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Etiqueta: Rolando

BUDANISMO

BUDANISMO

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La calima veraniega altera la corteza cerebral en la madrugada agosteña, entonteciendo mis neuronas con tal firmeza que pierden su rumbo en la cisura de Rolando, dislocándome las ideas en el lóbulo frontal y luxando el pensamiento con atrofiada voluntad para sugerirme poner en marcha una ideología laico-religiosa que contente a creyentes y descreídos, uniendo budismo y cristianismo, en el budanismo.

El contenido de tal doctrina puede seducir a los bípedos racionales desde el Ártico al Antártico, porque tomaría el amor del cristianismo y la sabiduría del budismo, llevándonos a la solidaridad y la cultura, como valores sustantivos para alcanzar cielo y nirvana a la vez.

El sabio anciano Sidarta Gautama nos aconsejó hace miles de años que sólo creyéramos en nuestras propias vivencias y nunca en los cuentos que otros nos cuenten, recomendándonos al mismo tiempo buscar el conocimiento y la sabiduría, para liberarnos de cargas innecesarias y ser algo más nosotros mismos.

Sin ser dios de nada ni de nadie, su doctrina filosófica con derrame religioso podría ser teísta, como lo es la apuesta amorosa del hijo del carpintero que pretende hermanarnos en un marco virtuoso donde la generosidad, el perdón, la honradez, el amor y la verdad son señas de identidad que ennoblecen la condición humana que denigramos los humanos.

Buda complementa a Jesús proponiendo la cultura como elemento liberador de toda manipulación, abuso y explotación. Contra el totalitarismo, cultura; contra los extremismos, cultura; contra los fuegos eternos, cultura; contra el fanatismo, cultura; contra la manipulación ideológica, cultura; contra el terrorismo, cultura; y contra los mártires, cultura.

Salud, amor, pan, trabajo y cultura, son los ingredientes del cóctel de la vida que nos permiten alcanzar la paz y felicidad que merecemos.

DESCEREBRADOS Y DESCORAZONADOS

DESCEREBRADOS Y DESCORAZONADOS

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El sabio refranero español exime de pecado a quien hurta a un ladrón, afirmando que quien roba a un caco tiene cien años de perdón, proverbio que yo prolongaría diciendo que quienes roban a los hambrientos merecen máximo castigo en la plaza pública, para que sirva de escarmiento a potenciales imitadores de tales depredadores.

Así debe sucederle a los descorazonados endriagos que han robado las viandas almacenadas en el banco de alimentos de Guadalajara, que pretendían alimentar durante seis meses a los alcarreños que llamaran a su puerta, por no tener un mendrugo de pan que llevarse a la boca.

Nunca un acto vandálico causó tanta indignación en almas limpias, solidarias y generosas, como la originada por los descerebrados que asaltaron ese depósito de la solidaridad, ofendiendo elementales sentimientos comunes a todos los seres vivos, pues incluso los cuadrúpedos tienen más sensibilidad que tales engendros de la naturaleza.

Despreciable pandilla de descerebrados, por carecer de neuronas sensitivas en su purulenta cisura de Rolando; y descorazonados, por tener una patata podrida en el pecho que late a impulsos de cobardes palpitaciones, pues nada hay más vil y miserable que robar el alimento que permite sobrevivir a los hambrientos.

Chusma de esperpentos humanos que han pateado la generosidad de los donantes, humillado la dignidad de los repartidores, coceado la disponibilidad de los administradores, injuriado el altruismo de los voluntarios y mancillado la prodigalidad de quienes habían donado generosamente los alimentos robados.

Para tan despreciable caterva de humanoides, pido castigo.