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VERANO DEL 42

VERANO DEL 42

primer-amor-300x225Requerido por la sed, el amor declina otro verano del cuarenta y dos desde las almenas marinas al contorno de las orquídeas y despliega su aroma sobre la almohada azul de los años juveniles, sin esperar a cambio más milagro que el advenimiento de la novedad primera requerida por el beso furtivo en los maizales.

Así pues, la entrega se hace irremediable en la mocedad de los pañuelos de satén, condecorada por dedos luminosos con la diadema que sostiene como rehén un racimo de nuevos sentimientos, llegados del misterioso país de la felicidad, cuando una caricia destila agitaciones anímicas y convulsiones del espíritu desconocidas hasta el día del nacimiento a la nueva vida que espera tras el guiño del amor.

Comienzan inesperadamente los deseos a trenzar fechas, nombres y proyectos, en melenas por peinar, y los corazones viven la abundancia de la aurora en los trigales, sin prevenir el advenimiento de lo inesperado tras el encuentro casual con la mitad de vida que faltaba por encontrar entre los sueños perdidos de la infancia.

Por fin, la margarita descubre a la inocencia el secreto que guarda entre sus párpados, y responde a los interrogantes con un poco de viento, antes que el azahar disipe temores verdecidos en con estanques de lágrimas felices con pétalos de flores inexistentes hasta producirse el milagro de la intromisión en el santuario, consagrando el futuro al siempre incierto extramuros del encuentro.

Es entonces cuando el jazmín retiene en su cáliz la savia que derramó la manzana al desflorarse, en espera de ser convocada por el silencio para prestar a los labios dos palabras, mientras el velo del misterio descubre en las miradas el bienestar de los cuerpos habitados en mutua pertenencia.

MENSAJE DE YANIS

MENSAJE DE YANIS

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En pleno mes de las flores, cuando los políticos deshojan la margarita pretendiendo que esta flor asterácea les anticipe si ocuparán canonjías y sillones tras la consulta electoral del próximo día 24, yo escribo esta carta a los aspirantes a poltrona, desde mi laico oratorio matinal, para recordarle a los afines, convergentes y divergentes, el mensaje de Varoufakis, cuando ocupó el trono de poder económico griego concedido por Alexis, tras la victoria electoral obtenida por Syriza en el país helénico.

“Mi mayor miedo – dijo Yanis Varoufakis – ahora que he aceptado el reto, es que me puedo convertir en un político. Como antídoto a este virus, voy a escribir una carta de renuncia y guardarla en el bolsillo de la chaqueta, lista para ser entregada en el momento en el que perciba síntomas de que estoy faltando al compromiso de decirle la verdad al poder”.

Leo y releo las palabras del ministro, tratando de encontrar un político español que pudiera hacer algo semejante, y me resulta difícil encontrarlo. Busco y rebusco entre las filas partidistas con el mismo resultado negativo que obtuve anteriores elecciones, donde no encontré la esperanza que me devolviera la fe perdida.

Indago en las hemerotecas, examino los papeles de Bárcenas, reviso instrucciones judiciales, me paseo por las cárceles, investigo en la Universidad de Málaga, asisto a los cursos andaluces de formación, compruebo las listas de consejeros de Caja Madrid, fiscalizo en las liquidaciones fiscales y voy con un candil encendido buscando por las esquinas políticas, sin encontrar un aspirante que pudiera redactar ese manifiesto.

No sé qué hacer, pero tengo certeza de lo que no voy a hacer. Debe ser porque ignoro más de lo que sé; desconfío más de lo que debo; la experiencia empantalla mi credulidad; tengo cataratas en mis entendederas; o la realidad contemplada en las actuaciones de “hunos”, “hotros” y “poymos” esta distorsionada por esperpénticos espejos virtuales donde todos se presentan ante los ojos de mi entendimiento.