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CERRAR PUERTAS A LOS GRANUJAS

CERRAR PUERTAS A LOS GRANUJAS

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Para reparar pinchazos, taponar orificios y evitar fugas de manera transitoria, se emplean parches de diferentes tipos que resuelven temporalmente el problema, en espera de cambiar definitivamente el neumático o renovar la tubería.

Eso mismo ocurre en la vida política actual, plagada de oportunistas, gandules, incompetentes y chupaeuros, que es necesario meter en un cesto y arrojar al mar del olvido. Algo que no es fácil porque la ley que rige sus destinos tiene demasiados orificios abiertos por donde se escapan desaprensivos, granujas y caraduras,  impidiendo que tal deseo se cumpla.

Siendo imposible cerrar todas las vías de agua, podemos, al menos, obturar las tres más importantes con otros tantos parches legales que impidan la llegada al poder de arribistas, pancistas, ventajistas y estraperlistas de la política.

Convendría poner el primer tapón al pluriempleo de sus señorías, obligándoles a tener dedicación exclusiva al Parlamento durante el tiempo que estén representando a los ciudadanos, para evitar tentaciones malsanas derivadas del poder que otorgan las urnas en los despachos privados.

Por otro lado, es necesario cerrar de una vez por todas con un parche de acero el acceso a la profesión política, es decir, la permanencia en cargos públicos más allá de dos legislaturas, para evitar el enviciamiento, la rutinización y el cansancio de nuestros padres políticos. Escaños, concejos y diputaciones, en muchos casos heredados de los padres, imitando así la monarquía borbónica que nos modera.

Finalmente, urge abrir las listas electorales y terminar de una vez con la partitocracia que tanto daño nos está haciendo. Una verdadera democracia ha de permitir a los ciudadanos elegir libremente a sus representantes sin autorizar que sean los partidos políticos quienes decidan los vecinos que van a gobernarnos.

Son simplemente tres parches que sería innecesario aplicar si los ciudadanos que aspiran a gobernarnos fueran honrados, trabajadores, generosos y dispuestos a servir a la comunidad con su talento, en beneficio del progreso colectivo. Quimera inalcanzable por la que seguiremos luchando hasta que la parca llame a nuestra puerta o el entendimiento que hoy nos asiste, decida abandonarnos.

LISTAS ABIERTAS

LISTAS ABIERTAS

Versodiario 8 :

Dadnos la oportunidad                                                                                                                        de elegir representantes,                                                                                                                  sin proponernos en listas                                                                                                                  vuestros fieles militantes

LISTAS ABIERTAS

A primera vista, en democracia somos los ciudadanos quienes decidimos los representantes que a nuestro juicio merecen sentarse en el concejo o en los distintos parlamentos, pero no es así. Se vota a los partidos, no a las personas, olvidando que son éstas las que hacen posibles los cambios y el progreso. Pero quienes deciden los ediles y congresistas en nombre del pueblo son los partidos políticos, presentando listas cerradas y bloqueadas, por riguroso orden de codazos, según establece la ley para las elecciones al Congreso, sedes autonómicas y concejos.

Sistema de listas cerradas que no tuvo sentido siquiera a finales de los años setenta cuando se estableció para fortalecer los partidos políticos, después de su larga travesía de cuarenta años por el desierto. Pero hoy habría que dar opción a los ciudadanos de escoger nominalmente a sus representantes, con un sistema que permitiera a los sufridores votantes elegir los candidatos que le recomendara su buen sentido.

No hablo de listas abiertas convencionales – tan cerradas como las que así se llaman -, que dejan en manos de los partidos la selección de aspirantes, en una grosera maniobra intelectual de manejo político, que niega a los ciudadanos la verdadera soberanía que se mantiene en poder los partidos, al ser éstos quienes deciden los candidatos. Relación de poder descendente, cuando deberían ser los votantes protagonistas de listas realmente abiertas en las que pudiera figurar cualquier ciudadano, por quimérico que esto parezca.

Las listas abiertas a que me refiero pondrían la partitocracia en su sitio y a los partitócratas en remojo; implicarían a los representantes elegidos con sus electores; las órdenes del jefe se sustituirían por los deseos populares; se limpiarían las instituciones de personas no deseables por los ciudadanos; estimularían la presencia de votantes en las urnas; desaparecerían las luchas internas por ocupar puestos de salida; corresponsabilizarían a los electores en la gestión que hicieran los elegidos; y los procesados, corruptos, enviciados, tramposos y embusteros, tendrían su espacio en el fango pestilente de pozos residuales abandonados en islas desiertas.