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GRACIAS, GABO

GRACIAS, GABO

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Unknown

Le han sobrado a García Márquez los 47 años de vida que le llevaron a la eternidad entre nosotros, desde que en 1967 la editorial Sudamericana expusiera en las librerías bonaerenses los sentimientos de un continente reducidos al mínimo espacio de Macondo, donde la saga Buendía vivió las peripecias del realismo mágico que a todos nos hizo enmudecer con gozoso placer literario.

Mercedes, Rodrigo y Gonzalo llevarán las cenizas de su cuerpo al homenaje, recordando los paquetes de cigarrillos que consumió diariamente en el exilio mexicano de la “cueva de la mafia”, mientras daba eterna vida en las páginas a la soledad centenaria de José Arcadio, Úrsula, Aureliano, Melquiades, Amaranta y Remedios, recibiendo a cambio 500 dólares como anticipo, para ahuyentar el hambre.

Ayer escribía yo en esta bitácora un elogió al amor, ignorando que agonizaba en su casa un hombre que vivió solamente para que sus amigos le amaran. Y le amamos todos los que hoy le agradecemos las páginas que nos han deleitado durante años, convertidas en libro de cabecera y costumbre diaria.

Se ha ido un cuerpo desgastado por el cáncer, pero su espíritu dicharachero, su abierta sonrisa y su alma buena queda entre nosotros, unida al compromiso solidario, la lucha por la justicia, el amparo de los derechos humanos y la denuncia de abusos, que Gabo condenó en voz alta desde las tribunas, como hizo en Estocolmo el miércoles 8 diciembre 1982, al recibir el más alto galardón de las letras, diciendo:

“Los inventores de fábulas que todo lo creemos, nos sentimos con el derecho de creer que todavía no es demasiado tarde para una nueva y arrasadora utopía de la vida, donde nadie pueda decidir por otros hasta la forma de morir, donde de veras sea cierto el amor y sea posible la felicidad, y donde las estirpes condenadas a cien años de soledad tengan por fin y para siempre una segunda oportunidad sobre la tierra”.

CHAVAL, DEDÍCATE A OTRA COSA

CHAVAL, DEDÍCATE A OTRA COSA

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Cuando en 1955 Gabriel García Márquez presentó a un editor argentino el original de “La hojarasca”, este “profeta” le dijo a Gabo: “Chaval, dedícate a otra cosa”, cometiendo un error del que estuvo arrepintiéndose hasta su muerte. Bien, pues espero no equivocarme tanto como el editor, diciéndole eso mismo al autor de un libro que se ha presentado recientemente en una sala mancillada por las palabras contenidas en dicho texto.

No me refiero a palabras gruesas, blasfemias o groserías, sino a expresiones carentes de la mínima calidad literaria exigida para justificar las páginas indigeribles que conforman el libro, haciendo imposible mi esfuerzo por pasar de las setenta y tres primeras, lo que me inhabilita para escribir la reseña que me han pedido.

Oscurece sus páginas la escasez del vocabulario empleado y la vulgaridad del lenguaje en ellas exhibido, unido a múltiples errores ortográficos, repetición de nexos, chabacanería expresiva, pedestres descripciones, pobreza léxica, verbos polisémicos, sustantivos genéricos, redundancias, adjetivaciones inexpresivas y epítetos tópicos, que hacen olvidar los continuos errores históricos que figuran en esta novela, pretendidamente ilustrativa de la historia personal de un maestro singular.

Considero que la tarea de escribir es ardua, dura, sacrificada y difícil, muy difícil. Pienso que un escritor no se improvisa en horas veinticuatro y que la biografía de un personaje no pasa en una noche de las musas al teatro editorial. Estimo que el oficio de escritor demanda vasta erudición, incansables lecturas, talento creativo, dominio de la lengua, conocimientos gramaticales, instrucción ortográfica y, sobre todo, respeto a los lectores que van a dedicar su tiempo al libro, porque nada hay que valga más que el tiempo, ni ofensa mayor que obligar a perderlo, engañando al lector con propuestas literarias que no merecen el tiempo, la atención, ni el gasto.

La creación literaria exige entrega, renuncia, sacrificio y trabajo. Requiere dejar las pestañas en páginas de otros libros, ocupar muchas horas investigando y desgastar las pupilas en la pantalla de un ordenador, buscando la perfección que García Márquez se exigía a sí mismo: “Repito el folio hasta que me sale impoluto. Sin ningún baile de caracteres y con la puntuación en su sitio. Un error de máquina o una tachadura es para mí un error de estilo que no me perdono”.

TERRORISMO

TERRORISMO

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Euskadi Ta Askatasuna ha muerto. ¡Viva la vida!

A partir de hoy podemos hablar de ETA en pretérito, recordando que fue una organización terrorista abertzale independentista que ponía muertos en la mesa de negociación para obtener el objetivos de País Vasco y Libertad, secuestraba y extorsionaba, desde 1958.

Pero nuestra salida del túnel del terror, no debe impedirnos recordar que otros países permanecen en él, soportando la barbarie del terrorismo que sólo pretende matar ciudadanos a traición sin haberles declarado previamente la guerra, para lograr un cambio político, un beneficio económico, una imposición religiosa, una reivindicación social o cualquier otro favor que las leyes ciudadanas o las tradiciones no contemplan.

El terrorismo es una intimidación homicida que sobrecoge el corazón de los vecinos. Violento chantaje a los Estados con almas inocentes. Extremada coacción con escasos beneficios. Y brutal castigo a familiares y amigos, tan inmerecido como injusto.

No pretende el terrorismo otra cosa que extorsionar, es decir, presionar a la negociación poniendo muertos sobre la mesa, para conseguir que el Estado actúe en el sentido que los terroristas determinan, lo que da un definitivo tinte de chantaje a sus actuaciones violentas.

La lucha contra esta dominación por el terror es difícil porque los autores aparentan ser inofensivos ciudadanos normales, muchos de ellos con el nivel de incultura suficiente para creerse llamados por divinas voces al sacrificio con el fin de gozar eternamente de inexistentes paraísos.

El éxito del terrorismo consiste en perseverar con actos violentos, como explica Gabo, el padre de los Buendía. El primer muerto que ponen sobre la mesa, provoca la ira de los ciudadanos contra los asesinos. Con el segundo, se inicia la protesta social contra la incapacidad del Gobierno. Al tercer vecino que rueda por el suelo comienzan algunos a ceder al chantaje para que cese el terror. Y al cuarto muerto que aparece en las portadas de los periódicos, se resquebraja la unidad antiterrorista, para regocijo de los matarifes.

Para evitar que esto suceda, los Estados que sufren terrorismo deberán reforzar sus estructuras, los ciudadanos luchar contra la resignación a la derrota, los dirigentes políticos olvidarse de su partido, las fuerzas y cuerpos de seguridad de todos los países mantenerse atentos las veinticinco horas del día y los líderes religiosos no predicar salvaciones eternas para quienes se llevan con su vida la existencia de los demás .