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Etiqueta: rapiña

COMIENZO COLONIZADOR

COMIENZO COLONIZADOR

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El 25 de septiembre de 1493, salió Cristóbal Colón desde Cádiz en su segundo viaje al nuevo mundo, con una flota de 17 barcos, 5 naos y 12 carabelas, albergando en ellas una tripulación de 1.500 navegantes, formada por artesanos, soldados y campesinos, a quienes se sumaron clérigos y herméticos arcones para almacenar el oro, porque el segundo viaje de Cristóbal tenía como objetivo la colonización ideológica y la esquilmación de riquezas.

Al llegar a las islas caribeñas, Colón se llevó el primer varapalo de los indígenas, pues no quedaba rastro del Fuerte Navidad construido en La Española con los restos de la carabela Santa María, ni hálito de vida de los 39 hombres que allí dejó para proteger al cacique Guacanagari de los caníbales, a cambio de un cofre lleno de oro, sin que los conquistadores entendieran que los nativos querían seguir en taparrabos con su cultura, creencias y tradiciones.

A partir de ese momento, la rapiña y los cristazos brillaron con su presencia, y el enriquecimiento de Colón fue imparable por ser nombrado almirante y virrey de los paisajes descubiertos, con derecho a recibir la décima parte de las riquezas en todas las conquistas que raalizara en aquel el territorio otorgado por bula del valenciano papa Alejandro VI para su colonización.

Tierras alejadas del japonés Cipango donde creyó fondear Colón, pensando haber seguido la ruta hacia el oeste para demostrar que la Tierra podía rodearse en barco, muriendo años después sin saber que en medio del océano estaba América entre Europa y Asia, ignorando además que Cipango quedaba a 15.000 km hacia occidente.

CORRUPTOS POR OMISIÓN

CORRUPTOS POR OMISIÓN

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Ante la epidemia de corrupción política que nos invade, rugiendo cual marabunta con las fauces desgarradas desde Gata a Finisterre, surgen voces ingenuas que salen en defensa de la casta política diciendo que la mayoría de ellos son cabales y honrados, siendo una minoría los que tiene las manos sucias.

A quienes eso dicen quiero advertirles que la corrupción política tiene una cara oculta a la que deben asomarse los que así piensan, porque el reverso de esa falsa moneda también está corrompido, aunque ellos no lo perciban debido a la blancura del sepulcro donde guardan silencio los cómplices de las fechorías.

Sí, amigos, tan corruptos son los políticos que meten mano en la caja común, llevándose los euros en bolsas de basura malayesas, cajas de zapatos gurtelesas o maletines ereáticos, como los políticos mudos o ciegos que callan o miran para otro lado, en espera de que les llegue el turno de rapiña.

Tan corruptos son los tesoreros que distribuyen sobres con euros por los despachos, como quienes no lo impiden y consienten los repartos.

Tan corruptos son los dirigentes de partidos que denigran la política, como los militantes que callan en las asambleas internas para salir en futuras fotos.

Tan corruptos son los ediles que aceptan sobornos y recalifican terrenos a cambio de fajos de 500 euros, como los concejales y funcionarios que callan.

Tan corruptos son los consejeros de Cajas de Ahorros que firman sin saber qué firman, pero sabiendo lo que se llevan, como quienes toleran el expolio.

Tan corruptos son los estafadores, cínicos, embaucadores y engañabobos, como los bobos que se dejan engañar por los mentirosos profesionales.

Tan corruptos son los banqueros que obligan a sus empleados a timar a los clientes con las acciones preferentes, como los colaboradores que se prestan al engaño.

Tan corruptos son los que trapichean con tarjetas reales por los despachos, como las sonrientes esposas que forman parte orgánica en la trama.

En fin, tan corruptos son los corruptos como aquellos que guardan silencio y consienten la corrupción sin denunciarla, pero sabed también que los ciudadanos no son víctimas de la corrupción cuando votan a candidatos encausados en juzgados, sino cómplices de los corruptos.

EL «SISTEMA»

EL «SISTEMA»

Estamos dominados por un “sistema” que ha impuesto su método, donde impera el dominio de unos países sobre otros y de unas personas sobre otras, sin que los perjudicados se rebelen contra él, ni los beneficiarios del mismo agradezcan los servicios prestados a los remeros que sudan en las galeras de sus barcos para que ellos viajen felizmente en cubierta, tomando el sol y bebiendo piña colada.

Evito hablar de clases sociales para no herir castos oídos de puritanos capitaleros y eludir la crítica de sus palmeros publicistas, acusándome de utilizar un lenguaje trasnochando y perdido en la historia, por real que sea el desequilibrio existente entre el palacete y la chabola; el yate y la patera; el avión y la bicicleta; los sueldos millonarios y las limosnas; el caviar ruso y el mendrugo; la hartura y la hambruna.

El “sistema” ha convertido al vecino en enemigo; el amor en estraperlo; la solidaridad en rapiña; los trabajadores en utensilios; la competencia en peldaño de ascenso; el poder en ángel de la guarda; y el dinero en becerro de oro al que adorar cada noche antes de dormir y reverenciar por la mañana al salir de casa.