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Etiqueta: Marugán

PESOS PESADOS

PESOS PESADOS

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Los populares herederos directos de líderes franquistas que recibieron el espaldarazo político de sus progenitores, y otros tantos socialistas que durante años criticaron el franquismo, han seguido los mismos pasos, pretendiendo soldarse con autógena a los sillones institucionales, cantando a coro “No nos moverán”.

Oyendo las declaraciones de algunos pesos pesados populares y socialistas defendiendo estatutos enmohecidos y estructuras internas añejas para seguir silloneando, es fácil explicar la debacle de ambos, invocando el espíritu trasnochados ya invalidados por actuales exigencias sociales.

Muchos líderes populares y socialistas reconocidos por todos los votantes, llevan décadas viviendo lujosamente de la política, sin otro mérito que ser tocados por el dedo poderoso del jefe que los ha incluido año tras año en las listas electorales, perpetuándose en escaños y poltronas institucionales.

La negativa de los viejos elefantes populares y socialistas a irse al cementerio político con sus colmillos retorcidos y las arcas llenas hasta rebosar con los tesoros de las minas electorales tras décadas de neoneo, obliga a pensar en canonjías envidiables y privilegios categóricos de la profesión política en que convirtieron sus vidas.

Pedimos a los militantes ingenuos de ambos partidos que no se dejen embaucar con la magia de los prestigitadores que guardan conejos en la chistera para cautivarlos, aprovechando su inocencia; y prevenimos a los candorosos votantes que estén muy atentos porque jugarán con cartas marcadas y listas cerradas elaboradas por ellos, en las próximas elecciones.

SOCIAMISMO

SOCIAMISMO

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El Partido Socialista está lamiéndose las heridas electorales inmerso en su propia intimidad, es decir ensimismado, recogido en el santuario de Ferraz y mirándose al ombligo las veinticinco horas del día, ante la falta de espejos donde recrearse, rotos por ambiciones internas, reproches mutuos y aspiraciones desmedidas por seguir llevando las riendas de un caballo desbocado que terminará por despeñarse en Despeñaperros.

Deseo equivocarme, pero la confusión interna reinante y el desconcierto de los votantes que no entienden nada de lo que está sucediendo, no van a disolverse por mucho que los 956 delegados se muevan con habilidad entre las grietas del 22 de mayo, los escombros del 20 de noviembre y la posible ruina del próximo 25 de marzo.

Bono se queja de que Barreda le dejara al pairo en las críticas patrimoniales que recibió, como si alguien pudiera esconder un lingote de oro detrás de un alfiler; y José María le ha recriminado la endemoniada herencia que le dejó en Caja Castilla la Mancha y el despilfarro impune del aeropuerto de Ciudad Real.

Los extremeños Ibarra y Vara, se están dando con la vara uno al otro, culpándose mutuamente de lo que ambos fueron culpables. Griñán más despistado que un burro en un patatal, va de problema en problema mirando de reojo a Chaves, y con la manguera en la mano intentando apagar un incendio que se llevará por delante la rosa, sin que nada pueda hacer para quitarle la espina de los cocainómanos EREs.

Y en medio de todo esto, Rubalcaba paseándose del brazo de Txiki Benegas, Marugán y Caldera por las agrupaciones, al tiempo que Carme Chacón taconea por la calle con el zapaterismo bajo el brazo junto al disfrazado Javier de Paz y su amado Miguel Barroso, dejándose ver en televisión a hombros de Jaume Roures.

Ni uno ni otra. Ni rancia nostalgia por mucho que brille, ni falsa renovación por mucho que prometa. Ni megaterios, ni trapecistas. Ni líderes apaleados en las urnas, ni continuadores aspirantes al relevo. Muchos simpatizantes socialistas están sorprendidos que dos corresponsables del mayor fracaso electoral de la historia socialista, aspiren a seguir dirigiendo el partido.

El socialismo necesita un rostro nuevo en los carteles electorales. Una esperanza verdaderamente renovada que ayude a superar la decepción sufrida. Un compromiso sin contaminación alguna por hechos que contradigan las promesas.  Alguien con valor para comprometerse con un socialismo real, sin componendas, prejuicios, ni temores.

No están las espadas en alto en Ferraz, ni el ruido que se oye es de sables. Lo que suena en los pasillos del santuario socialista son chasquidos de bayonetas caladas, por mucho que Aguilar amenice la despedida de Zapatero con su guitarra.

SUICIDIO POLÍTICO

SUICIDIO POLÍTICO

Confieso que ver en televisión la imagen del portavoz socialista Alonso escoltado por Benegas, – ¡34 años en el sillón! – y Marugán – ¡29 años de poltrona! – me ha obligado a pedir el urgente relevo de dinosaurios en las filas socialistas, para evitar las añejas fotografías en sepia que contradicen la igualdad de oportunidades que proclaman en su ideario. Relevo que también deben acometer los seguidores de la gaviota.

Según todos los sondeos, los populares aventajan holgadamente a los socialistas y éstos se contentan pensando que sus adversarios no despegan como les gustaría, sin tener en cuenta que son incapaces de alcanzarlos, a pesar de toda la escoria que se oculta bajo el bigote del “bigotes”. Esto me lleva a compartir la opinión de quienes ven necesario el suicidio político de olorosos dirigentes, aunque la autoexclusión no sea posible dado que estos megaterios se han fosilizado en mecedoras públicas de diferente textura y color.

No voy a pedir a los militantes de base que inoculen toxoplasmas en las glándulas de los tapones políticos que impiden el flujo de nuevas ideas, bloquean la presentación de ilusionantes proyectos y evitan el cumplimiento de sinceros compromisos políticos, pero me quedo con ganas de hacerlo, aunque a lo peor se cuelen de nuevo «miembras» o «hilillos», porque los ciudadanos queremos ser gobernados por mentes jóvenes en odres viejos que hayan acreditado competencia, honestidad, madurez y generosidad en su vida, sin exigirle pedigrí alguno ni pureza de sangre azul o roja.

La mayoría de españoles somos personas sensatas, libres de ataduras políticas y herencias ideológicas asentadas en el pasado más negro de nuestra moderna historia. Y muchos de nosotros tenemos claro lo que va a suceder en las próximas elecciones generales, pero nos falta la convicción de que los militantes de uno y otro signo condenen a galeras del olvido a los dirigentes que llevan lustros enquistados en el poder.

Sabemos que muchas ballenas mueren varadas en las playas por seguir a la desorientada timonela hacia el suicidio. Como hicieron las cuatrocientas ovejas turcas que se fueron tras el carnero que las guiaba cuando decidió arrojarse por un acantilado. Pero este no es el caso de los dinoterios rojoazulados, porque estamos viendo  los intentos de sus líderes por reforzar los anclajes al poder, encaramados en las cabeceras de las listas, – sin las cacareadas elecciones primarias en ambos casos -, tras llevar más ¡26 años! el cántabro, y ¡30 años! el gallego, ocupando sillones oficiales.

Estos profesionales del poder se caracterizan por tener una salud psicopolítica rota, debido a su ambición desmedida por dominar voluntades ajenas. La aparente frialdad externa que muestran contrasta con su calenturienta actitud interior. Impulsivos y con un nivel cero de tolerancia ante el fracaso político, son interdependientes en su soledad y mantienen expectativas tan ambiciosas como irreales, fruto de la distorsión mental que padecen desde aquel lejano día en que, –  unos primero y otros después -, participaron en la fiesta democrática que atufó de frustración y amargura al adversario.