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Etiqueta: solidario

FRATERNIDAD REDENTORA

FRATERNIDAD REDENTORA

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Como un oasis en el áspero desierto de la insolidaridad que campea por el mundo, hemos clavado la tienda durante unas horas viejos amigos colegiales en odres de renovada amistad, formando una interminable cadena de manos fraternales, reforzada con eslabones de generosidad desconocida.

Respiradero feliz de la nostalgia que oxigena con aliento solidario vivencias de almas gemelas, conservadas en vientos añorados y ajenas a vulgares intereses, porque los gestos sinceros y las palabras hermanadoras unen promesas de esperanza que nutren burbujas de solidaridad imposibles de pinchar con el paso de la vida.

Regreso del “Infanta” redimido de dolor por abrazos sanadores recibidos de quienes en tiempos lejanos compartieron conmigo castigo, soledad, lágrimas y orfandad, que sucumbieron al compañerismo, la ayuda mutua, el abucheo a las sanciones, los “queos” preventivos, la suplantación de los ausentes en las interminables “listas” y las noches de insomnio en la primera “familia” para rescatar a los rezagados cada domingo.

Fraternidad redentora de temores, dolores, sinsabores y sudores. Nostalgia hecha realidad, detenida en el tiempo sin merma de verdad. Receta emocional para la resurrección que ingerimos a dosis anuales haciendo posible el milagro de una hermandad duradera.

Gracias por su amistad a Ramón, Domingo, Rafael, Carlos, Adolfo, Benitín, Juan Carlos, Fernando, José Vicente, Pocholo, Julio José, Serafín, Vitoriano, Ricardo, Miguel Ángel y Emiliano. Gracias a todos los Pepe-s, Felipe-s, Santiago-s, Manolo-s  Luis-es y Ángel-es. Gracias a los “nuevos”: José Antonio, Lola, José Manuel y Francisco Manuel. Gracias a Ángel Vicente por hacer hace posible el encuentro cada año. Y gracias a la “juncarejensa” Auxi, por ese libro dedicado que comenzaré a leer en cuanto rubrique esta página, con aura de felicidad.

FACEBOOK

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Mi simpatía por la empresa de Zuckerberg me llevó un día a poner mi cara en su libro, y desde entonces han sido mayores los beneficios recibidos que los pequeños sinsabores llegados de aviesas plumas que se colaron de rondón en mi página, aprovechando la ingenuidad inicial de este asociado.

Verter opiniones, sentimientos, críticas, saludos, aficiones y proyectos para ser compartidos por los “amigos” que acceden a la intimidad de la página de cada cual, es abrir puertas a la esperanza para lograr entre todos un mundo mejor, más unido, fraternal y solidario.

Pero confundir la censura con el insulto, la amistad con el amiguismo,  el interés por la vida ajena con el espionaje, la crítica constructiva con la ofensa personal, la opinión con la mentira y la autorización del propietario de la página a visitarla con la exigencia a introducirse en ella, son caminos directos al destierro de los entrometidos, descarados y curiosos.

Por eso no estoy dispuesto a ofrecer mi página en Facebook a desahogos ofensivos de frustrados visitantes, ironías de estercolero, hirientes críticas, injustificados ultrajes, arbitrarias ofensas, detestables mofas, violentos dicterios, falsas injurias y maledicentes denuestos a diestro y siniestro.

Por eso me reservo el derecho de admisión y no admito que visiten esta página virtual los voceros de la catástrofe o amigos de la sinrazón, ni quienes van por la vida con orejeras políticas o religiosas, que hacen de la intolerancia, doctrina.

RECUERDO SOLIDARIO

RECUERDO SOLIDARIO

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Mientras el rey pronunciaba el discurso navideño olvidándose de los inmigrantes, una patera con veinte de ellos llegaba a la costa almeriense mostrando la angustia en sus cuerpos, lágrimas en la mirada, bocas resecas y profunda soledad en el alma, huyendo de la muerte, dispuestos a sudar por la patria que el monarca ensalzaba en su predicación.

A tantos como han llegado desde lejanas tierras en busca del pan que no pudieron amasar en sus países de origen, quiero abrazar en vísperas de los santos inocentes, grupo castigado del que forman parte, sin haber cometido pecado alguno. Seres condenados por fatal infortunio de la cuna, que hace reyes a unos y a otros esclavos de la miseria, sin merecer unos ni otros la suerte o desgracia que les ha tocado en el reparto divino.

Nadie se juega la vida en una patera para hacer turismo. Nadie cruza el Atlántico en la bodega en un crucero si no es para sobrevivir. Nadie altera sus costumbres y cultura si la hambruna no llama a la puerta. Nadie abandona su familia para refugiarse en la soledad de una habitación decorada con fotos de los que ama.

A estas solitarias personas, desarraigadas del paisaje que les vio nacer, trabajadores obligados a demostrar cada día su competencia, hoy envío mi recuerdo. A estos seres humanos sin protección que les asista, contratados para realizar esfuerzos que sólo a ellos se les pide, acompaña mi solidaridad.

A quienes realizan detestables tareas rechazadas en muchos casos por quienes piden diariamente su expulsión.

A los que se hacinan en Centros de Internamiento de Extranjeros, “guantánamos” sin las más elementales condiciones de habitabilidad.

A quienes sienten en sus carnes el injusto arañazo del racismo y el mordisco de la xenofobia por cometer el delito de querer liberarse del hambre y la miseria.

A quienes sufren desprecio y culpas por actos vandálicos, hurtos y extorsiones realizados por otros extranjeros que no merecen un espacio entre nosotros.

A todos ellos envía un abrazo solidario quien gozó en tierra extraña de privilegios inalcanzables para ellos, sin poderse desprender de nostalgias infantiles cuando pasó las fiestas navideñas recogido en su isla familiar, lejos de su patria, su gente, su cultura y sus tradiciones.