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Etiqueta: granujas

INDEFENSIÓN EN LA «RED»

INDEFENSIÓN EN LA «RED»

Las medidas de seguridad en Internet no garantizan la expulsión de los granujas, ni evitan atropellos gratuitos a la verdad y al honor de las personas, con insultos directos, ultrajes injustificados, vituperios gratuitos, injurias falsas, agravios inmerecidos, descalificaciones sin fundamento y mentiras disfrazadas de verdades que atentan contra la fama y el buen nombre del agredido.

Cualquier usuario de la “red” puede hacer daño impunemente a quien desee, publicando falsa información de cosecha propia o difundiendo noticias ajenas sin verificar previamente la veracidad de las mismas, ante el aplauso de los favorecidos que agradecen con elogios la falsa información ofrecida, sin recibir su autor el castigo que merece por la difamación.

Y lo más grave de todo ello es la indefensión del vituperado, pues fácilmente ignore que su prestigio y honor han sido arrastrados por los pelos desde Singapur a la Antártida, aunque la ingenuidad del vocero le lleve a denunciar hechos punibles inexistentes, fruto de la perversa imaginación de canallas ocultos en los intersticios de la “red”.

Sé bien de qué hablo y por eso pido a las personas honradas que navegan por Internet o forman parte de redes sociales, que alerten sobre irregularidades y errores a quienes ingenuamente relajan la guardia confiando en la honestidad de quienes no merecen el aprecio ni la credibilidad que se les otorga.

El fanatismo de los hipócritas y la excesiva laxitud de los crédulos es la causa de que pululen por la “red” descalificaciones, falsas noticias, atentados al honor, artículos manipulados, datos erróneos, transcripciones adulteradas, apuntes ofensivos,  sectarismo insultante y despreciables actitudes que dañan la convivencia, confunden la libertad de expresión y quiebran los principios de verdad, justicia y honradez que deben regir los comportamientos de quienes navegamos y participamos en esta encomiable y necesaria comunidad virtual.

GRANUJAS Y CORRUPCIÓN

GRANUJAS Y CORRUPCIÓN

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No sé el tiempo que va a durar la desconfianza ciudadana en los dirigentes políticos, sociales y económicos, pero desde que uso la razón percibo que vamos como la ratita del cuento, de sobresalto en sobresalto y de susto en susto, por culpa de los granujas que han metido descaradamente la mano en la hucha común, en los fondos bancarios y en los planes urbanísticos para recalificar sus propias cuentas corrientes.

Estos haraganes se han dado a la briba en horario continuo y sin desmayo, exhibiendo en la plaza pública su pícara holgazanería. Personajes ruines, carentes de honra y vergüenza; avarientos, falsos, con viciosas costumbres y amañadas mañas. Rateros insolidarios, astutos, taimados y mezquinos, dignos merecedores de llevar al cuello un sambenito con la más satírica letrilla quevediana.

Es larga la miserable historia de tales depredadores, consumada con prevaricaciones, cohechos, malversaciones, apropiaciones indebidas, falsedades documentales, tráficos de influencias, blanqueos de capitales y delitos fiscales, desde los antiguos tiempos de Matesa, pasando por Fidecaya, Rumasa, KIO, fondos reservados, Ibercorp, Afinsa, Fórum Filatélico, Gescartera, Naseiro, Filesa,…

Pero en los últimos años se han mejorado a sí mismos con actuaciones perversas que emulan los argumentos más negros de la más negra novela de todas las novelas negras. Presuntos pelotazos en la Rioja; dinero turbio en Oropesa; EREs falsos en Andalucía; supuesta prevaricación en Cieza; concejala detenida en Canarias; problemas de gestión urbanística y de limpieza, en Orihuela; pelotazo urbanístico marbellí; Palma Arena en Baleares; Palau de la Música en Cataluña; y por último, la traca final del caso Gürtel, que amenaza con quedarse en la nada.

Así están las cosas y no creo que mejoren mucho porque quienes podrían enderezarlas son los más interesados en mantenerlas torcidas, para seguir trapicheando con su dignidad a cambio de un abultado puñado de euros. Para acabar con el fraude y la corrupción hay que  querer terminar con ella, así de simple. Pero hay pocas ganas de hacerlo, por aquello de la pescadilla que se muerde la cola.

Para este gremio de cuatreros sin escrúpulos la ética tiene el mismo valor que una señal de tráfico en el desierto. Pertenece a tan despreciable club una fauna carroñera de distinto pelaje ideológico, profesional y político, donde conviven católicos de pantomima, con agnósticos de pasarela; financieros ocasionales, con taberneros oportunistas; golfos disfrazados de ediles, con gañanes venidos a constructores; y funcionarios disfuncionales, con testaferros expatriados de la nada metafísica. El uniforme exigido para ser aceptado en esta secta de granujas es muy simple porque se reduce a unos guantes blancos y cuello tan duro como su cara, para esconderla cuando alguien les señale con el dedo.

Pero no es extraño que haya tanto mangoneo, mangancia y mangantes sueltos bien amarrados a los sillones de la democracia porque en España sale muy barato multimillonizarse ilegalmente. Ahí tienes los casos de Condenesto, ya de paseo por la Salceda luciendo la misma sonrisa burlesca que exhibió ante nuestros representantes en la comisión parlamentaria; o el intelectual Mortaroldán que se quedó calvo de frotarse billetes en la cabeza ante jueces y fiscales, hoy liberado y con el dinero en el fardel; o el Kiorrosa que puso un pie en cada torre haciendo un arco del triunfo por donde ha pasado la justicia entre una lluvia de confetis hechos con documentos falsos, mientras él disfruta sonriente los beneficios de su apropiación indebida.

CERRAR PUERTAS A LOS GRANUJAS

CERRAR PUERTAS A LOS GRANUJAS

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Para reparar pinchazos, taponar orificios y evitar fugas de manera transitoria, se emplean parches de diferentes tipos que resuelven temporalmente el problema, en espera de cambiar definitivamente el neumático o renovar la tubería.

Eso mismo ocurre en la vida política actual, plagada de oportunistas, gandules, incompetentes y chupaeuros, que es necesario meter en un cesto y arrojar al mar del olvido. Algo que no es fácil porque la ley que rige sus destinos tiene demasiados orificios abiertos por donde se escapan desaprensivos, granujas y caraduras,  impidiendo que tal deseo se cumpla.

Siendo imposible cerrar todas las vías de agua, podemos, al menos, obturar las tres más importantes con otros tantos parches legales que impidan la llegada al poder de arribistas, pancistas, ventajistas y estraperlistas de la política.

Convendría poner el primer tapón al pluriempleo de sus señorías, obligándoles a tener dedicación exclusiva al Parlamento durante el tiempo que estén representando a los ciudadanos, para evitar tentaciones malsanas derivadas del poder que otorgan las urnas en los despachos privados.

Por otro lado, es necesario cerrar de una vez por todas con un parche de acero el acceso a la profesión política, es decir, la permanencia en cargos públicos más allá de dos legislaturas, para evitar el enviciamiento, la rutinización y el cansancio de nuestros padres políticos. Escaños, concejos y diputaciones, en muchos casos heredados de los padres, imitando así la monarquía borbónica que nos modera.

Finalmente, urge abrir las listas electorales y terminar de una vez con la partitocracia que tanto daño nos está haciendo. Una verdadera democracia ha de permitir a los ciudadanos elegir libremente a sus representantes sin autorizar que sean los partidos políticos quienes decidan los vecinos que van a gobernarnos.

Son simplemente tres parches que sería innecesario aplicar si los ciudadanos que aspiran a gobernarnos fueran honrados, trabajadores, generosos y dispuestos a servir a la comunidad con su talento, en beneficio del progreso colectivo. Quimera inalcanzable por la que seguiremos luchando hasta que la parca llame a nuestra puerta o el entendimiento que hoy nos asiste, decida abandonarnos.

CRÍTICA NECESARIA

CRÍTICA NECESARIA

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En el último artículo comentaba el riesgo de hablar en voz alta, cuando las opiniones van contra del poder, se oponen a decisiones caprichosas, contradicen falsos argumentos, critican arbitrariedades, delatan a granujas emboscados, condenan abusos o denuncian ideologías perniciosas para la salud mental de los humanos.

Hoy toca defender la necesidad de dicha censura pública y el valor que tienen las críticas honestas y desinteresadas, porque son el único camino a seguir para la regeneración social y el rearme moral que nos libere de la sumisión incondicional al poderoso, de la explotación, de la injusticia y de la manipulación mental que lleva al suicidio de los ignorantes.

A pesar del castigo que la sociedad reserva al discrepante,  debemos enarbolar la bandera del inconformismo por encima de toda componenda, conscientes que en esa lucha por la verdad nos dejaremos jirones de piel, y que la libertad no habitará entre nosotros si bajamos las manos y cerramos los ojos a la injusticia.

La explicación a la condenación social del divergente hay que buscarla en la precariedad cultural de los criticados, en su pobreza intelectual crónica y en la inseguridad personal que se esconde tras sus intimidaciones y amenazas. En el fondo subyace la desconfianza patológica a perder lo que no se tiene. Nada más.

El miedo a la pedrada o al fuego inquisitorial, hace que la sociedad esté llena de cómplices ocultando delitos que conocen, silenciando errores manifiestos, enmascarando la verdad, encubriendo corruptelas, camuflando sucias negociaciones o disimulando cambalaches. Es una forma de cobardía social que sólo favorece a quienes se aprovechan de su silencio, recibiendo a cambio deshonrosas migajas.

Los españoles acostumbramos a hablar en los pasillos, por la calle, en las reboticas, mentideros y bares. Esas son nuestras oficinas de quejas y los confesonarios sociales que visitamos. Y es que confundimos el detestable chivateo, con la denuncia de abusos, arbitrariedades, trampas e injusticias, permitiendo con el silencio que los ladrones de guante blanco, sinvergüenzas de terciopelo y trileros de Armani, sean los grandes beneficiarios de la situación.

Las personas con espíritu libre, no tienen espacio en las organizaciones humanas, ya sean políticas, religiosas, sociales, profesionales o comerciales, porque los corazones rebeldes molestan más que una piedra en el zapato, y el “patrón” los quiere tener en un radio de dimensiones semejantes a los anillos de Saturno, sin darse cuenta que son los críticos quienes le harán mejorar y mantendrán estado de alerta.