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EL «OFICIO» DE SER PADRES

EL «OFICIO» DE SER PADRES

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En vísperas de Reyes Magos, cuando hacen de monarcas conseguidores los padres de las criaturas que sueñan el milagro de la magia, es buen momento para reflexionar sobre el oficio más antiguo de la Humanidad, aunque algunos pretendan conceder esta primacía a las mujeres de vida fácil, usurpando el privilegiado lugar a los padres, merecedores de tal honor por derecho propio.

No hay «oficio» más difícil, sacrificado y en ocasiones desagradecido, como la de ser padres. Ingrato, porque no siempre llaman a su puerta los beneficiarios para dejar una limosna de gratitud; difícil, porque los padres desconocen a veces la ruta a seguir para abrir sendero a los hijos; y sacrificado, porque no admite descanso, se trabaja a jornada completa de veinticinco horas diarias, se paga la vida como salario y no hay jubilación posible.

La paternidad y maternidad son estados que corresponden a padres y madres, compartiendo tareas sin desmayo con inagotable entrega a los hijos, perenne quehacer diario, dedicación incondicional, generosidad ilimitada, paciencia infinita y tolerancia beatífica, sin esperar a cambio más que besos y sonrisas de los favorecidos por tanta abnegación, sacrificio, renuncia, sudores y dolores.

Los padres engendran vidas que no les pertenecen, protegen aves que volarán lejos algún día a su propio nido, orientan el rumbo de náufragos hasta que ellos adquieren pericia para viajar por la vida, ejemplarizan con la esperanza de que sus actitudes perduren y entregan a los hijos cuanto les pertenece, incluido aquello que no tienen.

En compensación, los padres son el primer blanco de la ojeriza infanto-juvenil de sus hijos, porque representan la fuerza opresora más inmediata y cercana, que impide a los principitos hacer aquello que les gustaría hacer y no deben hacer, obligándoles los padres a hacer lo que de ninguna forma harían si no fueran obligados a hacerlo.

El legítimo deseo de los padres y su mayor aspiración es ver crecer a los hijos sanos y felices, hacerse hombres y mujeres en libertad, trabajar en aquello que les satisface, tener una pareja que los complemente y formar un nuevo hogar, algo que contradice su aspiración  de que los hijos permanezcan siempre junto a ellos.

INVERSIÓN DE DOMINIO

INVERSIÓN DE DOMINIO

Se viene diciendo hace años y pocos lo han creído, que a partir del próximo siglo el mundo estará gobernado por mujeres, con lo cual ganarán mucho las generaciones futuras, porque la vida será más amable, habrá mayor bienestar social y estará asegurada la paz.

Pasados los tiempos de dominio de la fuerza bruta. Olvidadas las religiones que condenan las faldas al segundo plano.  Desterradas las leyes que someten las mujeres al macho, llegará la hora del talento, la sensibilidad, la lealtad, la libertad y el dominio de las féminas, aunque hoy todavía se continúe apedreando la infidelidad conyugal de las mujeres en ciertos ámbitos, por confundirla con la infelicidad forzada.

Las sucesoras de quienes fueron estigmatizadas por no llegar vírgenes al matrimonio, hoy consumen anticonceptivos sin esconderse de los inquisidores.

Las descendientes de  mujeres objeto que protagonizaban anuncios en el intermedio de las competiciones, hoy ganan más medallas olímpicas que los machos protectores.

Aquellas que la ley divina ordenaba cortar las manos que agarraban a un hombre por los testículos en defensa propia, hoy responden a las agresiones con leyes civiles.

Las herederas de las despreciadas por parir una hija que eran castigadas con 80 días de suciedad, hoy son un ejemplo de tenacidad y valor.

Las nietas de abuelas que no podían votar ni moverse por el mundo sin autorización de los maridos, hoy defienden la libertad de los hombres.

Las declaradas impuras durante la menstruación, acusadas de transmitir impureza a quienes las tocaran, hoy exhiben orgullosas su disponibilidad a la maternidad.

Las que todavía tienen hoy que demostrar ser doblemente mejores que los hombres en sus puestos de trabajo, lograrán un día desplazarlos de los sillones.

Las romanas que Cicerón sometía a los guardianes masculinos por la debilidad de su intelecto, hoy destacan en las actividades que requieren pensamiento, razón, constancia y reflexión.

Aquellas que para Aristóteles tenían menos dientes y cerebro que los hombres, hoy aprietan los dientes en su lucha por las libertades, con una inteligencia muchos siglos despreciada.