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CAÍDA DE BIZANCIO

CAÍDA DE BIZANCIO

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Con silencio, presagio de tragedia, amaneció el 29 de mayo de 1453 la ciudad de Constantinopla, ignorando sus defensores que los turcos mandados por el sultán otomano Mehmed derribarían sus murallas y pondrían bajo sus pies a todos los bizantinos mandados por Giustiniani que se defendían tras la muralla de la ciudad.

La caída de Bizancio en manos de los turcos acabó con los restos del Imperio Romano de Occidente, clausuró el cristianismo en la zona de la derrota y dio por finalizada la oscura Edad Media, alumbrando en la historia de la Humanidad el progreso, la comunicación y la modernización definitorias de la Edad Moderna, con su mirada al antiguo clasicismo.

La rendición de Estambul fue debida al empeño expansionista de los otomanos, aprovechando que católicos romanos y ortodoxos griegos andaban despistados y a la gresca entre ellos, para ver quien de los dos mandaba en Bizancio, en vez de ocuparse en unir sus fuerzas para vencer a los turcos que se les echaban encima, confiando en que Constantinopla sería inexpugnable a todo ataque.

Pero ni los muros Teodosianos ni la muralla de Constantino, resistieron los cañonazos turcos que tiraron abajo las defensas bizantinas de un manotazo, apresando a todos los católicos romanos y ortodoxos griegos que sobrevivieron al feroz combate que tuvo lugar, sin darles tiempo los otomanos para rezar juntos en la basílica de Santa Sofía, porque las cruces del templo habían sido cambiadas por medias lunas y el cristianismo por islamismo.

CROISSANT – CRUASÁN

CROISSANT – CRUASÁN

Unknown

La conversación mantenida ayer con unos amigos mientras desayunaban cruasanes y yo tostada con aceite, me obliga a recordar que el bollo de hojaldre en forma de media luna fue inventado por los austriacos en 1683, aunque los franceses se atribuyeran la creación de esta masa hojaldrada con levadura y mantequilla, que bautizaron con el nombre de croissant, aludiendo al cuarto “creciente” de la luna.

Tuvo su origen el cruasán en las disputas mantenidas por vieneses y turcos durante el asedio de estos a Viena, cuando quisieron conquistar la ciudad austriaca al mando del visir Mustafá, poniendo cien mil otomanos a sus puertas y cercándola durante meses a la espera de su rendición, mientras construían túneles por la noche para acceder a la villa por debajo de las murallas, aprovechando que los vieneses dormían.

Pero los madrugadores panaderos detectaron golpes de piquetas bajo sus pies, alertando al ejército adormilado en los cuarteles para que despabilaran, expulsando en pocos días al invasor de los pasadizos y cerrándolos a cal y canto para evitar nuevas incursiones de los infieles a través de ellos.

Viena se salvó definitivamente de los otomanos cuando un polaco asentado en la ciudad escapó del cerco otomano para solicitar ayuda a Carlos V de Lorena, que liberó con su ejército y civiles polacos la ciudad, celebrando la victoria con bollos dulces en forma de media luna llamados Kipferl, precursores del croissant francés, que apareció en 1838 con el nombre de kaisersemmel o pan vienés.

También se cuenta que el entonces emperador austriaco, Leopoldo I, compensó a los panaderos sus servicios, autorizándoles a llevar al cinto la espada que tanto habían solicitado, y agradeciendo al emperador el detalle elaborando un bollo en su honor que sirviera de mofa a los turcos, ideando un panecillo en forma de media luna que hoy desayunan millones de personas en el mundo, incluidos los turcos.