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Etiqueta: Sahara

HÁBITAT CORRUPTOR

HÁBITAT CORRUPTOR

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De la misma forma que no es posible la existencia de osos polares en zonas ecuatoriales, porque el hábitat natural para la supervivencia de estos mamíferos exige bajas temperaturas propias de zonas heladas del hemisferio norte, no sería posible la corrupción que nos invade si el medio social en que se desarrolla no permitiera su existencia.

Es decir, en contra de la culpabilidad que muchos atribuyen de la corrupción a corruptores que corrompen y a corruptos que se dejan corromper, ni unos ni otros hubieran proliferado como hongos en otoño si el ambiente social no les hubiera facilitado el crecimiento, como hacen las arenosas dunas del Sahara impidiendo que broten setas en ellas.

Tampoco es cierto que la corrupción forme parte de la condición humana, como el error y los demás atributos que definen a los seres racionales, pero tan nefasta cualidad estaría reprimida y controlada si el clima social impidiera su crecimiento, rociando con spray moral hasta el último rincón, como hacemos en los hogares para exterminar insectos y roedores.

Resolveremos el problema cuando en la sociedad domine una cultura de honestidad, compromiso moral, ética social, solidaridad compartida y generosidad fecunda, lo cual no es previsible que suceda mientras tengamos grotescas princesas del pueblo, basura en los televisores, especuladores sin escrúpulos, leyes con rendijas, usureros de guante blanco, politiqueros en los escaños, periodistas manipuladores y ciudadanos aplaudiendo a los defraudadores a la puerta de los juzgados.

No obstante, podemos ir cerrando algunas vías de agua putrefacta, saneando el espacio social público con fuerzas y cuerpos de seguridad que pasen la bayeta por todos los rincones, sellen las grietas y pongan ratoneras para que nadie escape de las togas judiciales, para que estas  sacudan el polvo social con todos los ácaros que lleva dentro en una isla desierta donde se extingan corruptos y corruptores.

PESADILLA SUBSAHARIANA

PESADILLA SUBSAHARIANA

LLEGADA CAYUCO A TENERIFE

Soñaban al sur del Sahara con tierras de promisión que alejaran sus estómagos de la hambruna, y con esa intención comenzaron a rodar miseria arriba hacia el imposible milagro, hacinados en trenes, carretas y autobuses, con el alma seca por soles desérticos y a la intemperie, bajo el siniestro vuelo de las aves carroñeras que acechaban, en espera de nutrirse con los muertos abandonados en el camino.

Desnutridos, agotados y somnolientos, cruzaron desiertos, vadearon ríos, se cobijaron en cuevas y comieron reptiles con hierbas de guarnición, hasta llegar a la frontera de la opulencia donde fueron desgarrados sus cuerpos en concertinas desafinadas y arrinconados como apestados en habitaciones con ventanas enrejadas donde el sueño redentor de la indigencia se convirtió en negra pesadilla de luto mortecino.

Su delito: nacer en el sur. Su ambición: sobrevivir. Su pecado: la ingenuidad. Su error: confiar en otros hombres. Su esperanza: comer algo cada día. Su destino: la pobreza. Su realidad: el fracaso en la redención de la injusta condenación a la hambruna, en un mundo con alimento sobrado para todos.

Con el alma astillada por la frustración tras el desmedido esfuerzo, son obligados a regresar frustrados a la choza de la que partieron junto a la desahuciada familia, certificando los verdugos la entrega de los descarriados, mientras en los foros del norte siguen los especuladores sin alma, discutiendo sobre la calidad del chocolate.

CUMPLEAÑOS DE LA «RUBIA»

CUMPLEAÑOS DE LA «RUBIA»

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La «rubia» que enamoró a los españoles durante siglo y medio, estuvo pasando de mano en mano y de bolsillo en bolsillo desde 19 de octubre de 1868 hasta el primero de enero de 2002, cuando dejó su sitio en los monederos a una joven moza con nombre de varón.

Definida como “pieza que vale dos reales de plata de moneda provincial”, antes de ser peseta oficial, hizo “peseteros” a los isabelinos que lucharon contra los carlistas, porque Isabel II pagó con ella a quienes lucharon por ganarle el pulso al aspirante real Carlos María, aunque en la moderna historia de España otros despreciables “peseteros” hayan arruinado el país a base de estafas, abusos, robos y despilfarros impunes.

Fue el hacendoso ministro de la peseta Laureano Figuerola, quien decretó la defunción del escudo certificando el nacimiento de la peseta, un día como hoy de hace 145 años, aprovechando la implantación del Sistema Métrico Decimal y la seducción que produjo en el pueblo la joven rubia que enamoró a todos con sus encantos y la gracia de Dios.

Hoy la pobre dama anda desaparecida y confinada en el Sahara Occidental, donde el rasd todavía se mantiene como peseta saharaui. La peseta murió, pero hoy la recordamos con un ¡viva la peseta!, los nostálgicos de la rubia que tantos años compartió nuestra vida.

REPARTO AFRICANO

REPARTO AFRICANO

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Hasta 1877 no se disfrazó el imperialismo europeo con falsos ropajes de camuflaje para ocultar la dominación económica, el abuso político, la influencia militar y la explotación humana, pero llegada la hora del reparto se produjo la “disputa por África” que puso un importante grano de arena en el inicio de la primera gran guerra.

El imperialismo que se impuso entre 1880 y 1914, al comenzar la Primera Guerra Mundial, llevó a los países europeos a repartirse el continente africano,  con franceses, ingleses y alemanes la cabeza, secundados por los vecinos italianos, portugueses, belgas y españoles.

Usurpación que se hizo sin contar con los propietarios de las fincas ni pedirles permiso, regalándose los distribuidores a sí mismos decenas de países, como lotes de una tómbola, pero sin gastar un duro en papeletas y manipulando en las mesas de negociación el sorteo de aquellos lotes de dominio.

Las naciones europeas se repartieron 23 millones de km², incluidos los ciudadanos nativos que habitaban en ellos, con ventaja para cinco naciones, pues el Reino Unido tomó el 30% de la población bajo su control, entre los que estaban 15 millones de nigerianos. Francia se llevó el pellizco mayor de territorio, pero gran parte del mismo era desértico. Y España se conformó con el regalo del Sahara Occidental, Rif, Cabo Juby, Sidi-Ifni y Guinea con Rio Muni y Fernando Poo.

Las compañías explotadoras se transformaron en Sociedades para el Desarrollo del Comercio y la Civilización; los explotadores en Promotores del Mundo Subdesarrollado; y las empresas especuladoras en Entidades Filantrópicas; declarando solemnemente los nuevos propietarios del territorio que su intención era aumentar el bienestar moral y material de las poblaciones indígenas.

Pero nadie habló de minas, café, oro, diamantes, cacao, fosfatos, petróleo, estaño, marfil, caucho, arte, madera, fibras textiles y toda la riqueza de un continente con recursos suficientes para no estar hoy en el tercer mundo si el todopoderoso primer mundo se lo hubiera permitido.