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MAGOS DE LEYENDA

MAGOS DE LEYENDA

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En vista del revuelo que se ha organizado entre los tradicionalistas al ver Reyas Magas por un lado y por el otro a tres sustitutas de los Reyes Magos, conviene saber que estos son cambios normales que siguen la estela de las transformaciones sufridas por los reyes «pata negra» a lo largo de la historia, en función de intereses de diferente tipo.

El hermanamiento de historia y tradición ha forjado la leyenda de los Reyes Magos, puesto que Melchor, Gaspar y Baltasar solo aparecen en el capítulo 2 de san Mateo: “Cuando nació Jesús, en Belén de Judea, bajo el reinado de Herodes, unos magos se presentaron en Jerusalén”, sin fijar el número de ellos.

Hasta el siglo III fueron dos, tres, cuatro, seis, doce o sesenta los reyes, fijando el Padre de la iglesia Oriental, Orígenes, en el primer cuarto de ese siglo que fueran tres los monarcas que visitaron al Niño, algo que remató Tertuliano diciendo que procedías de Oriente, para solventar la mala fama que tenía los reyes persas.

La primera vez que aparecen escritos los nombres de estos mágicos reyes fue en un mosaico bizantino, donde aparecieron las siluetas de los reyes Melchor, Gaspar y Baltasar, luciendo ropas y túnicas persas, porque los artistas desconocían las órdenes del cartaginés Padre de la Iglesia.

Continuó fraguando la mitología de los Reyes Magos, el señor Petrus de Natabilus en el siglo XV, atreviéndose a fijar la edad de los monarcas en 60 años para Melchor, 40 para Gaspar y 20 para Baltasar, que fue blanco hasta el siglo XVI, donde tomó color por necesidades estratégicas de la Iglesia.

Finalmente, los Reyes Magos comenzaron a traer juguetes a los niños y “presentes” a los adultos presentes, a mediados del siglo XIX, siendo hoy una gran fiesta para los jugueteros, joyeros, libreros, mediamarkaros, relojeros, etc. porque la Epifanía del Señor que celebra la Iglesia es otra cosa bien distinta, relacionada con la Calzada de Emaús.

PROCESO EDUCATIVO DEMOCRÁTICO

PROCESO EDUCATIVO DEMOCRÁTICO

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El sociólogo político Wert, – eventualmente ministro de Educación – afirma que “la comunidad educativa no puede ser una comunidad democrática, porque el proceso educativo no es democrático”, es decir, ni la comunidad educativa es democrática ni pueden serlo los procesos educativos, algo que hace retemblar la democracia, tambalear la Constitución y resquebrajar los principios didácticos básicos.

¿Cómo puede decirse que la comunidad educativa no puede ser democrática, si es el fundamento principal de la misma, en una sociedad democrática? ¿Qué base argumental tiene para decir que el proceso educativo es antidemocrático, cuando debe ser todo lo contrario?

Don José Ignacio se contradice al hablar de “comunidad educativa” negando al tiempo que ésta sea democrática, pues forman dicha comunidad un conjunto de ciudadanos vinculados por intereses educativos comunes, en el marco de una sociedad democrática, lo que implica su inevitable democratización.

En cuanto a negar la cualidad democrática de los procesos educativos, parece claro que el señor Wert se quedó estancado en la escuela de los picapiedra, ignorando que la educación es un proceso interactivo que exige participación activa del alumno en el aprendizaje bajo la orientación del profesor, como estimulador de las estructuras mentales del alumno para que éste pueda construir aprendizajes significativos y edificar interiormente una cultura perdurable que le permita posterior crecimiento intelectual.

El sistema educativo establece el marco, los contribuyentes ponemos los centros escolares y recursos humano-materiales con nuestros impuestos, siendo las aulas “unidades básicas de producción educativa”, donde se encuentran cuerpo a cuerpo los dos elementos que harán posible el aprendizaje, con participación colegiada, colaboración mutua, interés compartido y gestión democrática del proceso, porque a martillazo limpio de conceptos elaborados, evaluaciones sancionadoras y reválidas selectivas, no es posible apuntalar aprendizajes duraderos en la mente de los aprendices.

El hecho de que los procesos cognitivos estén influidos por aspectos psicológicos, perceptivos, culturales y sociales, que afectan al aprendizaje, nos obliga a recordar que la mente del alumno no es un saco vacío en el que todo cabe como pensaba la pedagogía tradicional, basada en la clase magistral, expositiva e impositiva.

En los procesos de enseñanza-aprendizaje que tienen lugar en el aula, se producen dos tipos de interacciones humanas que condicionan, sin reservas, las posibilidades de que los alumnos puedan construir significativamente los aprendizajes propuestos en los documentos de planificación curricular: las relaciones profesor-alumno y alumno-alumno, en el marco democrático que debe sustentarlas.

Hoy día,  la concepción de profesor dirigista y autocrático como único agente facilitador de los aprendizajes está desechada en todas las propuestas didácticas, por elementales que sean éstas y son capítulo abandonado en la actual apuesta metodológica.

No se trata de quitarle al profesor protagonismo en la tarea educativa, – algo que le pertenece por derecho propio, experiencia y conocimiento -, sino de abrir puertas al alumno para que éste participe democráticamente en el proceso educativo, realizándose la interacción profesor-alumno sin prejuicios ni reservas y considerando lo que el alumno aporte en la tarea, sin imperativo de que sus ideas sean admitidas necesariamente, pero sin desecharlas a priori, como propone el ministro.

El diálogo civilizado, la exigencia razonada, la tolerancia y la aceptación de opiniones diferentes a las propias, han de sobreponerse al poder omnímodo, la obstinación desmedida, la negativa sistemática y la defensa irracional de las propias posiciones, por acertadas que éstas sean, para evitar que la enseñanza desemboque en una vía muerta que no conduce más que a la esterilidad, el cansancio, la decepción, la frustración y el fracaso.

Imponer autoritariamente al alumno todos los elementos del currículo escolar desde la tarima, puede ser el preludio de inevitable descalabro. En la medida que los sujetos participen en el proceso de enseñanza-aprendizaje, se sientan coautores del modelo, compartan la metodología, participen en la evaluación y se impliquen en los diseños, mayores serán las garantías de que la educación discurra por cauces adecuados y no se desborde anegando todas las expectativas.

EL PLACER DE CONVERSAR

EL PLACER DE CONVERSAR

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La conversación tiene poco que ver con la tertulia, aunque ambas estén vitalizadas por personas a través de la palabra, pues la conversación reporta valores y placeres que la tertulia ignora, llegando la conversación donde la tertulia no logra asomarse ni por el ojo de la cerradura.

El juego social de la tertulia brinda al huero tertuliano la oportunidad de oscurecer con palabras su falta de ideas y le da la posibilidad de engañar, algo que no tiene cabida en la conversación porque en ella domina el sentimiento, la verdad, el afecto y la confidencia, como puntos cardinales que la conforman y limitan.

De no ser así, la perversión toma cuerpo en ella, espantando los valores que la justifican y haciendo de la moral, maldad; de la honestidad, vileza; y vicio de la virtud.

En la conversación no cabe hablar por hablar sin contenido alguno, ni alejar de las palabras el alma o pretender hacer de ella lo que no es. Tampoco permite huir de las horas como proponía Ovidio, ni concede espacio a la erudición, ni abre las puertas a la pedantería, ni autoriza la mentira, ni tolera la soberbia.

La conversación exige a los elegidos para ella, nobles aspiraciones, altura de miras, generosidad sentimental, sinceridad en la palabra, vocación de consenso, derrota de la derrota, condena de la prisa, destierro de la superficialidad y acercamiento de espíritus.

Pocos placeres pueden compararse al que reporta conversar con alguien querido poniendo el alma sobre la mesa, colgando las dudas en el perchero, dando lo que no se tiene, compartiendo lo reservado para uno mismo, hermanando las almas y vertiendo las confidencias como preciado tesoro, para robarle a esta chapucera vida un puñadito de felicidad.

MIRE USTED, NO

MIRE USTED, NO

Un malicioso tertuliano, aprovechando la infinita sabiduría que Dios le ha infundido misteriosamente a través de la sagrada paloma, analizaba en las ondas el vandalismo de algunos jóvenes londinenses poniendo en similar balanza a nuestros “indignados”, sin que hasta ahora tengamos noticias de su ingreso en un centro de reposo.

Mire usted, no. Nada tiene que ver la pacífica acampada de los “indignados” en la orilla soleada del Manzanares, con la delincuencia pura y dura practicada por los descerebrados en la ribera del Támesis. Ni en los motivos, ni en las formas, ni en la violencia, ni en la brutalidad, ni en la sinrazón, ni en la opinión ciudadana, ni en el valor de las reivindicaciones, ni en el ingenio de las pancartas, ni en la organización interna, ni en la seriedad de sus actitudes, ni en el pacifismo de su lucha, ni en la resignación ante los “porrazos”, ni en la limpieza de sus mentes, ni en sus justas reivindicaciones.

Vamos, que no, sabelotodo de la nada. Que una vez más ha dejado usted volar su mente por el infierno, donde debía encontrar alojamiento perpetuo, porque sus memeces y disparates ya no complacen siquiera a quienes comparten la tertulia donde su bilis se expande como plaga bíblica, sin que haya un Moisés en los despachos superiores que le ponga un esparadrapo en la boca.

Mientras los salvajes se saquean hasta las mochilas entre ellos, los “indignados” comparten lo que tienen con el vecino; las pedradas a los policías de los gamberros se convierten en claveles en manos de los “indignados”;  la pistola que llevaba el fallecido en su bolsillo, son en los “indignados” palmas abiertas en son de paz; los incendios provocados por los bárbaros, nada se parecen al fuego que consume en el alma la esperanza de los “indignados”; el saqueo de los delincuentes comunes, contrasta con la generosidad de los “indignados” a quienes el sistema les ha saqueado el futuro; las capuchas y camuflajes de los ladrones ingleses nada tienen que ver con los rostros descubiertos de los “indignados” que defienden honestamente su vida; los violentos han incrementado la venta de bates de baseball en un 5.000 %, y los “indignados” multiplican la solidaridad ciudadana en todo el mundo; mientras los rateros buscan ipads, ipeds, ipids, ipods, ipuds por las tiendas, los “indignados” pasan hambre y sueño luchando por sus derechos sociales.

Mire usted, no.  ¡Basta ya!