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Etiqueta: galeras

DEVALUACIÓN MORAL

DEVALUACIÓN MORAL

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bueno

El desprecio a los valores éticos de la élite social ha propulsado a la órbita política, laboral, eclesiástica, judicial y financiera, un satélite artificial protegido exteriormente por una chapa impregnada con indeleble impunidad, tornillos desvergonzados que ajustan la codicia a los sillones y prepotente motor de mando lubricado con cinismo inoculado en las venas del tejido político.

El paso adelante dado por los granujas institucionales en los últimos tiempos presenta una grosería similar a los burdos tirones de bolso de los rateros que han perdido la blancura de guante que tenían en otro tiempo los carteristas, porque el sonrojo que sentían los antiguos corruptos en épocas recientes, se ha tornado en prepotente e insultante desvergüenza en los actuales.

Los vigentes dogmas morales decretados por los enviciados con sus bulas politicales, les permiten insultar al pueblo con descaro, pervertir la democracia, contaminar la justicia, mercenariar servicios, incumplir promesas, conculcar leyes, mentir sin inmutarse, secuestrar libertades y amordazar bocas.

Condenadas al olvido en el sótano oscuro de las galeras, reman inútilmente a contracorriente, aquellos valores que vivificaron la sociedad en tiempos de sequía, cuando al amparo de la solidaridad se cobijaba el honor, la verdad, el sacrificio, la resiliencia, el respeto, la generosidad, el perdón, la honestidad, el desprendimiento, la educación y la responsabilidad.

El temor al instinto depredador de los felinos rectores, se ha tornado en pánico en las chabolas hacia los decretos exterminadores promulgados por creyentes católicos ante los reclinatorios eclesiásticos, conculcando el mandato evangélico de amar al prójimo, liberar la pobreza y condenar al rico, entre golpes de pecho y sobredimensionados ojos de aguja, para que ellos mismos quepan por el falso orificio de la salvación que no llegará jamás a sus almas.

CARTA A UN JOVEN REPUBLICANO

CARTA A UN JOVEN REPUBLICANO

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Estimado Joaquín:

Hace tres días celebraron muchos ciudadanos el 34 aniversario de la Constitución Española que consagra la monarquía parlamentaria en España, y hoy nos toca a ti y a mí rendir culto y honor a la Carta Magna republicana aprobada un día como hoy de hace 82 años, que ungía una organización del Estado cuya máxima autoridad era elegida por los ciudadanos, siendo Niceto el primero en representarla.

He sabido por tu madre Lola, casualmente mi amiga y hermana-huérfana por vocación, que la sangre republicana corre por tus venas con el ímpetu juvenil de los incipientes diecisiete años de tu calendario, algo impensable que a mí me sucediera cuando tenía tu edad porque entonces la palabra república no figuraba en el diccionario, estaba desterrada del vocabulario y condenada a galeras por el régimen que la enterró en vida sin darle tiempo a los primeros balbuceos.

Quienes protagonizamos el milagro de poner en vuestras manos una democracia que no acaba de llegarnos en plenitud, fuimos privados de la libertad que tú ahora tienes para proclamarte abiertamente republicano, junto a todos los que pensamos en una jefatura del Estado no hereditaria, sino conquistada en las urnas por voluntad popular.

Ya ves, Joaquín, algo tan simple como eso, ha de someterse a una tradición sostenida en temores ficticios de un nuevo fracaso, alentado por quienes se empeñan en pregonar los males de la Segunda República, confundiendo a todos, cuando el cáncer estuvo en el desacierto de «hunos» y «hotros» gobiernos republicanos que hicieron inviable esa forma de Estado, inocente de todos los delitos que se le han atribuido intencionadamente durante años.

No tuvo la República culpa de nada, Joaquín, ya que fueron los dirigentes políticos responsables de su fracaso, por dar más golpes en la herradura que en el clavo. Republicanos fueron la gran mayoría de españoles, tanto de izquierda, como de centro, derecha y extremos, desde Gil Robles a Largo Caballero, pasando por Miaja, Franco, Queipo y El Campesino, para terminar en Picasso, Pemán, Ortega, Severo Ochoa, Muñoz Seca,…y Unamuno, diputado en las Cortes Constituyentes de la 2ª República, jurando todos lealtad a ella, pues incluso los militares que se sublevaron, vitorearon a la República en sus bandos rebeldes.

Vivo con resignada tolerancia la imposibilidad de votar al presidente de la tercera república española, pero mantengo la esperanza en que jóvenes como tú boten de una vez esta anacrónica monarquía propia de tribus prehistóricas y feudos medievales, protegida por cortesanos y medios de comunicación que ocultan la realidad de una Casa Real en decadencia.

No tengas prisa, Joaquín, pero trabaja sin pausa para desanacronizar el país, sabiendo que la monarquía acabará cayendo de inevitable muerte natural exigida por la historia de la humanidad, aunque los de mi generación lleguemos con retraso a la cita del notario popular que certifique su defunción, porque intentar evitar su caída es tan inútil como pretender que las hojas no se desprendan de los árboles en otoño o la costra de una herida se mantenga cuando ésta cicatriza.

A comienzos del siglo XX sostenían la monarquía los cortesanos que se beneficiaban de ella, el caciquismo a quien servía de agarradero y la enorme apatía de un pueblo maltrecho y moralmente desarmado por un siglo de luchas cruentas, que marchaba resignado pensando que más valía lo malo conocido que lo bueno por conocer.

Hoy las cosas han cambiado y muchos se niegan a tolerar que un monarca haga ilusoria la soberanía de un pueblo que aspira progresar al ritmo político que exige el desarrollo imparable de las ciudadanas y ciudadanos que escribirán la historia futura y darán vida a la sociedad española del siglo XXI.

Este viejo republicano que no conoció república ni vivió en ella más que en sueños futuristas de una realidad inalcanzable para él, te pide un recuerdo a su memoria el día que la madurez del pueblo no necesita arbitrajes de reyes, príncipes, princesas, infantas y cortesanos, para ocupar la jefatura del Estado.

Este sencillo homenaje esperará de ti en el valle de Josaphat, tu republicano amigo Paco.

EL «SISTEMA»

EL «SISTEMA»

Estamos dominados por un “sistema” que ha impuesto su método, donde impera el dominio de unos países sobre otros y de unas personas sobre otras, sin que los perjudicados se rebelen contra él, ni los beneficiarios del mismo agradezcan los servicios prestados a los remeros que sudan en las galeras de sus barcos para que ellos viajen felizmente en cubierta, tomando el sol y bebiendo piña colada.

Evito hablar de clases sociales para no herir castos oídos de puritanos capitaleros y eludir la crítica de sus palmeros publicistas, acusándome de utilizar un lenguaje trasnochando y perdido en la historia, por real que sea el desequilibrio existente entre el palacete y la chabola; el yate y la patera; el avión y la bicicleta; los sueldos millonarios y las limosnas; el caviar ruso y el mendrugo; la hartura y la hambruna.

El “sistema” ha convertido al vecino en enemigo; el amor en estraperlo; la solidaridad en rapiña; los trabajadores en utensilios; la competencia en peldaño de ascenso; el poder en ángel de la guarda; y el dinero en becerro de oro al que adorar cada noche antes de dormir y reverenciar por la mañana al salir de casa.