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EN DESACUERDO CON EL DESACUERDO PORQUE ES FÁCIL EL ACUERDO

EN DESACUERDO CON EL DESACUERDO PORQUE ES FÁCIL EL ACUERDO

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No levantar la vista del ombligo, mirarse obsesivamente al espejo, caminar con orejeras, llevar tapones sociales en los oídos políticos, jugar con la buena voluntad ciudadana y arriesgar en el envite partidista la ilusión de un pueblo que espera anhelante la regeneración que amenaza con no llegar, es una responsabilidad que no perdonará la historia.

La corrupción institucional ha sido la mayor lacra sufrida por el país a lo largo de su historia y la verdadera causa del deterioro político, la quiebra social, el empobrecimiento familiar y todos los males que han emulado el paso de los cuatro jinetes del Apocalipsis, mereciendo su erradicación el acuerdo fundamental en estos momentos.

La corrupción ha desvalijado las cajas provocando un rescate que hubiera salvado el Estado del bienestar, nutriendo las arcas de los ladrones. La corrupción ha puesto en solfa la independencia judicial y desmoralizado al país. La corrupción ha contaminado la educación social y causado un daño irreparable a las familias empobrecidas. La corrupción ha multiplicado el paro impidiendo el desarrollo empresarial. La corrupción ha promovido el despilfarro, los caprichos y el abuso de poder. La corrupción ha mancillado la imagen de los políticos, de la política y de las Instituciones públicas.

Siendo esto así, ¿no bastaría en este momento con el acuerdo de erradicar la corrupción para unir los esfuerzos en tal sentido y posponer las líneas rojas para mejor momento? ¿No valdría la pena comenzar por independizar la justicia, legislar para recuperar todo lo robado, dignificar la vida política y suprimir cementerios de elefantes? ¿No sería mejor invertir en comprar una isla desierta donde llevar Púnicas, Gúrteles, EREs, Pujoles, macrorredadas valencianas, pokémones, etc?

Si los sabios ilustrados tenían como fin la crítica del orden vigente y su transformación en un sistema adecuado a la naturaleza humana para alcanzar la felicidad, los actuales padres putativos nos abandonan en indignante orfandad, compitiendo entre ellos por ver quien estira más el cuello, sin percibir que la frustración popular puede cortar sus cabezas con guadañas afiladas por la decepción.

GALA DIXIT

GALA DIXIT

Desde muy joven he alimentado mi espíritu con palabras de intelectuales que viven la cuarta edad de su vida, convencido que puedo aprender magistrales lecciones de ellos por su larga y enriquecedora experiencia vital. Hombres  que tienen mucho que ofrecer, poco que temer y nada que ambicionar.

Son voces que apenas tienen voz para los sordos de espíritu. Voces sobradas de valor y sabiduría, que tienen el mérito de la verdad porque en la antesala del gran viaje nadie juega a las escaramuzas, ni aspira a beneficios sociales, ni tira de levitas, ni persigue honores, ni mercadea con platos de lentejas en la sala de espera de la estación término.

Atender esas palabras es la forma más certera de recorrer la vida por la senda escondida que han seguido los pocos sabios que en el mundo han sido. No conozco mejor camino para descubrir la verdad, ni hay sabiduría mayor a la expresada por los ciudadanos honrados que han abierto paso a la generación que tomará su relevo.

Por eso me deleita oír a José Luis Sampedro; disfruto con los pensamientos de Eduardo Galeano; atiendo las exhortaciones de Roncalli; comparto los sueños de Gandhi ; medito las propuestas de Hélder Cámara; reivindico el Consejo de Ancianos; y apoyo las palabras de Antonio Gala cuando afirmaba el domingo que “estamos siendo gobernados por una pandilla de tontos y gilipollas”.

Estoy de acuerdo con él, porque hay que ser muy tonto para no darse cuenta de la segunda burbuja que están hinchando los políticos de todos los colores con su falta de ejemplaridad; y muy gilipollas deben ser todos ellos para no percibir que cuando explote el globo de la indignación, la mierda va a llegar a Saturno y nadie va a librarse de saltar por los aires, ni siquiera los que se protegen en el bunker de la impunidad y el dinero.