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JUECES GARANTES DE FUTURO

JUECES GARANTES DE FUTURO

El magistrado de la Audiencia Provincial de Barcelona, Santiago Vidal,  declara que sólo el 10% de los togados y acusadores públicos pertenecen a las asociaciones Jueces para la Democracia y Unión Progresista de Fiscales, formando parte la gran mayoría de ellos del grupo conservador de la judicatura y la fiscalía, haciendo pensar a muchos que la ideología de magistrados y fiscales condiciona acusaciones y sentencias.

Si a esto añadimos que una tercera parte de los jueces pertenece al Opus Dei, las dudas se confirman cuando uno de estos magistrados tiene que juzgar cuestiones relacionadas con la homosexualidad, el aborto o el divorcio, por citar tres ejemplos entre los muchos que afectan a creencias religiosas o ideología política de los enjuiciadores.

Tal vez, esta circunstancia explique algunas sentencias que sorprenden a todos, incomprensibles prescripciones de delitos y apelaciones eternas sin resolver, que provocan el descontento popular con este colectivo, como refleja el Centro de Investigaciones Sociológicas al declarar que los jueces forman el colectivo peor valorado por la opinión pública, después de los políticos.

El magistrado Vidal reconoce que tal demérito se lo han ganado los jueces a pulso por méritos propios, pidiendo a sus colegas un ejercicio de autocrítica, porque bajo el axioma de la imparcialidad han confundido independencia con autismo, viviendo en una burbuja sin contacto con la ciudadanía para evitar contaminaciones.

Todos los ciudadanos suscribimos las propuestas de don Santiago, sin discusión ni reserva alguna: 1ª: Que los jueces bajen del limbo en el que viven; 2ª: Prohibir a los bancos con déficit repartir dividendos entre sus accionistas; 3ª: Boicotear a las entidades que practiquen desahucios sin comprobar el contrato del hipotecado; 4ª: Regularizar la eutanasia; y 5ª. Exigir a la UE la unificación de sus sistema fiscal, bancario y financiero.

Si todos los jueces pensaran de esta manera; si actuaran contra la corrupción como esperan los ciudadanos que actúen; si se despojaran de ideologías políticas; si aparcaran  creencias religiosas; si la autocrítica formara parte de su doctrina; si su independencia no estuviera contaminada; y si pincharan la burbuja en que viven, incardinándose con el pueblo, tendríamos garantizado el futuro.