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GRANUJAS Y CORRUPCIÓN

GRANUJAS Y CORRUPCIÓN

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No sé el tiempo que va a durar la desconfianza ciudadana en los dirigentes políticos, sociales y económicos, pero desde que uso la razón percibo que vamos como la ratita del cuento, de sobresalto en sobresalto y de susto en susto, por culpa de los granujas que han metido descaradamente la mano en la hucha común, en los fondos bancarios y en los planes urbanísticos para recalificar sus propias cuentas corrientes.

Estos haraganes se han dado a la briba en horario continuo y sin desmayo, exhibiendo en la plaza pública su pícara holgazanería. Personajes ruines, carentes de honra y vergüenza; avarientos, falsos, con viciosas costumbres y amañadas mañas. Rateros insolidarios, astutos, taimados y mezquinos, dignos merecedores de llevar al cuello un sambenito con la más satírica letrilla quevediana.

Es larga la miserable historia de tales depredadores, consumada con prevaricaciones, cohechos, malversaciones, apropiaciones indebidas, falsedades documentales, tráficos de influencias, blanqueos de capitales y delitos fiscales, desde los antiguos tiempos de Matesa, pasando por Fidecaya, Rumasa, KIO, fondos reservados, Ibercorp, Afinsa, Fórum Filatélico, Gescartera, Naseiro, Filesa,…

Pero en los últimos años se han mejorado a sí mismos con actuaciones perversas que emulan los argumentos más negros de la más negra novela de todas las novelas negras. Presuntos pelotazos en la Rioja; dinero turbio en Oropesa; EREs falsos en Andalucía; supuesta prevaricación en Cieza; concejala detenida en Canarias; problemas de gestión urbanística y de limpieza, en Orihuela; pelotazo urbanístico marbellí; Palma Arena en Baleares; Palau de la Música en Cataluña; y por último, la traca final del caso Gürtel, que amenaza con quedarse en la nada.

Así están las cosas y no creo que mejoren mucho porque quienes podrían enderezarlas son los más interesados en mantenerlas torcidas, para seguir trapicheando con su dignidad a cambio de un abultado puñado de euros. Para acabar con el fraude y la corrupción hay que  querer terminar con ella, así de simple. Pero hay pocas ganas de hacerlo, por aquello de la pescadilla que se muerde la cola.

Para este gremio de cuatreros sin escrúpulos la ética tiene el mismo valor que una señal de tráfico en el desierto. Pertenece a tan despreciable club una fauna carroñera de distinto pelaje ideológico, profesional y político, donde conviven católicos de pantomima, con agnósticos de pasarela; financieros ocasionales, con taberneros oportunistas; golfos disfrazados de ediles, con gañanes venidos a constructores; y funcionarios disfuncionales, con testaferros expatriados de la nada metafísica. El uniforme exigido para ser aceptado en esta secta de granujas es muy simple porque se reduce a unos guantes blancos y cuello tan duro como su cara, para esconderla cuando alguien les señale con el dedo.

Pero no es extraño que haya tanto mangoneo, mangancia y mangantes sueltos bien amarrados a los sillones de la democracia porque en España sale muy barato multimillonizarse ilegalmente. Ahí tienes los casos de Condenesto, ya de paseo por la Salceda luciendo la misma sonrisa burlesca que exhibió ante nuestros representantes en la comisión parlamentaria; o el intelectual Mortaroldán que se quedó calvo de frotarse billetes en la cabeza ante jueces y fiscales, hoy liberado y con el dinero en el fardel; o el Kiorrosa que puso un pie en cada torre haciendo un arco del triunfo por donde ha pasado la justicia entre una lluvia de confetis hechos con documentos falsos, mientras él disfruta sonriente los beneficios de su apropiación indebida.