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RENUNCIAS REALES

RENUNCIAS REALES

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Un día como hoy de 1941, poco antes de morir en Roma, el bisabuelo político de la actual reina, renunció a la jefatura de la Casa Real en favor del abuelo político de la periodista televisiva, encargándose el caudillo de que Juan no reinara en España, pues el 14 de mayo de 1977 también este renunció a sus derechos dinásticos, cediendo al padre político de la consorte, el trono y la jefatura de la Familia y Casa Real de España a su marido, por abdicación efectiva del papá el 19 de junio de 2014.

El bisabuelo del actual monarca hizo honor a la fama garañonera de los borbones, pues a los siete hijos legítimos de su matrimonio con Victoria Eugenia: Alfonso, Jaime, Beatriz, Fernando, María Cristina, Juan y Gonzalo, debemos añadir otros cinco extramatrimoniales, que se sepa: Roger Leveque, con una aristócrata; María-Teresa y Leandro, con una actriz; y dos más con las institutrices de sus hijos, porque no hacía ascos al jergón social si había deleite sobre él.

Tanto la abdicación del bisabuelo como la del abuelo, no fueron fáciles para ellos, porque el primero tuvo que ceder a las presiones de los carlistas y el frustrado Juan III a los deseos del dictador. Tal vez, por eso, ninguno de los dos habló de abdicación al ceder sus derechos, limitándose ambos a renunciar dando el visto bueno y firmando la defenestración con lágrimas en la corona.

La desgracia de Juan vino a compensar la fortuna de encontrarse con un trono inesperado porque estaba el quinto en la cola sucesoria, tras el primogénito Alfonso, que renunció a sus derechos para casarse con una plebeya cubana, algo que no le ha sucedido a Felipe. También Jaime renunció, por ser sordomudo. Y para las dos niñas era inaccesible la corona. Pero Franco prescindió del padre, descartó al hijo y coronó al nieto.

RENUNCIA

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Versodiario 3 :

Que resuelvan los problemas                                                                                                            sin mirarse los ombligos,                                                                                                                    ni decepciones extremas,                                                                                                                    ni cadáveres de amigos

RENUNCIA

Las ondas acaban de traer a mi mesa de trabajo la noticia que muchos esperábamos hace tiempo, lamentando diariamente el retraso de una renuncia inevitable.

Se cierra un ciclo, pero debe mantenerse la guardia.  Concluye un periodo de indecisiones, pero debe fortalecerse la esperanza en el futuro.  Acaba una secuencia interminable de alternativas sin fortuna, pero han de renovarse las propuestas con innovadores bríos.

La renuncia de Zapatero a ser cabeza de lista en las próximas elecciones generales,  brinda al partido socialista la oportunidad de mostrar al país la solidez de su proyecto por encima de las personas que han de pilotarlo. Ofrece a los militantes la posibilidad de poner sobre el tapete la fortaleza de sus estructuras internas para consolidar un nuevo líder en plazo razonable. Pone en manos de los dirigentes la ocasión de mostrar a la sociedad la firmeza en sus convicciones para seguir luchando por sus valores fundacionales. Y otorga el privilegio al partido de exhibir su capacidad para seguir liderando el reino que ahora gobierna.

Si el partido socialista hace eso, su vida será larga, y el agradecimiento de quienes han puesto en ellos la esperanza, eterno.

Pero si la legítima y noble lucha por el poder interno se traduce en codazos inoportunos, en personalismos exacerbados, en puñaladas traperas y en la exterminación del adversario, entonces la crisis del partido se prolongara más allá de lo que muchos militantes y ciudadanos progresistas, esperan y desean.

A veces, mirar de frente al país modelo del más feroz capitalismo enseña que la unión es la fuerza que sostiene a los yanquis a la cabecera del mundo . Tal vez por eso Obama sentó a su derecha a Hillary Clinton.

Un consejo al socialismo español en estos momentos: es preferible un partido equivocado a un partido desunido.