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CARTA DE LOS REYES MAGOS A LOS DIPUTADOS

CARTA DE LOS REYES MAGOS A LOS DIPUTADOS

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Padres de la patria:

Hemos recibido la carta que nos habéis enviado con las peticiones de cada uno, y pasamos a responderos colectivamente, aunque sea costumbre de esta Casa Real no responder a las infinitas cartas que recibimos. Pero vosotros merecéis una respuesta por el atrevimiento y desvergüenza que habéis tenido pidiéndonos más prebendas, cuando sabemos  que habéis abusado del dinero ajeno, esquilmado cuentas ciudadanas sin pedir permiso, para colmaros de presentes.

Tenemos noticias de que os habéis regalado un teléfono iPhone 4S, un iPad, un PC para el despacho, un Módem 3G con datos pagados y un ADSL para vuestra casa, a los que sumar un despacho propio con asistente incluido. ¡Joder!, con padres de la patria como vosotros no puede extrañarnos que los ciudadanos prefieran estar huérfanos y nos hayan pedido un ángel exterminador que os lleve al otro barrio.

Cómo tenéis el descaro de pedirnos un helicóptero personal para vuestros desplazamientos, con piloto, médico, enfermera y asistente incluidos, si ya os pagan los vecinos el kilometraje, las dietas, los peajes, los taxis, los billetes aéreos en primera clase, trenes y barcos, y ¡hasta las multas de tráfico!

Tampoco podemos acceder al aumento de sueldo que nos habéis solicitado con cara de cemento armado, porque multiplicáis varias veces los desafortunados sueldos mileuristas que los trabajadores, centuplicando la prestación que reciben los cinco millones de parados y diez millones de pensionistas, sin contar lo que sumáis por cargos, comisiones, ayudas de alojamiento, manutención y viajes.

Tampoco podemos concederos la exención fiscal total que habéis demandado, porque tenéis bastante con no tributar por las dietas, alojamiento, viajes, manutención y cargos. Ni podemos ceder a otorgaros indemnizaciones por ausencias a los plenos,  bostezos en los escaños y nula participación en debates, pues ya tenéis bastante con que los ciudadanos os paguen la Seguridad Social, los derechos pasivos, la póliza de accidentes, las mudanzas y las jubilaciones.

No entendemos cómo es posible que guardando todo esto en la faltriquera de la estafa, tengáis el descaro de pedir sacrificios a los ciudadanos, asegurándoles que tendrán el Estado de bienestar que sea posible, es decir, ninguno.

Resumiendo:

Por vuestro cinismo al decir que no hay otra solución que arruinar al pueblo para salvaros vosotros y los depredadores que protegéis.

Por la avaricia de concederos a vosotros mismos todo lo que negáis a los votantes que os mantienen en la poltrona.

Por la gula que destiláis en los banquetes que pagan los mismos que recogen las migajas de pan que caen al suelo.

Por vuestra pereza congénita en la tarea, por las siestas que os echáis en los escaños y los bostezos que despiertan a los adormecidos.

Por el egotismo, soberbia y falta de autocrítica que os lleva a culpar siempre a los demás de vuestros propios errores.

Por vuestra lujuria, como vicio de apetito sensual desordenado que os lleva a ambicionar en demasía los bienes materiales.

Por la mentira exculpatoria y la demagogia de escudaros siempre en la democracia que estáis pervirtiendo.

Por la avaricia insaciable y la ambición desmedida que acreditáis con vuestras viciosas peticiones, merecedoras de exclusión, nos sumamos al deseo del pueblo y os adjuntamos para la firma el escrito de dimisión como padres de la patria, porque es el mejor regalo que podemos hacer a los ciudadanos.

Sin afecto por nuestra parte, esperan vuestra renuncia,

Melchor, Gaspar y Baltasar

POLITIQUEROS

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Versodiario 11:

En la selva donde estamos                                                                                                                  ¿ganan? los depredadores                                                                                                                  que se llevan a dos manos                                                                                                                  el dinero y los favores

POLITIQUEROS

Los sabios intelectuales que sientan sus nobles posaderas en los sillones de la Institución encargada de limpiar, fijar y dar esplendor a nuestra lengua, nos advierten que hombre político es persona que interviene en las cosas del gobierno y negocios del Estado.

Listos los académicos – como era de esperar – no aclaran qué son las “cosas del gobierno”  ni a qué se refieren con “negocios del Estado”. En todo caso, con la buena voluntad que nos asiste sabemos de quiénes están hablando. Se refieren a hombres dignos, generosos, sacrificados y solidarios, que ponen su sabiduría, tiempo y trabajo al servicio de la comunidad que gobiernan, con desinterés y abnegación.

Grupo social – como todos sabemos –  casi extinguido, del que apenas si quedan algunos ejemplares residuales en cavernas megalíticas, sótanos medievales y pozos ciegos, donde han sido desterrados por sus voraces sucesores. Plaga bíblica que nos invade y arruina con su insaciable ambición de privilegios, sus tarjetas platino, viajes en primera clase, dietas de sueldos mileuristas, salarios inimaginables, jubilación eterna y complementos adicionales de dudosa procedencia, origen en algunos casos de causas judiciales que no les impiden carcajearse impunemente en su trono democrático de la pobre mayoría silenciosa que sufre resignadamente su impotencia ante los hechos.

Esta especie se define indirectamente en el diccionario – puesto que no figura entre las miles de voces que recoge – como ¿personas? que intervienen y brujulean en política con superficialidad y ligereza, intrigando y con bajezas.

La benevolencia con que los académicos definen esta fauna bien merece una réplica, que ofrezco a quienes me visitan en el escritorio.

POLITIQUEROS

Codiciosos, caciques, trepadores,                                                                                                    soplagaitas, tramposos, chaqueteros,                                                                                              lameculos, farsantes, choriceros,                                                                                                      mentirosos, vulgares, timadores.

Ignorantes que ocupan, sin rubores,                                                                                                 portadas de revistas y letreros                                                                                                         simulando que son los curanderos                                                                                                   que nos libran de penas y dolores.

Personajes extraños que tenemos                                                                                                    ocupando despachos oficiales                                                                                                          mientras otros tiramos de los remos,

sabiendo que son causa de los males                                                                                                que el resto de nacidos padecemos                                                                                                  por sus viles conductas inmorales.

 

MÁS ELECCIONES

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Versodiario 5 :

Observo el mundo y me digo:                                                                                                            entre la realidad y los sueños                                                                                                            tiene su espacio el mendigo

MÁS ELECCIONES

Sí, queremos más elecciones, muchas más elecciones. Elecciones mensuales o semanales, según convenga, y conviene mucho. A lo que sea, pero que se solapen las elecciones indefinidamente,  aunque tengamos que pagar por ellas el dinero que no tenemos.

Queremos más elecciones, porque sólo ellas nos acercan a la realidad, alejándonos de ficticias crisis económicas que no están sino en la mente de parados y  mileuristas. Sólo el desfalco político electoral será capaz de sacarnos del pozo pesimista en que estamos sumidos sin justificación alguna. Sólo el gasto innecesario en obras inútiles o el despilfarro en necesidades inexistentes, nos alejara de los problemas cotidianos, provocando que los índices bursátiles se salgan por encima de la pantalla.

Bienvenidas sean, pues, las elecciones, con sus estrenos y promesas de salvación, aunque sea engañándonos a todos, incluso a los promotores de las mentiras que acaban por creerse sus propios embustes, mientras ensayan entre bastidores la ceremonia de su coronación.

Ha llegado el momento de recoger firmas para solicitar la prolongación indefinida del fantasioso espacio electoral, donde se inauguran manantiales secos que jamás darán agua a la sedienta población. Ficticias autopistas que llevan a verticales acantilados para que se despeñen los incautos que por ellas circulan.  Sedes culturales en la cumbre del Moncayo para alpinistas despistados. Bibliotecas sin estanterías ni libros para  analfabetos. Aeropuertos virtuales para que los jubilados  deambulen por el asfalto arrastrando su miserable pensión. Piscinas sin agua  para que los lagartos tomen el sol. Y campos de deportes en el mar para que salten los delfines.

Inauguraciones que se complementan con quiméricos proyectos, fruto exclusivo de  imaginaciones calenturientas, alimentadas con demagogias de terciopelo por quienes proponen mejoras imposibles a los ciudadanos con intención de seducirlos. Cantos de sirena que llenan de papeletas las urnas, aunque los votantes sepan que nada será cierto, pero la tradición les ha turbado el entendimiento y derogado el sentido común, anulando su rebeldía con tantas promesas incumplidas.

Perversiones que abren de par en par las puertas a un país encantado a gusto de los embaucadores de tribuna, del que son expulsados durante el periodo electoral los millones de parados para que no rompan la imagen de un paraíso inexistente.