanos que se divierten alanceando al toro, degradan a sus vecinos, ultrajan los sentimientos humanos y deshonran la especie a la que pertenecen, porque la obscenidad de su comportamiento hiere de muerte la sensibilidad y quebranta el alma

La sonrojante matanza que hoy nos espera, tiene persistente hedor y amargo sabor a humanidad descarnada e infamante, formada por una multitud exacerbada, enrojecida, vesánica, aturdida y sobrada de crueldad, que presenciará la siniestra ceremonia y coreará el mortífero juego entre cientos de muñecos trágicos y un noble animal, inocente de toda culpa.

ER FÚRBOL

ER FÚRBOL

Ha caído un gran telón sobre la piel de toro, ocultando transitoriamente la tragedia nacional que nos embarga, aliviando con balón de cuero y secreto de margarita la  undécima plaga bíblica que nos mantiene en un profundo estado depresivo a causa de la atenazante crisis económica y anímica que nos embarga.

Por unas horas se han olvidado millones de parados, que están parados. Ha pasado a segundo plano la fractura entre trabajadores y empresarios. Se ha arrinconado en el desván la revuelta social que se avecina. Y las medidas de ajuste que ahogan al vecindario se han ocultado bajo el plasma televisivo.

No sé si todo ello será bueno, pero el mal entendimiento teatralizado en el Parlamento se ha frivolizado entre políticos partidarios de escuadras diferentes. La falta de soluciones eficaces para salir de la crisis se ha sustituido por propuestas tácticas futbolísticas. Las discrepancias se han diluido a gritos en el vaso de cerveza. Y los éxitos o fracasos de los ídolos se han transformado en risas o lágrimas de los paganos que no sacan beneficio alguno del negocio.

No sé si todo esto será bueno, pero a mí me ha rejuvenecido y se lo agradezco a los promotores del despiste. Quiero decir que los eventos futboleros me trasladan a recientes épocas pasadas en que tales maniobras de distracción eran utilizadas torticeramente por los propagandistas del régimen como adormideras del pueblo.