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Etiqueta: resignación

ROUSSEAU A LA PALESTRA

ROUSSEAU A LA PALESTRA

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Hay quien parafraseando a Rousseau se atreve a decir que el ser humano es bueno por naturaleza, pero que el poder lo corrompe, como si se tratara de un virus sin tratamiento alguno, cuando la realidad es que la honradez mamada en la cuna y nutrida con honestidad en la madurez, evita el contagio de tan peligrosa enfermedad.

La iniquidad comenzó con el primero que dijo «esto es mío y solo mío», dando origen a la propiedad privada, y con ella a la sociedad que padecemos, caracterizada por el gobierno de un grupo de poder plutocrático formado por agentes depredadores, capaces de quitarle caramelos a los huérfanos y sillas de ruedas a los inválidos.

En “El contrato social”, el ginebrino Juan Jacobo dejó muy claras las condiciones del pacto que vincula y une a gobernantes y gobernados, afirmando que el régimen menos imperfecto es el democrático, en el que todos los ciudadanos participan de la soberanía, sometiéndose la libertad a las leyes.

Bonito proyecto que la privilegiada minoría de gobernantes se encarga de entorpecer, aunque se les llene la boca con la palabra democracia sin percibir que los hechos contradicen sus mentiras, considerando que el pueblo padece una enfermedad colectiva incurable, cuyos síntomas principales son la sordera, el silencio y la resignación a un destino que no merece.

Lo que ignoran algunos iletrados déspotas que nos gobiernan es que las ideas ilustradas del ilustrado despotismo, prendieron la mecha de la revolución burguesa que dio al traste con el despotismo absolutista generador del nepotismo y la desigualdad social, por abuso de las pelucas aristocráticas.

EL VERDADERO DÉFICIT

EL VERDADERO DÉFICIT

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Cuando los mandamases políticos y financieros hablan de déficit, se refieren al descubierto contable que resulta de comparar el debe y el haber, lo que en Administración Pública representa una falta de liquidez económica en las cuentas del Estado, porque los administradores del dinero común se gastan más euros de los que les damos, con su mala gestión, despilfarro, ignorancia y corrupción.

Pero hay otros déficits más importantes que el económico, ignorados en una sociedad insolidaridad, cínica y consumista, dominada por la doctrina del “¡Sálvese quien pueda!”, donde los remeros quedan al pairo tras el naufragio con las velas de la esperanza tendidas y largas las escotas de la resignación, mientras los capitanes y contramaestres ocupan todos los botes salvavidas.

La verdadera crisis por la que estamos pasando no es económica, como pretenden hacernos creer, sino de valores humanos, provocada por el abandono de comportamientos éticos, que han llevado a indeseables corruptelas administrativas, abusivas especulaciones financieras, excesivas mentiras y duras represiones justificadas con una legalidad injusta, hecha a gusto de los represores.

Hoy día existe un gran déficit de solidaridad que muerde las entrañas, porque la generosidad no cotiza en bolsa, domina el miedo, la honestidad brilla por su ausencia, el sacrificio está mal repartido, los esfuerzos son desequilibrados, la justicia social está en almoneda, el cinismo institucional domina las tribunas y la empatía se ha borrado del diccionario social.

EN ESPERA DE LO INEVITABLE

EN ESPERA DE LO INEVITABLE

La incautación que el capitalismo neoliberal está haciendo de nuestros derechos y propiedades, nos obliga a recordar que pertenecemos a una sociedad donde la igualdad de oportunidades, el reparto equitativo de la riqueza, la justicia social y los derechos constitucionales deberían ser los cuatro puntos cardinales que limitaran nuestra existencia comunitaria.

Pero el torpedo que ha lanzado la especulación financiera a la línea de flotación social, los cañonazos de la usura contra la pobreza, el egotismo político en las tribunas sociales, la codicia de politiqueros en las poltronas y la inoperancia de la justicia en los tribunales, ha llevado el tonelaje de esperanzas que habíamos acumulado durante años a la fosa oceánica de la resignación, la sumisión y el silencio.

Los conservadores… de lo ajeno; los amigos del orden establecido, por ellos; los patriotas de su patrimonio; los demagogos patrioteros; y los depredadores de bienes ajenos, se preguntan espantados dónde queremos llegar, sin darse cuenta que sólo ha empezado a caminar hacia ellos el grupo de vanguardia que ocupa la primera línea de fuego.

El resto miramos el porvenir con inquieta emoción y sangre enardecida porque no estamos dispuestos a legar a nuestros hijos un país herido de muerte y en estado de coma por la ambición de unos pocos, el olvido de los capelos, la corrupción institucional, el abandono sindicalisto y la incapacidad de los políticos que reclaman orden sembrando desorden y exigiendo el cumplimiento de órdenes en colisión con los derechos constitucionales y la conciencia colectiva, mientras recrean el paladar bancario con manjares inmerecidos.

NO ENTIENDO

NO ENTIENDO

A ver si alguien me lo explica, porque no entiendo.

El Banco Central Europeo llena sus arcas en Frankfurt con euros que le dan los Estados miembros de la Unión Europea, es decir, con dinero tuyo y mío, lector. Pero no puede prestar dinero a dichos Estados, sino a los bancos, porque así lo reglamentaron en Amsterdam en 1998, un grupo de políticos, siguiendo el dictado de los jefes del sistema financiero. Bien.

Esto significa que el BCE presta dinero a los bancos de los respectivos países al  1 % de interés para que las entidades financieras nacionales se lo represten a sus Estados respectivos al 6 ó 7 %, dándose la perversa paradoja de que quienes ponen el dinero pagan sustanciosos intereses a los bancos que le prestan su propio dinero, obteniendo estos centros de usura millones de beneficios en tan limpio estraperlo, que van a parar a los bolsillos de los banqueros.

Así, por ejemplo, en créditos a Portugal los bancos ganaron de intereses casi ¡¡cuatro mil millones de euros!! que se fueron directamente a las cuentas opacas de directivos, consejeros, asesores y accionistas correspondientes.

A ver si alguien me explica qué hacemos los ciudadanos impasibles y cruzados de brazos, ante semejante usura, injusticia, mentira y abuso.

A ver si alguien me explica el afán que tenemos los ciudadanos en ir cada cuatro años a las urnas para ser cómplices de nuestro propio exterminio.

A ver si alguien me explica el silencio y la resignación con que soportamos tantos escupitajos a nuestra dignidad, insultos al sentido común que nos asiste y estafa a los bolsillos que ya tenemos esquilmados.

NO CABE RESIGNACIÓN

NO CABE RESIGNACIÓN

Lo único que justifica la brutalidad de una guerra son las consecuencias que se derivan de ella. Me refiero a que el hambre, la miseria y la ruina, son consecuencias lógicas de una guerra. Detestables, sí; pero secuelas inevitables de la repugnante dialéctica irracional y exterminadora de la guerra.

Pero la pobreza que ahoga hoy el alma de millones de ciudadanos no es consecuencia de una guerra, sino del abuso, incompetencia, avaricia, insolidaridad y engaño, del selecto grupo de privilegiados que sobrevuela por encima de la desdicha colectiva.

Trágico desequilibrio en la balanza de bienestar social que exige corrección inmediata poniendo en el plato menos favorecido el peso de la fuerza que da la unidad de todos los que apenas tienen un mendrugo que llevarse a la boca, mientras los responsables de la quiebra siguen brindando con Moet Chandon en la cubierta de los barcos de recreo.

No cabe impunidad para los culpables de la tragedia por mucho que quieran convencernos de la necesidad de arruinarnos cada día más, mientras ellos están al abrigo de la intemperie, sin oír el castañeo de la necesidad.

No cabe el olvido para los despilfarradores del erario público que han gastado nuestro dinero en obras faraónicas multimillonarias, sin pies ni cabeza, para satisfacer una enfermiza megalomanía.

No cabe el indulto para quienes han metido mano en la caja común, llevándose en bolsas de plástico lo que a otros pertenece, por mucho que sus mercenarios pretendan inmolarse ante ellos por un plato de lentejas.

No cabe la amnistía fiscal para los defraudadores que toman piña colada en paraísos fiscales, mientras sus vecinos hacen cola en las agencias tributarias para sufragar los servicios públicos que aprovechan los estafadores.

Urge un nuevo proceso de Nuremberg donde veamos sentados en el banquillo a banqueros insaciables en su voracidad, a especuladores sin escrúpulos, a ladrones de guante blanco y a políticos inmovilizados con sueldos milenarios, que miran con envidia a los usureros que niegan el pan y la sal a quienes no tienen siquiera un terrón de azúcar para endulzar sus pesares.

RESISTIR, ¿HASTA CUÁNDO?

RESISTIR, ¿HASTA CUÁNDO?

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Camiliño, nuestro último premio Nobel, solía decir que en España el que resiste, gana. O, lo que es igual, en España gana el que resiste ¿Qué os parece? Lo pregunto convencido que la resistencia de cada cual es diferente, pues no todos estamos en las mismas condiciones ni tenemos el mismo aguante.

Pero hoy la resistencia puede tocar fondo antes que la crisis, haciendo de ésta el ariete que tire abajo el sistema, por difícil que parezca, ya que el aguante colectivo exige aglutinar muchas resistencias, evitar deserciones, desterrar aburrimientos y combatir hastíos, ahogando la impotencia en el esfuerzo de quienes soportan indignados los hechos que desaprueban.

La gran incógnita es saber hasta cuándo seguiremos llevando con resignación la penosa situación donde nos han metido los que no pasan por ella, caracterizada por un estado anímico de frustración, unido en ocasiones a la carencia de recursos económicos básicos, necesarios para subsistir.

Tal situación exige a los ciudadanos tener una capacidad de resistencia poco común, para seguir soportando decisiones arbitrarias en muchos casos, injustificadas en otros, desacertadas casi siempre y nunca ejemplarizantes, tomadas por líderes que caminan desorientados entre espesos árboles que les impiden ver el bosque donde todos estamos perdidos.

En esta jornada de reflexión invito a reflexionar a los futuros padres de la patria sobre algo tan simple como que el pueblo estará dispuesto a resistir los sacrificios que sean necesarios, si ellos son los primeros sacrificados. Que resistiremos lo que se nos venga encima si ellos entregan sus privilegios a la caja común de resistencia. Que rehusamos favores merecidos si ellos renuncian a beneficios inalcanzables para nosotros. Y que estamos dispuestos a ir con alpargatas, si ellos son los primeros que salen a la calle sin paraguas dispuestos a soportar el pedrisco que a todos nos está cayendo.

En caso contrario, la resignación de los indignados que hacen cola a la puerta de los “indignados” se tornara en rebeldía y la resistencia ciudadana tendrá fecha de caducidad inmediata.

¡ DIOS DIRÁ !

¡ DIOS DIRÁ !

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Bueno, pues ya tenemos la clave para resolver todos los problemas que tenemos encima y salvar nuestro futuro personal y colectivo, poniendo en manos de Dios nuestra vida y hacienda, para que Él decida qué hacer con nosotros.

Esto es lo que nos recomienda el testimonio vital hecho público ayer por Alfredo Pérez Rubalcaba a través de la pequeña pantalla, sin reparar que Dios estaba en ese momento despachando asuntos más importantes tras las ventanas del Vaticano, junto a sus más inmediatos colaboradores.

En fin, que la suerte está echada y este químico orgánico se propone retornar a los tiempos bíblicos en que Dios era causa única de cuanto sucedía, fuente de vida, sumidero de esperanzas, origen de la felicidad, suprema justicia, alfa y omega de la existencia.

El candidato Rubalcaba ha tirado la toalla, sustituyendo indignación por resignación, al dejar su porvenir en manos de Dios, indicándonos con su decisión el camino a seguir en estos tiempos desesperanzados.

Esta declaración de rendimiento a la voluntad celestial inspirada en el libro sagrado, tuvo lugar ayer por la mañana en un programa rosa, dirigido por Rosa, en la cadena televisiva más rosa, del rosado mundo del papelín. Al preguntarle la plagiadora universal al aspirante socialista por su futuro si perdiera las elecciones, es decir, al preguntarle qué va a hacer tras el fiasco electoral que le espera, Alfredo respondió compungido: ¡Dios dirá!

Pues venga, sólo nos queda rezar y esperar que la misericordia divina le ampare a él, y nos ampare a todos los humanos, porque vamos a necesitar su protección.

Yo pensaba que después de llevar 29 años sin ver un anillo bencénico, este político de raza tuviera curiosidad por percibir la resonancia del ciclohexa-1,3,5-trieno, pero no. En sus oídos sólo resonará la palabra de Dios decidiendo su porvenir, la misma noche del fracaso.

¡Bendito sea, pues, por siempre, el Señor!