Navegando por
Etiqueta: teatro

ESPERPENTO

ESPERPENTO

kk

Grotesco espectáculo están ofreciendo los líderes independentistas catalanes con su estrafalaria actuación, de la que Valle Inclán haría su mejor esperpento, porque nunca la realidad estuvo tan deformada ni acentuados los rasgos burlescos de una penosa situación, protagonizada por un patético personaje de sainete y el reverso de una estadística milagrosa, contraria a toda previsión matemática por encanto del doble 15.

En el escenario del gran teatro político catalán se está representando un excéntrico disparate, difícil de comprender por quienes estamos en el patio de butacas viendo a los protagonistas encadenados al proscenio sin percibir los árboles del decorado en medio del bosque, porque la trepanación política ha fundido sus candilejas mentales.

Nunca el desenlace de una extravagancia escénica estuvo tan confuso, ni tan contradictorios los actores, ni tan desconcertado el guionista, ni tan despistados los apuntadores, ni tan desorientados los espectadores que asisten silenciosos a la representación del esperpento.

Pero sabemos que sea cual fuere la última escena de la grotesca ceremonia de la confusión que está representándose en el escenario catalán, los silbidos, pateos y tomatazos a los protagonistas están garantizados, porque nunca se vio en el teatro político un adefesio de tales dimensiones.

Nunca un Honorable descendió tanto a los infiernos de la dignidad política y personal. Nunca 1515 ciudadanos cambiaron con mayor facilidad de criterio. Nunca se vio maridaje semejante entre la izquierda radical y la burguesía catalana. Y nunca hubo más silencio, temor y resignación de los unionistas que se esconden tras los visillos de sus casas, negándose a expresar el sentimiento mayoritario entre los ocho millones de ciudadanos que viven en una región dominada por el vigor, la convicción y el compromiso de la minoría secesionista.

¿QUÉ FUE DE LOS CANTAUTORES?

¿QUÉ FUE DE LOS CANTAUTORES?

Pastor

Con el título que hoy encabeza el artículo, recitó ayer en la Plaza Mayor salmantina el cantautor Luis Pastor, su alegato a lo sucedido con aquellos cantantes que protestaban guitarra en mano contra el régimen, en cine-clubs, parroquias, asociaciones vecinales y colegios mayores donde acudíamos a escucharlos, sin saber muy bien como terminarían los recitales, porque eran tiempos de sequía libertaria.

Felices coincidencias del azar me han permitido reencontrar a dos de los muchos cantautores que hubo. Ella, retirada del oficio como la mayoría de ellos; y él de la quinta, pero con alma joven que ayer noche me devolvió a juveniles tiempos de inquietante futuro, cuando en esa misma Plaza los “grises” disolvían sin contemplaciones a grupos de más de tres personas.

Hace cuatro días, fue Ana María Drac quien llegó a mi vida una vez más, enviándome un correo electrónico para decirme que se mantenía donde siempre estuvo, después de abandonar las canciones por el teatro y la poesía, devolviéndole yo mi gratitud por los momentos felices que pasamos juntos en aquellos días agridulces de futuro incierto.

Y ayer tarde-noche me dio Luis Pastor otra oportunidad de agradecerle su compromiso en la lucha por la libertades y su permanencia en los escenarios guitarra en mano, para decir en voz alta lo que nadie se atreven hoy a gritar desde los escenarios, como si el tiempo se hubiera detenido en nuestro primer encuentro vallecano.

El recuerdo que tuvo Luis Pastor hacia el cura-obrero Manzano, – hoy feliz abuelo de sus nietos – clérigo que llevó mi alma cantando “con alegría a la casa del Señor”, trajo a mí desrecuerdos olvidados de liturgias abandonadas en el desencanto de una incierta verdad que fue sustento de sueños logrados con cuentos ya dormidos en la almohada adolescente.

NOSTALGIA DEL TEATRO

NOSTALGIA DEL TEATRO

images

En el día mundial del teatro, abrazo fraternalmente a todos los que han compartido mucha «mierda» conmigo en los escenarios, insomnios, afanes, proyectos, ilusiones, interminables horas de ensayos, gozosos trabajos forzados y alentadoras discusiones, alzando mi copa para brindar con todos ellos.

Nunca he considerado que el teatro fuera el lugar donde se representan obras dramáticas, delante de un público que siempre aplaude y rara vez patalea sobre la tarima. Tampoco creo que se trate de un género literario o del arte de representar comedias y poner en escena relatos fingidos desmesurados.

Las entrañas del teatro que yo he vivido, tienen que ver con el empeño ilusionado, la lucha por lo imposible, la amistad incondicional, el rito impredecible, la improvisación necesaria, el orden desorganizado, la generosidad solidaria, el sacrificio hermanado, el milagroso tesón y la creatividad sustentada en la imaginación desnuda que vestía sus galas de esperanza antes del aplauso.

El teatro es magia desvelada, desdoblamiento consciente, ficción real y farsa redentora patrocinada por el deslumbramiento revelador de una realidad contradictoria sobrealimentada con desmedida locura, sonrientes lágrimas, consoladoras agitaciones y alivios pesarosos, provocados por un juego de suplantaciones que retorna siempre al origen de la farsa. Redentor espejo del pueblo donde reflejan su imagen los afanes, quehaceres, vicios y virtudes ciudadanas, patria de los apátridas, religión de los descreídos y sustento de soñadores.

Pero también el teatro es prosaico y vulgar en sus palpitaciones cotidianas y temblores al borde del proscenio. Son bocadillos inacabados. Repeticiones incansables. Lágrimas sobre el tablado. Temores al olvido. Deseos de esconderse en la trampilla. Nervios entre bambalinas. Atrezzo perdido. Morcillas obligadas. Miedo a la caja escénica. Diablas haciendo diabluras. Micrófonos roncos. Candilejas insumisas. Tramoyas desengrasadas. Apuntadores que no apuntan. Desparpajo y timidez; atrevimiento y templanza; desánimo y estímulo.

El teatro es un espacio virtual donde se finge el llanto que hace llorar a los demás; se encubre el dolor para que otros sonrían; se disfrazan las sombras, se ocultan los pesares y se aparentan falsas realidades. En el teatro, un grupo de románticos enajenados embellecen la chapucera vida de los cuerdos sirviendo agua de una jarra vacía, ofreciendo flores inexistentes y simulando historias ficticias con disfraces imaginarios, tras el ojo inquietante tras el telón el día del estreno, cuando la mierda se antoja necesaria, momentos antes que la farsa se haga espectáculo y el cómico pierda su identidad en manos del foro que asiente complacido a la función.

CÁTEDRA DE LA VIDA

CÁTEDRA DE LA VIDA

images

No creáis que toda la sabiduría está en los libros y en las aulas, porque las páginas y la tarima no dan las lecciones de subsistencia que la vida ofrece, exigiéndonos muchas veces un peaje que agota nuestro fondo de esperanza dejando jirones en el alma, porque nos instruye a base de tropiezos, caídas y magulladuras en carne propia.

Quiero, simplemente, decir, que mi mejor maestra ha sido la vida, catedrática sin estudios ni concurso-oposición alguno, donde he aprendido que las ofensas personales perduran en el tiempo, aunque se profieran en momentos de ira.

He aprendido que no se debe volver a la tierra donde se fue feliz, porque nada será igual ni duradero, y efímero será el tiempo dichoso recuperado de la memoria. Que esperar lo mejor en el futuro conduce a desaprovechar los momentos de felicidad que pueda darnos el presente.

He aprendido que los muertos no pueden perdonar las ofensas que les hicimos en vida, tampoco pueden sonreír, ni agradecer favores recibidos. Que la vida es incertidumbre, el presente no existe, es irrecuperable el pasado y el futuro impredecible.

Y he podido comprobar finalmente que la vida va en serio y no puede hacerse un sayón con ella. Que acecha la decepción en cada esquina. Que la felicidad es escurridiza. Que el beso es nuestro mejor amigo. Que no vale de nada abrir caminos porque el tiempo borra las huellas. Que el aplauso y el silbido duermen juntos. Y que el amor puede salvarnos, aunque la muerte sea el único argumento de la vida.

VENERADOS ACTORES

VENERADOS ACTORES

actores hollywood

Declaro mi escaso interés por el cine como laguna cultural de difícil solución, pero confirmo el nulo aprecio que siento hacia los multimillonarios actores cinematográficos que pisan alfombras rojas y tienen excesivos ceros en sus cuentas corrientes, siendo admirados, reverenciados y envidiados por los aficionados al séptimo arte.

He tenido siempre claro que un actor de cine, – o actriz, claro -, no merece el sueldo que recibe ni los honores otorgados por la sociedad, ya que se trata de un fingidor, simulador o suplantador de personalidades que no le pertenecen, siendo mayor el respeto adquirido cuanto mejor finge ser lo que no es.

Con una sonrisa en los labios vi por televisión la incredulidad de un joven ante los temores de Sylvester Stallone a sufrir agresiones físicas en un festival cinematográfico,  porque el chico no comprendía que el heroico Rambo que había derrotado un ejército con su puñal, temblara ante las amenazas de un tarado, cuyas piernas eran de menor tamaño que el brazo del suplantador.

Ciertos reverenciados actores y actrices, al apagarse los focos y quitarse el disfraz, han resultado ser personas no deseables en la sociedad, con pedigrí de pedófilos, meretrices,  drogadictos, alcohólicos y delincuentes comunes, acreditando gran parte de ellos una cultura rudimentaria de supervivencia, pero todos son aplaudidos y bien pagados por su capacidad para fingir ante las cámaras actitudes virtuales alejadas de su vida real.