Navegando por
Etiqueta: libar

RAREZAS PARLAMENTARIAS

RAREZAS PARLAMENTARIAS

898189

La parálisis que sufre el Parlamento español es buen momento para reflexionar sobre ciertas “rarezas” que suceden en ambas Cámaras, con la esperanza de evitarlas en el futuro, aun sabiendo que continuarán sucediendo como están porque la contradictoria condición humana nos lleva fatalmente a ello, desde que el primer simio puso pie en tierra.

Raro parece que nuestros parlamentarios lleven dos meses paralizados, vegetando en los escaños y pasillos camerales, pero cobrando el sueldo mientras sus jefes de fila negocian entre ellos sin llegar a un acuerdo, sabiendo que si los empleados de una empresa no trabajaran mientras los miembros del comité de empresa negocian el convenio, no cobrarían el salario y muchos se irían al paro de forma inmediata.

Raro parece que sus señorías se insulten entre ellos, mientan con descaro y profieran graves acusaciones mutuas de todo tipo en el Congreso sin que nada les ocurra, mientras los ciudadanos podemos sombrearnos en calabozos por insultarles a ellos.

Raro parece que los parlamentarios sean los únicos “trabajadores” que fijan sus propios salarios, establecen sus privilegios y legislan protecciones judiciales para ellos, mientras el resto de ciudadanos dependemos de su “señora” voluntad.

Raro parece que se obligue a los ujieres del Parlamento a llevar corbata, – como un presidente hizo con dos parlamentarios -, y que los padres de la patria puedan ir descorbatados por los escaños y pasillos de los pasos perdidos.

Raro parece que los parlamentarios puedan yantar y libar en la cafetería que arrendamos todos los ciudadanos a un hostelero, mientras los propietarios del local no pueden disfrutar de esos precios en las cafeterías donde se ven obligados a consumir.

Raro es todo lo que parece raro, siendo muchas las rarezas crónicas de un raro Parlamento formado por individuos raros procedentes de la rara cepa nacional, que con sus rarezas convierten en natural lo que sería raro en otras latitudes.

INVITACIÓN AL BIERZO

INVITACIÓN AL BIERZO

images

Acercaos a Foncebadón, amigos, y cruzad la frontera que separa la Maragatería del Bierzo, para entrar por la puerta grande en un vergel que os recibirá con bendiciones en la Cruz de Hierro y recreará vuestra alma con placenteras ofrendas del espíritu hasta Cebreiro.

Entre ambas cumbres se extiende la hoya berciana, lugar de leyendas narradas al abrigo nocturno de castillos templarios que custodian el alma de un territorio privilegiado, nutrido de encanto y grandeza histórica. Tierra fértil, saciada de verdores y aromatizada con pastizales, fruta madura y humo de chimeneas domésticas alentadas de reconfortantes fogones, donde el buen yantar de manjares propios y templado libar del zumo de sus cepas es compartido con ciudadanos hospitalarios, que un día reclamaron una república independiente para su tierra.

Recogeos, amigos, en esta cuna del monacato español; viajad en el tiempo a lomos de una herrería medieval; caminad por sendas inolvidables; contemplad una joya escondida del arte mozárabe; asombraos de la arquitectura rural en sus pueblos; y comprobad que la tebaida ermitaña no es quimera de iluminados monjes medievales abandonados a la oración en el ensoñador valle del Silencio.

Encontraréis en esta isla de paz interior lo inalcanzable en otras latitudes donde el bullicio enturbia la vida. Acercaos, pues, a descubrir el encanto de rudimentarios museos pespunteados de nostálgicas pallozas, donde encontraréis personajes singulares y humildes artesanos que brindan sabios consejos populares sin demandar nada a cambio.

Dejaos llevar por “la guiana” hasta el asombro de las bodegas y escuchad viejos recuerdos de pañuelos blancos anunciadores de vino nuevo que congregaba a vecinos y foráneos en torno al “senado” o “la abuela”. Y no olvidéis pasear por sus arterias montañosas para contemplar el milagro de ver transformada la codicia romana en caprichosas formas de un país encantado.

Subid luego al mirador de Corullón para contemplar el asentamiento donde se inspiraron los escritores sagrados para describir el paraíso terrenal surgido en las riberas del Burbia, porque en ese valle oiréis crecer la hierba en primavera. Deambulad por los claustros de sus monasterios y sentaos a la mesa con los bercianos a degustar botillo regado con vino de la tierra, acompañado de cantos a la regente de la Encina pidiendo que la lluvia riegue los pimientos, porque el aprecio de los bercianos, la grandeza de su alma y la nobleza de corazón que atesoran, merecen el abrazo y la gratitud que desde aquí les envío, en recompensa por todo el afecto recibido.

VALIDOS

VALIDOS

Cuando el segundo Felipe de la historia se llevó el absolutismo de la monarquía al Monasterio que construyó para descanso eterno de reyes en El Escorial, los sucesores del Prudente decidieron ocupar el tiempo en cacerías, escarceos amorosos, viajes y comilonas, dejando en manos de validos, – poco válidos y sin validar por el pueblo -, las riendas del país.

La holgazanería genética de reyes nacidos para reinar y gobernar, llevó a varios de ellos a dejar el gobierno en manos de amigos, ocupándose ellos simplemente de reinar, es decir, gandulear a costa de los demás, con el silencio de los descontentos vasallos, incapaces de llevar sus quejas más allá de murmuraciones  tabernarias y mentideros cívicos.

El primer rey que colgó las responsabilidades del oficio en el perchero de palacio, fue don Felipe III “el bondadoso”, tan amante de la paz que puso todos los problemas del reino en manos del astuto Paco Sandoval, conocido popularmente como Duque de Lerma, para dedicarse a trabajos más divertidos como cazar, galopar, roncar, jugar, holgar, coitar, yantar y libar.

La diferencia con la actual monarquía parlamentaria es que hoy se ha legitimado el reinado, despojándolo del gobierno que corresponde a un valido real elegido democráticamente por el pueblo cada cuatro años.  Lo demás se mantiene igual que en tiempos del  nieto bendito de san Francisco de Borja y el pueblo mantiene el silencio, limitándose a murmurar en las redes sociales