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GABO Y LOS PODEROSOS

GABO Y LOS PODEROSOS

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Pasados hoy siete meses de la muerte de García Márquez, oigo vociferar a un tertuliano de las ondas falsos testimonios sobre el escritor que me mueven a responderle, sabiendo que el autor de tales vociferios contra el escritor no leerá esta réplica a sus injustas diatribas.

Este ignorante sabelotodo, perteneciente a la más rancia derecha española en la que apenas militan una minoría de anacrónicos visionarios, criticaba que Gabo siempre buscara estar cerca de los poderosos en su propio beneficio, cuando la realidad es bien distinta a la pregonada por este iletrado predicador.

Es indudable que el poder interesó a Gabo como trasfondo de sus obras, algo reconocido por él mismo en varias ocasiones afirmando que todo lo que había escrito estaba relacionado con el poder, sin escatimar su imagen pública junto a los ciudadanos más poderosos del mundo, fueran políticos, empresarios, financieros o intelectuales.

Pero estos encuentros nunca estuvieron promovidos por Gabo ni se realizaron gratuitamente, ni estuvieron marcados por el narcisismo que nunca tuvo, sino para hacer realidad su compromiso social, unido a la valiente denuncia pública de las injusticias cometidas por los poderosos que visitaba.

De esta forma, consiguió en varias ocasiones que los gobiernos llegaran a determinados acuerdos con las guerrillas, que se liberaran algunos pueblos de ataduras y castigos, que muchos presos políticos alcanzaran la libertad y que la paz llegara a lugares que llevaban tiempo reclamando los condenados y algunos organismos internacionales.

Esa es la realidad que ocultaban todas las fotografías de Gabo con los poderosos, aunque tal actitud sea incomprensible para ese tertuliano pesebrero que mendiga contratos de palabrería a la puerta de los mismos poderosos que García Márquez ponía en la picota social.

MARIDAJE INTOLERANTE

MARIDAJE INTOLERANTE

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El maridaje Iglesia y Estado que llevó a Felipe II al altar político-religioso del brazo de Clemente VII, Pablo III, Julio III, Marcelo II y Pablo IV, comenzó a tomar tintes alarmantes con la promulgación de un decreto por el que se prohibía la importación de libros extranjeros y se ordenaba que todos los textos impresos en los territorios gobernados por el rey ¿prudente?, debían llevar la licencia del Consejo de Castilla y la censura eclesiástica correspondiente.

Con ello se pretendía dirigir la mente y los conocimientos de los súbditos en la dirección que más interesaba a la monarquía y al papado, con graves perjuicios para los ciudadanos cultos, los intelectuales y los librepensadores, publicando el Índice de los libros prohibidos por la Iglesia y amenazando de excomunión y tortura a quienes no atendieran lo ordenado.

Antes de contraer matrimonio por poderes en el mes de enero de 1560 con la hija de Enrique II, Isabel de Valois, de catorce años de edad, don Felipe despidió el año 1559 presidiendo un Auto de Fe en la plaza mayor de Valladolid donde fueron condenadas bajo la acusación de luteranismo treinta y dos personas, de las cuales trece de ellas fueron ajusticiadas a garrote y otras dos quemadas vivas: Don Carlos de Sesso y Juan Sánchez, criado del predicador de la corte Agustín de Cazalla, también muerto a garrote, cuya madre fue desenterrada y quemada.

Pero esto no fue bastante para los exterminadores: derribaron su casa para que no fuera ocupada por más espíritus malignos protestantes, cubrieron los restos con sal para ahuyentar libertades y levantaron un paredón de piedra cerrando el paso a la cultura, con un letrero contando el grave delito cometido y la mínima pena impuesta.

BIBLIOTECAS PERSONALES

BIBLIOTECAS PERSONALES

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Amistad, sabiduría, deleite y compañía aportan los libros sin pedir nada a cambio, ni demandar más atención de la que quiera dárseles, estando siempre dispuestos a otorgar buen nombre y reconocimiento a quien luce sus portadas y lomos en las bibliotecas privadas de salones y despachos domésticos.

Bibliotecas en las que pueden verse retratados los propietarios de las mismas, sin más que observar los títulos de las obras que ocupan las estanterías, pudiendo descubrirse su pensamiento leyendo las notas marginales que llevan incorporadas al texto, escritas por la confidente mano del dueño mientras pasaba las páginas de los textos.

Estas colecciones de libros son cuerpos vivos que nacen un buen día protegidos con ex-libris del propietario; crecen con el paso del tiempo, hermanándose unas páginas con otras en maridaje feliz; y mueren con el último suspiro de su creador. Tan fieles como un perro a su amo, las bibliotecas personales se mantienen al lado del fundador desde el día que adquirió el primer libro hasta su muerte, cuando la soledad acompaña su dispersión en otros anaqueles, tras la venta de las piezas o la distribución de las mismas entre los herederos del bibliotecario.

Pero en tan largo viaje necesitan purgas, cambios y sustituciones de las obras que ya no sirven, por otras más útiles que contribuyen a deleitar la vida del propietario, a pesar de que algunas bibliotecas personales cumplan el aserto de Prémontval, pareciendo boticas con muchos venenos y pocos remedios, contienen pócimas que provocan indigestiones literarias, vómitos intelectuales y diarreas mentales.

SUEÑOS IMPOSIBLES

SUEÑOS IMPOSIBLES

Soñar no es sólo fantasear mientras dormimos, porque también podemos imaginar despiertos situaciones distintas a la realidad, anheladas durante años con insistencia pertinaz por los que esperan hacer realidad sus sueños.

Ocurre, sin embargo, que los sueños de animales no suelen coincidir con el deseo de las personas, pues no somos ratas que pidamos vertederos y cloacas, – aunque deseemos que algunos humanos sean enviados a ellas -, o pulgas que echemos de menos la piel de los jabalíes.

Pero es fácil suponer que los chabolistas sueñan con salir de la pobreza.

Los presidiarios fantasean con tomar el sol a la sombra de una palmera.

Los intelectuales desean la desaparición del folclore cultural y los culturetas.

 Los revolucionarios imaginan valer más que la bala que los asesina.

Los ladronzuelos esperan ver algún día a los depredadores en el banquillo.

Los parados codician poder utilizar sus brazos para trabajar.

Los creyentes sinceros anhelan eliminar las supersticiones.

Los ateos ansían desterrar dogmas, misterios y eternidades, cielos e infiernos.

Y  los ciudadanos quisieran ser reconocidos por su nombre, no por el número que representan, formando parte de estadísticas rentables para el Gran Hermano.

MAESTRO UNAMUNO

MAESTRO UNAMUNO

Nueva conferencia ayer en Salamanca para hablar sobre el maestro Unamuno, en un selecto foro donde un grupo numeroso de profesores e intelectuales salmantinos optaron por asistir a la disertación en vez de presenciar un partido de fútbol, máximo rival que encuentran los actos públicos de todo tipo.

Entre todos los términos posibles para designar la actividad desarrollada por don Miguel durante los cincuenta y dos años que impartió clases, ninguna hay que defina mejor lo que fue y quiso ser, que la de maestro.

Maestro vocacional, porque Unamuno no podía haber sido otra cosa. Vocación que llevó más allá de las aulas, haciendo de su obra un foro de concienciación y cultura, donde la inquietud por la enseñanza y su tenaz empeño en educar fue el sustrato que alimentó cada una de sus páginas.

El soplo liberal que tanto necesitaban las aulas salmantinas fue dado por Unamuno con cierto coste personal debido a la oposición frontal que sufrió por parte del integrismo tradicional dominante. Su condición de vasco, joven, liberal y socialista, contribuyó a las hostilidades; los artículos como publicista multiplicaron las críticas; la proximidad a profesores progresistas le separó de la mayoría de claustrales; y su compromiso con la verdad fue causa de múltiples alejamientos personales.

Autoridad de maestro, basada en la competencia personal y el amor a la enseñanza, llegando a ser padre de una inmensa prole intelectual diseminada por el mundo,  “hijos espirituales” alimentados con su doctrina y compromiso moral, a los que transmitió lo mejor de sí mismo, haciendo vocación en todos ellos.

Agitar las conciencias, despertar espíritus dormidos, romper las almas anquilosadas, activar la monotonía intelectual, triturar el aburrimiento vital, renovar la vulgaridad mental y estimular el ambiente cultural, fueron ocupaciones diarias de este inconformista.

Pedíales a los estudiantes libertad de pensamiento, imaginación creativa e inconformismo intelectual para cuestionarlo todo, poniendo en tela de juicio lo que pareciera más asentado y axiomático, sin aceptar postulado alguno si querían gozar de una visión real de la vida, dándoles responsabilidades intelectuales no siempre alcanzables y pidiéndoles tolerancia, ajena a todo dogmatismo.

Leal a su profética misión de enseñar educando. Sincero en sus planteamientos y honesto en sus actitudes. Cortés, amable y educado en gestos y modales. Riguroso cumplidor del horario, eficaz gestor de actividades en el periodo lectivo y, finalmente, sabio como pocos lo han sido el los ochocientos años de historia de la Universidad salmantina, con una erudición apabullante.

Todo eso fue el maestro Unamuno antes de esconderse en el pecho del padre eterno, dejándonos, como lema de lucha, la defensa de la verdad por encima de la paz.