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ASIMETRÍAS SOCIALES

ASIMETRÍAS SOCIALES

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La desigualdad es un problema social histórico, generado por las diferentes posibilidades de acceso que tienen las personas a los recursos materiales, económicos, sociales, sanitarios y culturales, por razones de diversa índole, que concluye en un trato desigual y discriminatorio, con notables ventajas para los favorecidos y graves perjuicios para los desafortunados.

Tal situación lleva a la explotación de los oprimidos por parte de una selecta minoría de opresores que concluye con la exclusión social de los primeros y la hegemonía de los segundos, fraccionándose la sociedad en dos grupos antagónicos de diferente composición y militancia, con desiguales oportunidades en la justicia, educación, trabajo, sanidad y bienestar.

La antropología revela que las sociedades paleolíticas eran igualitarias, salvo en tareas diferenciadoras por razones de sexo y edad, no existiendo más disimilitudes adicionales hasta que las especializaciones del neolítico provocaron las primeras asimetrías sociales en el acceso a los bienes naturales, algo que se complicó en las sociedades preestatales, donde se reforzaron y consolidaron las desigualdades sociales entre los seres humanos.

La discriminación derivada de la creciente desigualdad, conduce a obstáculos de la clase dirigente a los dirigidos, para que estos no puedan acceder al privilegiado lugar que ocupan los directores, ni gozar de los mismos beneficios y favores acumulados por la minoría poderosa que tiene reservado el derecho de admisión.

Será difícil desterrar algunas desigualdades, porque la herencia biológica condiciona las alternativas y el cariotipo de cada cual decreta ocasionalmente el futuro. Pero la igualdad ante la ley y la igualdad de oportunidades son irrenunciables para las personas, sea cual fuere su condición, estado, sexo, raza, profesión, edad o capacidad económica, porque todos los hombres hemos sido creados iguales, como proclamaba la Declaración de Independencia de los Estados Unidos del norte.

ELECTROCUTACIÓN SOCIAL

ELECTROCUTACIÓN SOCIAL

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Con estupor, indignación y electrofobia recibimos ayer noche los escupitajos insolidarios lanzados por el presidente de la patronal eléctrica desde la pantalla televisiva contra todos los ciudadanos, pero muy especialmente contra sus congéneres más pobres, débiles y desamparados. Salivazos proyectados con una frialdad especulativa propia del más feroz e inmisericorde capitalismo.

Elogió de forma complaciente y sin escrúpulos los seis mil millones de beneficios obtenidos por las empresas eléctricas el último año, al tiempo que defendía con uñas y dientes la negativa empresarial a pagar el descuento en la factura del “bono social” para el 15 % de las familias en situación de pobreza energética, que afecta principalmente a niños, ancianos y enfermos crónicos.

Sabiendo que los beneficios de las compañías eléctricas alcanzaron el pasado año la obscena cifra ya citada, el señor Montes puso la sangre boca arriba a los espectadores al comparar la venta de coches con el negocio energético, aparentado desconocer que la compra de un vehículo no es comparable a la adquisición de un producto comercial básico para la subsistencia, pues sin electricidad no hay vida ni posibilidad de subsistencia.

La electrocutación social masiva de ciudadanos sin recursos económicos y su clara intención de llevar ante la justicia a los reenganchadores que agonizan socialmente, recuerda la fumigación y exterminio de judíos en los campos de concentración, con el agravante de ser propuesta la condena a muerte por hipócritas representantes populares que accedieron al poder con las papeletas electorales de los condenados a la silla eléctrica empresarial.

Acabó el jefe de Unesa sorprendiendo con su ignorancia sobre los impuestos que pagan las empresas eléctricas y el dinero que tienen en paraísos fiscales, pero defendió que el 62 % de la factura eléctrica se debe a “políticas ajenas”, sin darse cuenta que dichas políticas tal vez hayan sido diseñadas por los actuales consejeros de las empresas beneficiarias.

No olvidemos que Aznar, Martín Villa, Miguel Roca Elena Salgado y Pedro Solbes, aconsejan las políticas comerciales de Endesa. Miguel Boyer cobra de Red Eléctrica. Croissier y Jon Imaz están en la nómina de Repsol. Acebes en Iberdrola. Marcelino Oreja en Enagas. Y Felipe González ha anunciado su salida de Gas Natural tras muchos años sirviendo a sus intereses.

SERVIDUMBRES DE LA SOCIALIZACIÓN

SERVIDUMBRES DE LA SOCIALIZACIÓN

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Confieso haber hecho algunos brindis al sol en mi vida, proclamando la virtual aspiración a ser ermitaño posmoderno en el berciano Valle del Silencio, hospedero en cueva prehistórica lejos de las luces artificiales o personaje anónimo perdido en casa rural de olvidado pueblo deshabitado.

Pero nada de esto ha pasado, en años veinticuatro, de las musas al teatro, porque la tozuda realidad de los hechos me ha impedido cumplir el sueño de una existencia libre de ataduras, independiente del exterior, aislada del entorno y socialmente confinada, vivida en terrenales paraísos, alejados de servidumbres comunes.

Los excesivos elogios recibidos por la vida en sociedad, unido al exagerado relato de sus ventajas y continuas alabanzas a los favores que reporta hacinarnos para sobrellevar la existencia, nos obligan a recordar que no todo el monte el orégano, ni grano toda el trigal, porque la sociedad que nació para servirnos, ahora nos exige servirla sin condiciones, tiranizándonos.

Vivir en comunidad nos obliga a pagar gravámenes esclavizantes en beneficio del bien común. Requiere dependencias mutuas inevitables, forzadas relaciones estériles, continuas servidumbres alienantes, frecuentes conflictos indeseables, perturbadores vecinos y clara reducción de libertades personales, para hacer posible la convivencia social con seres de la misma especie.

La vida socializada demanda calzar las libertades con rígidos corsés privativos, traducidos en normas coactivas sostenedoras de valores colectivos. La agrupación convivencial obliga a seguir direcciones obligatorias, prohibiendo el paso a caminos emancipados. La asociación grupal donde vivimos, está conformada por fraudes vitales, exclusiones ideológicas, mandatos inoportunos, restricciones innecesarias, competencias voraces y represiones legales.

VENERACIÓN AL DELINCUENTE

VENERACIÓN AL DELINCUENTE

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Sucede en el país un fenómeno inexplicable para sociólogos, psiquiatras, antropólogos, filósofos y psicólogos, que consiste en aplaudir, adular y venerar a delincuentes convictos, confesos y condenados, que roban el dinero y estafan a los propios palmeros que les hacen pasillo en la Audiencia.

Confunde oír los vítores a un famoso jugador a la puerta del juzgado cuando va a recibir la sentencia condenatoria por defraudar impuestos que pagan religiosamente quienes corean entusiasmados su nombre, mientras él saluda complacido y sonriente a la concurrencia que le aplaude.

Asombra ver a ciudadanos imputados es casos de corrupción en las listas electorales, ofreciéndose a representar al pueblo en las instituciones públicas; pero más altera el ánimo que los ciudadanos estafados pongan los nombres de los tramposos en las papeletas electorales.

Desconcierta ver a un abogado sevillano arropado y aplaudido por andaluces de su tierra, después haber robado a los aplauseros varios millones de euros con facturas falsas, presentándose ante ellos con cara de inocente pajarraco recién caído del nido y lágrimas de cocodrilo.

Perturba ver al “amiguito del alma” ocupando escaño parlamentario junto al cómplice del “conseguidor”, abrazándose ambos al estafador condenado que enseñaba al nieto su aeropuerto millonario de juguete, pagado con dinero esquilmado a los vitoreadores.

Aturde ver en la televisión pontificando, criticando, aconsejando y predicando al pueblo virtudes, quien se ha mofado de jueces, consejeros, accionistas, impositores y clientes, antes de ser condenado y encarcelado por meter la mano en la caja de los ahorradores.

Trastorna la mente y desazona el espíritu vivir en un mundo al revés, donde ocupan los altares y hornacinas sociales algunos delincuentes venerados por un pueblo, de los que me declaro iconoclasta y ateo social, pidiendo ser condenado a la eterna caldera del desprecio.

BIPARTIDISMO SOCIAL

BIPARTIDISMO SOCIAL

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El eterno debate sobre el bipartidismo político, ha tomado en los últimos meses un especial protagonismo, con división de opiniones entre los beneficiados con el reparto alternativo de poder PP-PSOE, y los decepcionados por tantos efectos negativos como ha generado esa alternancia en la Moncloa.

Pero hay otro bipartidismo de índole social, más injusto, abusivo, insolidario y degradante que el político, donde se obliga a militar en uno de estos partidos a millones de ciudadanos que no han solicitado su ingreso en el mismo, ni desean permanecer en él, pero que han sido engrilletados a su pata por quienes militan en el otro partido.

Me estoy refiriendo a esos dos grandes partidos sociales: el de los ricos y el de los pobres. El primero, tiene pocos militantes pero elevadas cuentas corrientes y mucho poder, para contrarrestar los millones de afiliados al segundo, con  escasa influencia y mucha miseria, generada por políticos del colorín nacional, sindicalistas horizontales, empresarios de sí mismos, profesionales de la usura, defraudadores millonarios y estafadores de guante blanco que han metido mano en la hucha común.

No tengo vocación de redentor porque temo acabar crucificado, pero sabed que para liberar a la pobreza de los grilletes que atenazan la miseria a la vida de los desfavorecidos, es necesario unir todas las manos para formar una cadena que ahogue en la revolución toda la podredumbre que inunda Instituciones públicas, consejos de administración, partidos políticos, entidades financieras y chiringuitos varios, con hedor a mezquindad, degeneración, cicatería, sordidez y corrupción.

CALDERA SOCIAL

CALDERA SOCIAL

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Vivimos tiempos convulsos gobernados por mentiras institucionales, corruptelas impunes, palabras desorbitadas, insultos injustificados, desmedidos agravios y gestos histriónicos, donde los poderosos amordazan las voces críticas, criminalizan a los desahuciados, desprecian a los «preferentistas», detienen a los manifestantes, presionan a los jueces, descalifican a los médicos, condenan a los inmigrantes, abandonan a los enfermos dependientes, subestiman la justicia y postergan a los profesores.

Los amos del país rechazan las reivindicaciones del pueblo y no aceptan que los ciudadanos tengamos derecho a reclamar la devolución de todos los beneficios laborales, sanitarios, judiciales y educativos, conquistados tras largos y cruentos años de lucha, en los que pusimos mucha sangre, excesivo sudor y sobradas lágrimas.

Que nadie pretenda engañarnos con sofismas de tres al cuatro y falacias arrabaleras, porque en este país quienes han vivido por encima de sus posibilidades no han sido los ciudadanos de a pie, sino los estafadores del ladrillo, los explotadores empresariales, los especuladores financieros sin escrúpulos y los políticos cómplices de la ruina, que mantienen intactos sus privilegios.

La voz de un cura católico ha clamado en el desierto de una parroquia marginal, pidiendo la excomunión para todos ellos, mientras los prelados se ajustan las hebillas de los zapatos y levanta amenazante el báculo para dejarlo caer contra la grey católica que pretenda salirse del rebaño, mientras las mitras toman chocolate con churros en casa de los esquilmadores y mantiene en sus arcas la mayor riqueza imaginable.

Las caldera de Pedro Botero donde envían los capelos a los pecadores, se ha transformado en una caldera social, cuya explosión amenaza con ser superior a la de otras revoluciones populares, donde al pueblo no se le dio más alternativa que la lucha armada con hoces y horcas para defender la supervivencia que le habían robado los poderes políticos, aristocráticos y religiosos de la época.

INFIERNO SOCIAL

INFIERNO SOCIAL

Evasión

Infierno social es el penoso averno donde son enviados los contribuyentes honrados por insolidarios defraudadores que guardan su dinero en paraísos fiscales, protegidos por gobiernos, amparados por banqueros y defendidos por siervos que recogen del suelo las migajas que les arrojan los estafadores.

Dinero negro y sucio que duerme en cajas de seguridad, ocultados por ladrones, corruptos, y traficantes de drogas, armas y personas, para no cotizar impuestos ni aclarar su procedencia, mientras se pasean en limusina por carreteras que pagamos los demás, son atendidos en hospitales que sufragamos entre todos y disfrutan de servicios comunes que no se merecen.

Se calcula en torno a los ¡30 billones de dólares! los billetes del mundo que duermen el sueño de los injustos en Bermudas, Caimán, Antigua, Canal, Mónaco, Gibraltar, Vírgenes, Lichtenstein, Hong Kong o Singapur, intocables para mandamases que esquilman modestas arcas familiares, cuando bastaría con eliminar esos paraísos de corrupción para coagular la crisis, que muchos de los defraudadores han provocado.

Todo hace pensar que 90.000 personas en todo el mundo, representantes del 0,001 % de la población mundial son propietarias de la mayor parte del capital defraudado, demostrando ser más poderosas que los tres poderes de cada Estado juntos, obligándonos a pensar que ciertos miembros del poder Ejecutivo, del Legislativos o del Judicial consienten la situación porque forman parte de la trama o se benefician de ella.

España no está al margen de la situación, como demuestra el hecho de que el 80 % de las empresas del IBEX tengan filiales en esas cuevas de Alí Babá, provocando que el fraude en nuestro país supere los ¡250.000 millones de euros! que representa un fraude al fisco, – es decir a los ciudadanos, porque “Hacienda somos todos” -, de 75.000 millones de euros, cantidad que permitiría evitar los recortes y mantener el estado del bienestar.