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EL FRANCISCANO MERINO

EL FRANCISCANO MERINO

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Fue Martín Merino un religioso liberal franciscano, convencido de ser enviado por Dios con la misión de acabar el lunes 2 de febrero de 1852 con la borbona Isabel II, dándole un desacertado estiletazo en el costado que apenas rozó la piel de la ninfómana reina de los tristes destinos, pues el corsé que embutía sus generosas carnes hizo de chaleco antinavajas.

Tiempo antes del acuchillamiento a la reina, el fraile tuvo que emigrar a Francia por amenazar de muerte al felonazo padre de la señora, don Fernando VII, tras ganar 5.000 duros a la lotería que le hicieron prestamista y pendenciero, compartiendo el litúrgico hábito franciscano con frecuentes luchas contra los deudores, quejosos de los excesivos intereses financieros requeridos por el irascible clérigo usurero.

Regicidio frustrado que envió al sacerdote homicida a mejor vida cinco días después con un vil garrotazo que recibió en el patíbulo del Campo de Guardias, pagando caro el intento de acabar con la mandona Isabel haciendo inútiles los esfuerzos realizados por el defensor Urquiola para convencer al juez Nolasco de la enajenación mental transitoria de su defendido.

Eso sí, antes de ser ajusticiado, fue apartado de la Orden franciscana, degradado de su condición religiosa y obligado a ponerse ropa y birrete amarillo con manchas rojas según mandaba el protocolo a los condenados por regicidio, para ser liquidados con esa indignante vestimenta.

Una vez muerto el rico prestamista fue quemado su cuerpo para evitar robos y veneraciones postmortem de los radicales seguidores, esparciendo sus cenizas un una fosa común con otros ajusticiados, y destruido el puñal del delito junto a otras pertenencias personales del fraile Merino.

LA LEY ESCUPE HACIA ABAJO

LA LEY ESCUPE HACIA ABAJO

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El primer Procurador General de la Commonwealth se atrevió a condenar a quien nadie se atrevía siquiera a mirar a la cara, y pagó con su vida la osadía de meter en vereda al máximo representante del poder instituido, personificado en el rey inglés Carlos I.

Sabed que John Cooke fue acusado de regicidio, luego colgado, más tarde arrastrado por las calles, posteriormente profanado y, finalmente, descuartizado en pedazos el 16 de octubre de 1660.

Durante toda su carrera, el jurista Cooke mantuvo que la pobreza era la causa de gran parte de la delincuencia, proponiendo la libertad para quienes robaran comida con intención de satisfacer el hambre de su familia, defendiendo gratuitamente a los procesados que no pudieran pagarle.

¿Qué delito cometió Cooke? pues creer que la justicia era igual para todas las personas del reino, incluido el  monarca, a quien este progresista ciudadano, abogado radical y fiscal independiente acusó de tiranía ante un jurado que dio orden al verdugo de cortar la cabeza real, aunque Carlos se negara a prestar declaración, alegando que ningún tribunal tenía jurisdicción sobre un monarca.

Unos años después, el acusador fue detenido y encerrado en la Torre de Londres, con el resultado final que ya se ha dicho, sin atender el argumento esgrimido por míster Cooke que se defendió afirmando que sólo aplicó la ley, grave error que le costó la vida porque olvidó que la ley vive arriba y escupe hacia abajo.