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Etiqueta: pobreza

GENERACIÓN

GENERACIÓN

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En el tren de la vida que camina hacia la estación término, ocupamos el vagón de cabeza las personas que llegamos al mundo en el furgón de cola, cuando la hambruna, escasez, miseria y pobreza derivadas de la incivil guerra, era el plato nuestro de cada día, sin que ello sea hoy motivo de sonrojo, sino de humilde presunción.

No hay tinte vanidoso en el orgullo de pertenecer a una generación ya jubilada y sustituida por el colectivo de ciudadanos que forma la nueva savia bruta que circula por los vasos leñosos de una sociedad vertiginosa, que camina con rumbo marcado por los hacedores de vidas ajenas.

Orgullo de ser miembro de una gran familia generacional que trabajó con austeridad, sacrificio y generosidad en la construcción de su propia vida, en medio de un camino empedrado y lleno de trampas, donde una caída significaba el quebranto de la esperanza.

Combate diario tuvimos, no agotado en nuestra propia salvación, ya que prolongamos la lucha más allá de la autorredención, haciendo por nuestros hijos el trabajo que a ellos correspondía, en un intento de evitarles lo que debíamos promover, dándoles la protección, estabilidad y caprichos que a nosotros nos faltaron.

Tantas dificultades, renuncias, privaciones y sacrificios, nos hicieron jurar ante Dios que nuestros hijos no pasarían por semejante calvario, y no estoy seguro del acierto, pues con tal decisión eliminamos en ellos los valores  que a nosotros nos permitieron salir del pozo en que nos abandonó la posguerra.

BUSCADORES DE PAN Y PAZ

BUSCADORES DE PAN Y PAZ

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Oyendo hablar al megamultimillonario del anaranjado tupé que rige el cono norte de la opulencia, es obligado vacunarse contra la insolidaridad para evitar indeseables contaminaciones, inoculándonos en el alma dosis de fraternidad humana para favorecer las aspiraciones de mejorestar que traen a la espalda quienes huyen de matanzas ordenadas por las manos usurpadoras que firmaron los tratados de paz.

Hacinados en chabolas de plástico y espacios insalubres, aspiran a ser nuestros vecinos tras peregrinar descalzos por la nieve, estrellarse contra muros, colgarse de concertinas o zozobrar en pateras inmigrantes zarandeadas por manotazos salobres sobre la indefensa balsa caucho, huyendo de la muerte y dispuestos a sudar por una patria lejana de la que los vio nacer, en hogares desterrados y con las bocas resecas, tratando de ahuyentar el hambre, con angustia en sus cuerpos y lagrimeantes soledades recordando la tierra de procedencia.

A los inmigrantes y refugiados que pretenden llegar a nosotros desde la hambruna o la pólvora buscando el pan que no pudieron amasar en sus países de origen, debemos acoger como vecinos, sabiendo que su único delito ha sido nacer en áreas de pobreza o de locura fratricida, condenados al abandono por fatal infortunio de la cuna o la codicia, que hace reyes a unos y a otros esclavos de la necesidad, sin merecer unos ni otros la suerte o desgracia que les ha tocado en tan injusto reparto.

CANSANCIO

CANSANCIO

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Un entrañable amigo activista, que se ha dejado la piel por los demás en mil combates, me confesaba ayer con dolorida frustración su cansancio por tanta lucha estéril y esfuerzo baldío, con la toalla de la mano, a punto de arrojarla sobre el cuadrilátero social y retirarse a un lugar perdido donde el sol marque el horario de su jornada.

Cansado está mi amigo y cansados estamos muchos de ver las cicatrices que deja el látigo en la espalda, tornándose en profundos cortes sobre la piel de la miseria, en camillas abandonadas en pasillos de hospitales, colas del paro, contenedores de supermercados, tribunales de la pobreza, interminables desahucios y corruptas sonrisas a las puertas de los juzgados, mientras los mandamases discuten sobre líneas rojas, las suyas, claro, no las del pueblo que contempla atónito el esperpento.

Cansados estamos de ver tantos lobos humanos merodear por los consejos financieros de administración, tantos depredadores en libertad, tantos elefantes en cementerios institucionales y tantos carroñeros blindados ante la justicia, mientras nuestros mandamases discuten poltronas en abrigados despachos.

Cansados estamos muchos de gritar por los que callan, de clamar por conseguir lo que sería innecesario pedir, de echar abajo las tapias de las baldosas y de componer manos rotas, mientras los mandamases van con orejeras por la calle sin mirar al pueblo que ocupa las aceras, ni oír sus abucheos.

Cansados estamos de la corrupción que nos corrompe el alma, del cinismo de los corruptos, de la impunidad de los corruptos, de las risas de los corruptos, de la coraza de los corruptos y de la complicidad de los corruptos, mientras los mandamases debaten sobre la supervivencia de los batracios en el Orinoco.

Cansados estamos de ver como se juega al escondite con la ilusión de un pueblo que soñaba con recuperar el futuro, viendo ahora que la esperanza en la resurrección colectiva se esfuma al silbo de intereses que nadie comprende, en mesas de negociación donde se posterga el innegociable rearme moral que la sociedad necesita, uniendo todos los esfuerzos para conseguir el bienestar que deseamos.

DATOS SONROJANTES

DATOS SONROJANTES

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Cuando ciertos políticos, periodistas, opinadores, banqueros y tertulianos dan cifras improvisadas en los debates que mantienen, cierro los ojos para no ver el crecimiento de su nariz, y pongo cera en los oídos para no escuchar los desatinos y errores que cometen, unas veces fruto de la sinrazón, otras del cinismo, en ocasiones por ignorancia y en muchos casos estimulados por la cara dura que tienen, presentando a España como un inexistente paraíso multicolor, desmentido por los datos reales que a todos nos avergüenzan.

Basta echar un vistazo a la realidad de las cifras para contemplar un panorama diferente al ofrecido por demagogos mediáticos, recordándoles a los profetas de la bonanza el informe del INE (Instituto Nacional de Estadística) relativo a la Encuesta de Condiciones de Vida (ECV), donde puede verse que los ingresos medios de los hogares españoles se redujeron un 2,3 %, en contra de lo afirmado por tales sesudos tertulianos.

Por otro lado, el porcentaje de población en riesgo de pobreza ha llegado al 22,2 %, lo cual es más que preocupante porque este indicador mide la desigualdad social, es decir, las personas que tienen bajos ingresos en relación al resto de la población. Y en cuanto al dato de AROPE relativo a la exclusión social, – que combina riesgo de pobreza, carencia material y bajo empleo -, se sitúa en el 29,2 % de la población residente en España

También Cáritas niega la virtualidad del espejismo presentado por estos visionarios, advirtiéndonos que no bebamos en él mientras caminamos por el pedregoso desierto de la insolidaridad, explotación y codicia donde estamos metidos, por obra y gracia del capitalismo deshumanizado apoyado por una política al servicio del poder financiero.

Esta organización caritativa y humanitaria asegura que España es el segundo país de la Unión Europea con mayor índice de pobreza infantil, superado solo por Rumanía, siendo la gente más vulnerable quien está pagando las consecuencias de la crisis, alcanzándose igualmente el 24,9 % de abandono escolar prematuro, porcentaje que duplica a la media europea.

Si miramos al desempleo, el sonrojo da paso al bochorno viendo el sufrimiento y desánimo de la “generación perdida”. Pero si ponemos atención en los salarios entonces nuestra cara se arrastra por el suelo al comprobar que el 12 % de quienes trabajan no pueden escapar de la pobreza.

Finalmente, la revista de investigación médica British Medical Journal denuncia que el gasto sanitario en España es de los más bajos de la UE, lo que imposibilita la comprensión de los recortes sanitarios que tan gravemente están perjudicando a la salud de los ciudadanos españoles.

EL MONSTRUO CAPITALISTA

EL MONSTRUO CAPITALISTA

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Por trasnochado que parezca el término capitalista, la situación actual obliga a calificar de monstruoso el capitalismo especulativo que domina el mundo, arrinconando valores humanos y principios morales en el desván del olvido, como se abandonan desperdicios en los estercoleros.

En tal capitalismo, la indiferencia ocupa el espacio de la empatía; silencia el individualismo la hermandad; desplaza la usura a la generosidad; los decretos anulan la justicia social; el desinterés claudica ante la voracidad; la avaricia vence al desprendimiento; el altruismo sucumbe a la codicia; y el egoísmo nubla la solidaridad con la fuerza de un tornado que amenaza el bienestar común.

Sufrimos la voracidad de los buitres especuladores carentes de escrúpulos morales, dispuestos a rapiñar todo lo que encuentren a su paso, especulando con la miseria ajena y abusando del poder que la injusta legalidad les otorga con leyes favorecedoras que un imparable y peligroso incremento de la quiebra social.

El monstruo capitalista especulativo va por libre y circulando sin limitación alguna por las autopistas mercantiles y financieras, apeándose solo para caminar por los barrizales sociales con botas de tachuelas pisoteando lo que encuentra a su paso, sin que el poder político pueda detenerlo porque se ha constituido en Estado por encima de los Estados, para gobernar el mundo con infinito poder invisible, sin pasar por las urnas.

La crisis financiera ha vaciado las despensas de muchos ciudadanos, arruinado el pequeño comercio, expulsado del empleo a millones de trabajadores, desplomado la dignidad humana y quebrando el alma del pueblo inocente que ocupa la aldea global sufriendo las consecuencias de la tragedia, multimillonando la crisis a los multimillonarios que especulan sin escrúpulos con la pobreza de los vecinos.

FÚTBOL

FÚTBOL

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Con hijo, yerno y entrañables amigos he pisado ayer finalmente un campo de fútbol, durante la visita que hicimos al estadio Santiago Bernabéu, comida incluida en la cristalera del asador «La Esquina» y partido de fútbol entre el Real Madrid y el Schalke-04, cuyo resultado ya es conocido en toda la galaxia.

Si el fútbol no salva de las crisis, ni enriquece culturalmente al pueblo, ni promueve valores morales, ni evita el masivo desempleo, ni elimina la corrupción, ni mejora los salarios, ¿por qué mantenerlo, si ha demostrado ser un deporte tan inútil para la erradicar el hambre como el imán que llevó el gitano Melquiades a Macondo, inservible para extraer tesoros de la tierra que redimieran a sus vecinos de la pobreza?

Además, suscita diferencias, agita las masas, divide familias, disgrega amigos, provoca discusiones y ocasiona gastos, por lo que no debería ser objeto de deseo ni merecer el aplauso social que recibe en todo el mundo mundial, sino todo lo contrario, ser condenado al olvido y desterrado de la sociedad.

Pero no ocurre así, y ayer pude acercarme a la explicación que justifica su arraigo social y fuerza de convocatoria, cuando envuelto en la catarsis colectiva no pude sustraerme al  espectáculo que dieron los espectadores, la «grada joven», los «schalkeros» y las dos escuadras de gladiadores que se disputaban a patadas un balón, en pantalones cortos y con fibrosas tabletas de chocolate en el estómago.

Comprobé ayer que el fútbol es como una península cenagosa que está rodeada de lodo por todas partes, menos por el “istmo redentor” que da paso al estadio por donde entran miles de ciudadanos a redimir sus penas con el peloteo de veintidós jóvenes deportistas multimillonarios que se disputan una esfera llena de aire a puntapié limpio, sin poder tocarlo con la mano, ni darse patadas unos a otros.

Ayer verifiqué que el fútbol sirve para ocultar pasajeramente la realidad y adormecer la desesperanza, como hacen los opios deístas religiosos y narcotizantes ateísmos políticos, con la ventaja de que el fútbol no contamina el alma, relaja las inquietudes sociales, distrae el insomnio del hambre, evita la pesadilla del paro, alivia los pesares de la enfermedad, consuela desgracias y hace olvidar quebrantos, como saben muy bien los psiquiatras que recomiendan esta terapia a los pacientes aficionados al balompié.

Efectos sanadores de inmediatas consecuencias y eficaces resultados, que son aprovechados para desviar la atención ciudadana hacía la esperanzadora alfombra verde del césped, despistando a miles de monosabios que contemplan el ruedo sin percibir que el toro permanece en la plaza pública exterior dispuesto a cornearles con la cruda realidad de la vida, un minuto después que el hombre de negro pita el final de la contienda.

A CIENTO NOVENTA EUROS LA SOLICITUD

A CIENTO NOVENTA EUROS LA SOLICITUD

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Siguiendo el ejemplo del ministro Gallardón, obligando a pagar tasas judiciales a quienes soliciten revisión de sentencias que consideren injustas, el futuro Complejo Educativo que se está construyendo en Granada con el nombre de “María Nebrera”, exige el pago de 190 € a los profesores que aspiren a ocupar uno de los 90 puestos de trabajo que ofrece semejante centro ¿educativo?

Eso sí, los 190 € entregados por cada uno de los profesores que consigan el puesto de trabajo quedarán en poder del colegio, para hacer frente a los gastos de aire y desgaste de suelo, ocasionados por los docentes. Y los 190 € correspondientes a cada aspirante desechado tampoco serán devueltos, para hacer efectivo el pago del trabajo realizado en romper las solicitudes que enviaron y arrojarlas a la papelera.

¿Qué se puede esperar de un centro educativo que inicia su andadura especulando con el paro y la necesidad ajena? Pues, en principio, escaso ejemplo moral para la comunidad educativa y la sociedad granadina. Un centro que arrincona la ética y sacrifica el respeto humano a la caja B, no merece ni uno sólo de los clientes a que aspira, por la degradación de valores humanos que ejemplariza.

¿Complejo educativo? ¿De qué educación hablan los promotores? ¿En qué vicios van a viciar a sus clientes? ¿Con qué fines van a deformarlos? ¿Qué modelo de ciudadano intentan conseguir? Cabe suponer que el proyecto curricular desarrollado en sus j-aulas incluirá objetivos, contenidos, metodología, recursos y evaluaciones, tendentes al adiestramiento de jóvenes para la insolidaridad, la especulación y la estafa.

Hasta ahora, pensábamos que el colmo de la avaricia era quitarle el caramelo a un huérfano, pero nos damos cuenta de nuestro error al ver campar la codicia por los despachos educativos, sorprendidos con semejante especulación, sin que las autoridades educativas, sindicatos, jueces y fiscales intervengan, porque nunca pudimos imaginar que la especulación con el paro y la pobreza pudiera llegar a tal extremo.