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Etiqueta: Mario Conde

HINTELEZTUHALES

HINTELEZTUHALES

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El doctorado honoris causa es el máximo grado académico que otorgan las universidades españolas desde 1920, a personas públicas eminentes que han destacado por sus méritos profesionales, relevancia intelectual y científica, o especiales contribuciones al desarrollo de la sociedad y el bienestar común.

Pero no siempre los doctorados honoríficos se otorgan a ciudadanos merecedores de ello, sino a hinteleztuhales éticamente frágiles como la porcelana, histriónicos personajes que a todos engañan, mercachifles que mancillan la honradez y turbios personajes que pastan en alcantarillas morales.

Así sucedió con el antiguo cobrador del autobús familiar que su padre conducía por las carreteras gallegas, don Gerardo, distinguido en 2008 con el doctorado honoris causa por la Universidad ilicitana “Miguel Hernández”, sin otro mérito hinteleztuhal que tomar cañas de cerveza en la cafetería de la Escuela de Ingenieros Industriales, hasta que pasó a ser “el Ferrán” en el hospedaje público de Soto del Real, donde el honorífico doctorado universitario le fue cambiado en 2013 por el meritorio doctorado en estafa pública, con alzamiento de bienes, blanqueo de dinero y fraude impositivo a los ciudadanos.

Otro destacado hinteleztuhal, frustrado clérigo y médico sin oficio, ha ostentado varios doctorados universitarios honoríficos que recibía con la mano derecha, mientras por la izquierda estuvo durante treinta años estafando a los ciudadanos envuelto en la protectora señera, hasta que el molt honorable Pujol pasó a ser el molt depredador de bienes ajenos, por obra y gracia del 3 %, grave problema que contaminó sus papilas políticas con ambición enfermiza.

Con toga, muceta, cara dura, pelo engominado, Gaudeamos, Laudatio y rey por testigo, don Mario Conde fue investido doctor honorífico de la Complutense por el rector Villapalos el 9 de junio de 1993, siendo experto en meter mano en caja ajena, sin mover un pelo de su cabello, hasta ser inquilino a gastos pagados durante años en el hotel de Alcalá Meco.

Este hermoso ratero de Argentia Trust, concluyó su discurso de investidura en la Universidad Complutense, diciendo: «El gran desafío consiste en dotar de humanismo nuestros proyectos colectivos. En recuperar al hombre. En recuperar el pensamiento humanista como definidor de la arquitectura de todo modelo social”. Tras sus palabras, Pinocho se hizo hombre…

NUEVOS RICOS

NUEVOS RICOS

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El dinero fácil que la bonanza económica puso en manos de banqueros y especuladores sin escrúpulos, ha sembrado el país de nuevos ricos a quienes les falta el pedigrí, la prudencia, el talento y la experiencia de quienes heredan fortunas con solera guardadas en cofres blindados bajo una palmera. En esto e diferencian los clásicos millonarios de los nuevos ricos que ostentan poderío económico con tan grosero estilo trilero que indultan socialmente a los históricos ladrones de guante blanco.

¡Qué afán tienen los nuevos ricos en dar la nota! ¡Qué manía de exhibir los objetos robados a la puerta de casa! No es discreción lo que les falta, sino cerebro. No andan escasos de prudencia, sino de sustancia gris. No adolecen de criterio, sino de neuronas. Les ciega tanto la ambición que van tropezándose por la calle con sus propios errores.

¡Roba y calla, coño!, habría que decirles. Pero no pueden hacerlo. Tienen la necesidad patológica de exponer en el escaparate público sus tesoros, y esto es algo que no tiene remedio porque la sabiduría no se compra en ninguna taquilla. Ni el honor, la dignidad, el respeto, la discreción o la templanza.

Sólo pueden comprar con el dinero que afanan, cosas de poco valor aunque deban pagar muchos euros por ellas: coches de lujo, vinos de solera, licores exóticos, joyas de exposición, ropas exclusivas y obras de arte que utilizan como papel higiénico. Ignorancia en suma. Esa es la característica fundamental que define a estos nuevos ricos, aunque pretendan aderezarla con poses de escaparate.

Nuevos ricos horneados en pelotazos de los años ochenta; cocidos en la burbuja tecnológica de los noventa; o fraguados morteros inmobiliarios, pero cada uno de ellos con sus caprichos. Camacho, el mago de Gescartera, tenía como oficio coleccionar ropa. Javier de la Rosa mostraba su preferencia por los yates. Mario Conde metió la mano en la caja para comprar fincas donde cazar ingenuos de pacotilla. El dinero que tenían los de Afinsa y Forum en el álbum lo emplearon para comprar coches y barcos. Y el vulgarón de Roca se emborrachaba con Petrus de dos mil euros en la bañera, mientras abrillantaba con antiarrugas la varita mágica de las recalificaciones urbanas.

¡AQUELLOS TIEMPOS DE CÁRCELES…!

¡AQUELLOS TIEMPOS DE CÁRCELES…!

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Viendo correr la impunidad a galope tendido por la piel de toro, sin bridas ni freno que la detenga, espoleada por políticos y sin obstáculos sociales, ni sentencias judiciales condenatorias, ni estancias en alojamientos penitenciarios, sólo cabe añorar la década de los años noventa cuando pasaron una temporada a la sombra personajes de mejor catadura de los que ahora sonríen a los ciudadanos desde la tribuna de la impunidad.

Pusieron sus huellas digitales en la ficha de internos carcelarios, algunos privilegiados dirigentes que hoy no pasarían a la trena porque las togas andan lentas y los tribunales despistados desde que la justicia se ha quitado la venda, desequilibrando la balanza a favor de quienes no merecen favores.

Entre los huéspedes que durmieron en Alcalá-Meco estuvieron Mariano Rubio, Concha, Tamayo y Quesada, por defraudar a la Hacienda Pública a través de Ibercorp, siendo obligado el primero de ellos a dimitir de su cargo como Gobernador del Banco de España, algo que no sucede hoy.

¿Recuerdan ustedes dónde acabaron los que metieron mano en la caja pública de los fondos reservados malversando nuestro dinero? Pues eso. Si hubiera ocurrido hoy, Barrionuevo, Vera y el sinvergüenza de Roldán, estarían paseando impunemente por las calles protegidos por guardaespaldas, como hacen todos los que han estafado a los ciudadanos esquilmando las arcas públicas, sin que nadie se haya atrevido todavía a ponerle el cascabel al gato, es decir, a dictar sentencias en vez de censurar la situación a cencerro tapado.

Impunidad que disfrutarían hoy los banqueros Mario Conde, Romaní, Lasarte y Escolar, que lucieron entonces trajes a rayas por falsear documentos y apropiarse de algunos millones de euros, nada comparables con las cantidades arrapiñadas por los “cajeros” que han arruinado las Cajas de Ahorros, llevándose hasta los lapiceros y desplumando a miles de ciudadanos indefensos, que ven con desesperación como los estafadores viajan en limusina camino de paraísos fiscales.

Por delitos incomparablemente menores a los cometidos por muchos políticos que todavía permanecen en escaños, poltronas y sillones “reales”, no ficticios, el presidente cántabro Hormaechea fue condenado a seis años de prisión y 14 de inhabilitación.

Con estos ejemplos bastan para comprender la indignación del pueblo viendo sonreír en la pantalla con prepotencia insultante a los presuntos: Bárcenas, Rato, Urdangarín, Torres, Cristina,  Camps, Matas, Villegas, Encina, Rivas, Fernández, Álvarez, Iglesia, Orozco, Pujol, Blanco, Tous, Masallés, Millet, Crespo, Cuesta, Berzosa, Carrillo, Blasco, Martín, etc. etc. etc.