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Etiqueta: integrismo

PLATAFORMA PREMIADA

PLATAFORMA PREMIADA

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El Parlamento Europeo decidió a partir de 2008 conceder el premio “Ciudadano Europeo” a personas u organizaciones que lucharan por los valores europeos, promovieran la integración entre ciudadanos y los estados miembros, facilitaran la cooperación trasnacional en el seno de la UE y cumplieran los valores de la Carta de Derechos Fundamentales de la UE.

Pues bien, este año han decidido otorgar el premio a la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH), considerando que dicho colectivo cumple las condiciones exigidas para merecer este galardón, muy alejadas de las que algunos dirigentes populares le atribuyen, – sólo algunos -, coreados por la red de informadores populares en medios de comunicación.

Aunque toda la artillería política y mesiánica del más rancio integrismo y conservadurismo que anida en el corazón de algunos dirigentes populares, haya vituperado y denigrado a ese colectivo capitaneado por Ada Colau, tildando de nazis y terroristas a los miembros del movimiento premiado, en opinión de la Eurocámara y de la ciudadanía parece ser todo lo contrario, obligándonos a pensar que quienes están en el error son la minoría que sostiene lo contrario.

Cuesta aceptar que una Iniciativa Legislativa Popular patrocinada por la PAH, avalada por el Tribunal de Luxemburgo que dictaminó en marzo la incompatibilidad de la norma española con la directiva europea de protección de los consumidores de 1993, y firmada por millón y medio de personas, haya sido despreciada por la mayoría absoluta popular que lleva las riendas del país.

Pero que nadie se haga ilusiones, porque este premio no modificará el propósito de quienes han decidido llevarnos al pensamiento único, ni cambiará la actitud de los que permanecerán inmóviles en su sitio, ni hará callar a los voceros con la andorga agradecida.

CULTURA REDENTORA

CULTURA REDENTORA

Sabemos lo difícil que resulta laicizar la sociedad y rearmarla moralmente contra aquellos que explotan la ignorancia de la gente, utilizando la religión como tapadera de sus ambiciones, aunque ningún Dios proponga enviar a sus seguidores al matadero.

Por eso, los movimientos radicales tienen poco que ver con las religiones. Detrás de cada conflicto hay oscuros intereses de los mandamases, que juegan con los sentimientos religiosos de muchos ciudadanos necesitados de cultura, trabajo y pan. Son los jefes sociales, políticos y religiosos quienes hacen de su voluntad, la voluntad de cada Dios.
Si quienes se inmolan pensando que su muerte les llevará al paraíso, hubieran crecido con un libro en la cabecera de su cama, probablemente pondrían los explosivos en manos de los predicadores de la violencia, cediéndoles el alto honor de ser ellos los primeros en alcanzar la gloria. Urge una revolución cultural que libere a los ingenuos de la oscuridad que otros han iluminado con vanas promesas celestiales.

Si esto no es posible, cambiemos, al menos, la globalización económica, por la globalización moral. Apremia un acuerdo entre los pontífices de cada religión para condenar tanto engaño. Los obispos, rabinos, pastores, imanes y venerables maestros, han de llegar a un punto de encuentro sobre los valores éticos, comunes a todas las doctrinas, que permitan a cada cual seguir siendo lo que es, sin tener que llegar a las manos para resolver los conflictos que fabrican quienes deciden sobre nuestras vidas.

Hay que cambiar integrismo por integración, y fundamentalismo por valores fundamentales. Debemos aislar a los radicales, entumecer el fanatismo ideológico y enviar a la órbita de Júpiter a todos los extremistas. Occidente debe dar el primer paso, especialmente los países del G-8, que se llevan el 72 % de la riqueza mundial, dejando solamente la cuarta parte a los 180 países restantes. Y junto a un reparto más justo de la riqueza, hay que llevar a cabo también una gran exportación de libros, porque solo el conocimiento eliminará las cadenas y desmontará la farsa.

Un sabio anciano nos aconsejó hace miles de años que sólo creyéramos en nuestras propias vivencias y nunca en los cuentos que otros nos cuenten. Nos recomendó buscar el conocimiento y la sabiduría, para liberarnos de cargas innecesarias y ser algo más nosotros mismos. Por eso debemos apostar por la cultura.

Contra el totalitarismo, cultura; contra los extremismos, cultura; contra los fuegos eternos, cultura; contra el fanatismo, cultura; contra la manipulación ideológica, cultura; contra el terrorismo, cultura; y contra los mártires, cultura.

Un trozo de pan, un contrato de trabajo y un libro, son el camino a seguir para alcanzar la paz que merecemos. Este deseo lo llevo esperando cuarenta años, convencido que no llegaré a verlo cumplido.