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Etiqueta: paraísos

ME DUELE PARÍS

ME DUELE PARÍS

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Leo con estupor lo sucedido ayer en París y el corazón no me responde. Veo las imágenes mortuorias en la televisión y se me nubla la vista. Oigo el grito de ¡Alá es grande! y se me endurecen los tímpanos hasta la sordera. Pongo la mano sobre el Corán y encallecen las yemas de los dedos.

Me duele el centenar de víctimas inocentes que ha dejado un reguero de sangre en las calles parisinas, abierto por vesánicos disparos de quienes gritan hasta enronquecer la grandeza de Alá desde su pequeñez mental, convencidos en la venturosa felicidad que les espera en inexistentes paraísos.

Me duele el peregrinaje de miles de personas que deambulan sonámbulas, sin futuro ni paradero, de frontera en frontera y de campo de refugiados en campo de refugiados, con los hijos en brazos, huyendo de matanzas provocadas por los señores de la guerra desde sus despachos, impasibles al dolor ajeno.

Me duelen las sonrisas del trío de las Azores y su frialdad reconociendo que con sus cínicos polvos provocaron lodos de sangre que ahora se expanden como plaga bíblica, sin que a los palacios donde habitan les llegue el barrizal sangriento de la venganza terrorista amamantada en el estado islámico

Me duele la impotencia del Estado ante los atentados terroristas, porque siempre habrá un alienado dispuesto a salpicar las pareces con sangre ajena, sembrando el pánico en una población sin culpa de la pena que impone la barbarie de mentes abducidas por doctrinas manipuladas.

Me duele la impunidad de quienes aprietan los botones mentales de ciudadanos ignorantes y predican violencia contraria al mandato islámico de paz, pues no en vano el Profeta Muhammad reiteró el mensaje de Dios cuando dijo: «Ustedes no entrarán al Paraíso hasta que crean, y no creerán hasta que se amen unos a otros”.

VISITA DE LA PARCA

VISITA DE LA PARCA

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El día de los difuntos es momento ideal para la meditación y el recogimiento en el interior de cada uno, sin más pretensión que mirar de frente a la realidad que espera, más allá de las promesas de permanencia en oníricos espacios de dicha perdurable.

Cuando la parca golpea la piel del alma no hay redención posible. Sólo dolor, apenas consolado durante unas horas por la compañía de familiares y amigos con quienes lloramos nuestra propia muerte oyendo doblar las campanas, sabiendo que todos estamos a la puerta del abismo, sin querer dar el paso definitivo hasta que el destino nos empuje, – según dice el cuento -, a la felicidad eterna.

Si tal promesa la tuviéramos realmente por cierta ¿Por qué tanto dolor ante la muerte de un ser querido, si quien abandona este mundo lo hace por voluntad divina para gozar eternamente de la mayor felicidad? ¿Por qué tanta lágrima si volveremos a encontrarnos con los desaparecidos en felices paraísos, permaneciendo ya juntos varias eternidades?

Si alguien tiene respuestas que nos las dé, porque de lo contrario seguiremos dudando de inescrutables destinos celestiales, pensando que la historia humana está jalonada de cuentos alojados en la sinrazón de una credulidad increíble, contradicha por millones de años de historia de la humanidad, sin evidencia alguna de paraísos celestiales, ni de otra realidad que la nada de donde procedemos.

Tal vez por eso, cuando alguien se nos va llega a nosotros San Manuel Bueno con el hisopo en la mano dispersando agua bendita sobre su propio escepticismo y recitando una plegaria, mientras el ejecutivo se afloja la corbata; el vagabundo inclina la cabeza; el solitario busca una huella; el carcelero olvida las llaves; el mendigo anota la hora; el militar se quita las espuelas; el arzobispo cede su báculo; el enamorado desespera; el intelectual dispersa el libro sagrado; el moribundo baja la escalera; el clérigo cierra el catecismo; el maestro se aleja; y el cuenta-cuentos, al fin,  …. calla.

VIDA

VIDA

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VID

No es fácil definir la realidad vital, ni existe palabra para adjetivar la vida, ni sentimiento para expresarla, ni red capaz de atraparla. Tan solo tenemos experiencia de que la vida es única e irrepetible, por mucho que los profetas de la fe se empeñen en lo contrario, tratando de consolarnos con inalcanzables paraísos.

La vida no exige a cambio más de lo que da, ni es pedigüeña por menesteroso que sea el cuerpo donde habita, conformándose con que sepamos vivirla, cada cual según su audacia, talento y posibilidades, sin pedirle más favor del que concede, ni exigirle significados de los que carece, ni demandarle atributos que no tiene.

Cabe decir, con escasa probabilidad de error, que la vida es lo único que tenemos realmente y de forma temporal como nuestro, siendo el resto de bienes atesorados transitorias pertenencias, hipotéticas posesiones, efímeras propiedades intercambiables o ficciones mentales sin previsible futuro.

Estéril es el empeño en hablar de una vida triste o feliz; afortunada o desgraciada; amable o grosera; comprensible o impenetrable; cruel o misericordiosa; egoísta o generosa; traidora o leal, siendo en realidad una oportunidad excepcional que debemos aprovechar, libándola a sorbos lentos como el buen vino y levantando el alma como hacen las aves de corral cuando beben.

Las opacas gafas que ponen los mercados en nuestros ojos frente a los escaparates sociales y la venda que las ideologías colocan en los ojos del espíritu, nos impiden ver la anchura de la vida que nos abraza cuando vamos hacia ella con el corazón en bandolera a declararle nuestro amor, sin vulgares compañías de mezquinas ambiciones.

La vida nos sostiene hasta que un día se cansa de llevarnos encima y nos abandona en lugar inesperado sin explicación alguna, mientras sigue su camino hacia la inmortalidad que solo a ella pertenece, porque somos simples usufructuarios temporales de la posada subarrendada que ocupamos, sabiendo que las vueltas de la vida son campanadas con doble tirabuzón que algunas veces nos deja noqueados por el suelo sin capacidad de respuesta ni aliento para renunciar a ella, pero que otras nos compensa con sonrisas de amores desprevenidos, encuentros de almas gemelas y caricias de felicidad renacida para bloquear la memoria amarga de luto.

PARAÍSO BANCARIO

PARAÍSO BANCARIO

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Junto al paraíso celestial y los paraísos fiscales, alejados de los pedestres ciudadanos, hay un paraíso bancario que es vecino nuestro, pasea a nuestro lado y trabaja en la esquina de enfrente, aunque las acristaladas puertas de sus despachos sean infranqueables a la mayoría de mortales que depositamos nuestro dinero en sus cajas fuertes, para que los obedientes gestores nutran los cofres de los patrones con nuestro sudor.

Son los paraísos bancarios puertas giratorias para quienes nos gobiernan, tras acatar disciplinadamente las órdenes de los rectores financieros, según los cuales saldremos de la crisis engordando con impuestos las mal nutridas arcas bancarias, porque los directores y consejeros han metido mano en la caja, se han otorgado sueldos millonarios y han comprometido con ellos mismos indemnizaciones de escalofrío.

Los engaños, estafas y malas prácticas bancarias han producido más de quinientas sentencias condenatorias a bancos y Cajas. Pero que nadie se emocione de alegría porque ningún banquero ni cajero pasará la vida en la cárcel como merecen, librándose la mayoría de ellos de pisar las celdas, protegidos por una impunidad insultante.

Epidemia de corrupción y engaño que llevó a confiados impositores a invertir más de ¡22.000 millones! de euros en repugnantes acciones preferentes que sirvieron para enriquecer a los tramposos, reduciendo dividendos a los accionistas, cobrando intereses abusivos, incrementando las comisiones y especulando con el dinero recibido del BCE, que debía emplearse para ayudar a los ciudadanos y empresarios menores.

Necesitamos saber los sueldos, dietas, indemnizaciones, gratificaciones y jubilaciones que se han autoadjudicado estas sanguijuelas para aplastarlas de un pisotón en su propio estercolero moral, antes de los jueces los exculpen o el Gobierno injustamente los indulte tras una merecida condena judicial, como hizo Zapatero con el megamillonario banquero Sáenz.

Aparte de sueldo y otras zarandajas, este sujeto – por citar un ejemplo entre todos ellos – tiene reconocida una pensión de 88,17 millones de euros con un seguro de vida de otros 11,1 millones en caso de invalidez, que suman 99,2 millones, es decir, el sueldo de un cirujano, juez, catedrático o similar, durante 2.000 años, o lo que ganaría un mileurista en 8.000 años de vida.

DÍA MUNDIAL DE LA ESPERANZA

DÍA MUNDIAL DE LA ESPERANZA

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En el Día Mundial contra el Cáncer, hablo de esperanza de vida, olvidando la inevitable muerte que nos espera a todos, incluidos los afectados por el cáncer del cáncer, porque todos tenemos una cita inevitable con la dueña de la vida, mereciendo esta dama negra el desprecio por seducirnos a todos con su desencanto.

Dolorosa sentencia impuesta por el destino cuando traspasamos el umbral de la vida en el vientre materno, al formarse un embrión con características morfológicas de la especie humana. En ese instante ya queda rubricada nuestra condena, sin que hayamos hecho mérito alguno para merecerla ni tengamos posibilidad de indulto, aunque la envidiable fe de los creyentes les lleve a la inmortalidad en paraísos de felicidad perpetua.

Sea como fuere, hagamos de este día del cáncer la jornada mundial de la esperanza, llevando nuestra voluntad más allá de la detestable enfermedad neoplásica que multiplica las células de forma anormal e incontrolada, y extirpemos los tumores sociales malignos que se han extendido como una mancha de aceite, pintando de negro la esperanza.

Alejemos a quienes piden la muerte de los ancianos para ahorrar gasto sanitario. Recortemos el poder a los que recortan la investigación científica que podría librarnos del cáncer. Aparquemos en el desierto a los que convierten la vida en un infierno anticipado. Borremos del mapa social la insolidaridad y ocupémonos en ganar la vida, auténtica batalla que merece la victoria, porque el cáncer no es más que una de las múltiples causas por la cual abandonamos la existencia.

Conquistemos, pues, la vida sabiendo que la muerte es invencible, tomándonos cada mañana un vaso que contenga dos chorritos de generosidad, tres gotas de altruismo, cuatro pellizcos de honradez, cinco cucharadas de empatía y seis cazos de solidaridad.

PARAÍSOS FISCALES

PARAÍSOS FISCALES

Nada sabemos del paraíso celestial donde al parecer algunos pasarán la eternidad por haber sido, – o aparentado ser -, buenos en la vida. Poco sabemos la gran mayoría de terrícolas de bellos lugares paradisíacos repartidos por el planeta. Del paraíso terrenal simplemente sabemos lo que Dios Padre inspiró a los escribas del Antiguo Testamento, para que supiéramos las andanzas de nuestros padres primigenios en el jardín de las delicias. Y todo el que quiera puede leer los paraísos artificiales de Baudelaire compartiendo su experiencia con las drogas.

Pero sólo unos cuantos privilegiados pueden disfrutar de países, islas, territorios o ciudades donde bancos, empresas y millonarios, pueden llevar allí sus fortunas sin pagar un duro por ello y con una opacidad infranqueable. ¡Bien!

En estos fraudulentos espacios insolidarios hay asentadas quince sucursales de bancos españoles por las que se pasean famosos sinvergüenzas de guante blanco que ensucian su boca hablando al pueblo de honradez y sacrificio.

Se calcula que son 16 billones, – ¡billones! – de dólares, el dinero que circula por las Islas Caimán, Londres, Gibraltar, Andorra, Bahamas, Belice, Islas Vírgenes, Maldivas, Mauricio, Montecarlo, Liechtestein, San Marino, Vaticano, Seychelles y cien lugares más repartidos por el mundo, llevado a sus cajas secretas por usureros y explotadores del sudor ajeno.

Forma de limpia de blanquear dinero transfiriéndolo a través de Internet y de lavar dinero sucio entregándolo personalmente en las ventanillas, sin necesidad de intercambiar una sola palabra con el empleado de turno, encargado de recoger las bolsas.

Si el dinero evadido permaneciera en los países de origen, éstos recaudarían  los 200.000 millones de dólares que permitirían erradicar el hambre en el mundo. Y si la Hacienda española recuperara los 80.000 millones de euros anuales originados por fraude fiscal, no habría crisis a la vista.

¿Qué hacer, pues? Ya lo he dicho muchas y no voy a repetirlo.