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CUBA EN EL CORAZÓN

CUBA EN EL CORAZÓN

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Tras dieciocho meses intercambiando de prisioneros con Raúl y negociando en secreto con el Vaticano y Canadá como intermediarios, Obama ha cumplido la promesa electoral de tender la mano a Cuba, reconociendo que a los gobiernos americanos se les fue la mano con el bloqueo a la maltratada isla, desde que esta se negó a ser zona de recreo y orgías para capitalistas americanos.

Tras el apretón de manos de Obama con Castro en el sudafricano funeral por Mandela, llegó la liberación de Alan Gross que abrió las puertas al entendimiento entre ambos países solicitado en cartas personales que Francisco envío desde Roma a Obama y Raúl, pidiendo la normalización de relaciones entre Cuba y EEUU, algo que se hizo posible el martes 17 de diciembre, cuando el papa bueno celebraba su setenta y ocho cumpleaños.

Nunca he sabido el origen de mi afecto duradero a la isla caribeña y a los cubanos, sin haber pisado el Malecón habanero, ni haber hecho guardias en el Castillo del Morro, ni saludado a José Martí en la Plaza de la Revolución, ni degustado un mojito en la Bodeguita del Medio, ni haberme sentado en la calle a conversar con los vecinos viendo pasar el tiempo a ritmo de habanera.

Por eso, cada vez que hago dueto en soledad con el desaparecido Carlos Cano o mi entrañable Pasión Vega, cantando las Habaneras de Cádiz, se me entrecorta la voz y enmudece el sentimiento, por el apasionado afecto que me provoca la isla hermana, abandonada a su suerte durante décadas por el país del dólar y la indiferencia.

Inexplicable temblor del alma sin justificación para la ciencia porque los sacudimientos internos escapan a toda lógica, por mucho que los manuales se esfuercen en conseguirlo, los exiliados cubanos anticastristas se empeñen en disuadirme y los publicistas denuncien la falta de libertades y derechos ciudadanos en la república insular.

Llevo a Cuba en bandolera cruzada sobre el corazón, pregonando mi deseo de abrazar esa tierra hermana que sufre y sonríe; que nada pide a sus vecinos y todo lo da por la liberación de la miseria africana. Un brazo de tierra que quiero estrechar entre mis brazos para hermanarme bajo el cielo del pico Turquino con su lucha por la supervivencia, teniendo por testigo las aguas cálidas del Caribe.

Hoy grita mi corazón vivas al fraternal pueblo cubano y en cada palpitación la sangre se hace solidaria en juramento de perpetua identidad con esta tierra injustamente castigada por el destino que no merece.