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Etiqueta: paraísos fiscales

INFIERNO SOCIAL

INFIERNO SOCIAL

Evasión

Infierno social es el penoso averno donde son enviados los contribuyentes honrados por insolidarios defraudadores que guardan su dinero en paraísos fiscales, protegidos por gobiernos, amparados por banqueros y defendidos por siervos que recogen del suelo las migajas que les arrojan los estafadores.

Dinero negro y sucio que duerme en cajas de seguridad, ocultados por ladrones, corruptos, y traficantes de drogas, armas y personas, para no cotizar impuestos ni aclarar su procedencia, mientras se pasean en limusina por carreteras que pagamos los demás, son atendidos en hospitales que sufragamos entre todos y disfrutan de servicios comunes que no se merecen.

Se calcula en torno a los ¡30 billones de dólares! los billetes del mundo que duermen el sueño de los injustos en Bermudas, Caimán, Antigua, Canal, Mónaco, Gibraltar, Vírgenes, Lichtenstein, Hong Kong o Singapur, intocables para mandamases que esquilman modestas arcas familiares, cuando bastaría con eliminar esos paraísos de corrupción para coagular la crisis, que muchos de los defraudadores han provocado.

Todo hace pensar que 90.000 personas en todo el mundo, representantes del 0,001 % de la población mundial son propietarias de la mayor parte del capital defraudado, demostrando ser más poderosas que los tres poderes de cada Estado juntos, obligándonos a pensar que ciertos miembros del poder Ejecutivo, del Legislativos o del Judicial consienten la situación porque forman parte de la trama o se benefician de ella.

España no está al margen de la situación, como demuestra el hecho de que el 80 % de las empresas del IBEX tengan filiales en esas cuevas de Alí Babá, provocando que el fraude en nuestro país supere los ¡250.000 millones de euros! que representa un fraude al fisco, – es decir a los ciudadanos, porque “Hacienda somos todos” -, de 75.000 millones de euros, cantidad que permitiría evitar los recortes y mantener el estado del bienestar.

BANCOCRACIA

BANCOCRACIA

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Cuando todos festejan el «día del trabajo», yo miro para los causantes de la falta de trabajo, en un país de 47 millones de personas que sobrevive con el esfuerzo de 16 millones de ellas, pues hay 6.202.700 de parados que se muerden los puños de rabia ante la injusta situación que están pasando, por obra y gracia de graciosos financieros que obraron bien para ellos, desgraciando a la mayoría de sus vecinos.

La jóvenes democracias modernas asomaron el cuello por la ventana de la historia en la segunda mitad del s. XIX dando paso al gobierno del pueblo, instaurando el sufragio universal, aboliendo la esclavitud y proclamando sobre el papel los derechos humanos, aunque la realidad haya sido bien distinta.

Quiere decir con esto que la democracia está todavía por estrenar en su plenitud, conformándonos los ciudadanos con proclamar sus deficiencias y mentiras, pero aceptando que es el mejor sistema de gobierno, teniendo en cuenta las sangrientas consecuencias a que nos han llevado las dictaduras, con millones de muertos en su haber a lo largo del último siglo.

Hoy pretenden engañarnos los gobernantes con grandes palabras que usan como calderilla, pretendiendo convencernos que vivimos en una democracia gobernada por el pueblo y alejada de los consejos de administración bancarios donde asientan sus reales los poderes financieros que realmente gobiernan el mundo.

Esta bancocracia se caracteriza por arruinar al pueblo, sin contar con el pueblo. Algo así como el despotismo ilustrado, pero sin ilustración alguna, lo que transforma la seudocracia en financiocracia, donde los pocos que más tienen se llevan lo que a todos pertenece, dejando a la intemperie a los legítimos propietarios del dinero que se llevan.

Hoy ha desaparecido el capital productivo dando paso a la especulación financiera más deshumanizada y feroz que imaginarse pueda, dispuesta a convertir las ciudades en grandes morgues de miseria, mientras los especuladores respiran aire limpio en paraísos fiscales terrenales, dejando para los ingenuos un paraíso virtual que consuela su pobreza pensado en eternas recompensas celestiales.