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ROMANTICISMO DEPORTIVO

ROMANTICISMO DEPORTIVO

La situación que viven en Salamanca los aficionados al fútbol con motivo de la eliminación “del Coruña” por parte de los “Unionistas” salmantinos, me ha animado a informarme del problema por boca de mi querido amigo Vicente, socio, forofo y defensor de dicho club, provocando con su relato mi adhesión a ese grupo de románticos que se niega a dejar su “casa” y llevarse el balón a campo ajeno, perdiendo con ello el dinero que tanto necesitan, pero salvando el alma que inspiró su fundación, según relato del hispano-brasileño amigo.

De nada han servido los alegatos de muchos ciudadanos para ver correr por el césped a los jugadores que vengan “del Madrid” dispuestos a darles un previsible disgusto a ritmo de chotis a los del tamboril y la dulzaina. Tampoco el ofrecimiento de los descendientes de Bernabéu para jugar el partido en su finca ha servido de nada. Ni las palabras institucionales les han hecho cambiar de opinión.

Los socios unionistas han decidido que sus muchachos jueguen el polémico partido en su prado de “las pistas” y sin grada supletoria, recordando que a este campo llegaron tras dar sus primeras patadas al balón en el campo de tierra de “La Sindical” hace siete años, con la ilusión por bandera, hasta llegar hace dos años al grupo II de la Segunda División B del fútbol español, con gestión democrática interna haciendo valer cada socio su voto, por encima de otros intereses y presiones externas, apoyados por pequeños granos de arena económicos procedentes de múltiples marcas comerciales salmantinas.

Todas las críticas recibidas por los “unionistas” que vestirán la camiseta blaqui-negra contra los jugadores del Real Madrid que vengan a sus pistas el próximo miércoles, no han podido romper la voluntad de permanecer en su sitio sin utilizar las gradas prestadas por el mejicano del Helmántico, ni el aforo madrileño de la Castellana, salvo que autoridades judiciales o federativas desautoricen el encuentro por intentar jugarlo en una instalación sin licencia para desarrollar la actividad que llevan practicando desde hace años, según denuncia hecha pública en la prensa salmantina por un edil municipal.

FUTBOLMANÍA

FUTBOLMANÍA

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Consideróme ciudadano futbolero normal, es decir, persona que disfruta viendo el adiestrado manejo colectivo de un cuerpo esférico hueco, manejado por un equipo de veintidós pies que tratan de burlar hábilmente a once pares de botas contrarias, ejecutando regates, controles, pases y acrobacias propias de quienes dominan el esférico con las extremidades inferiores. Pero de ahí no paso.

Quedarme en esa antesala no solo me facilita gozar siempre del espectáculo, sino que además me protege de risas y llantos; abrazos y reproches; celebraciones y silencios; fiestas y funerales; al no cruzar la línea roja de compromiso con un club concreto, pues mi contrato es con el fútbol-espectáculo como deporte complaciente cuando es bien practicado por un equipo cualquiera, sin tener en cuenta los colores del mismo, ni la localidad que le da nombre, ni la nacionalidad, ni aspecto alguno que apellide al club,

Ello me evita los disgustos adicionales que contemplo en amigos y amigas partidarios de una escudería concreta. Y me reafirma en la convicción de que quienes tienen que gozar o sufrir con los resultados son los beneficiarios del negocio: jugadores, entrenadores, directivos y periodistas afines que se dejan la garganta en las televisiones y los dedos en el teclado del ordenador, escribiendo con dolor o satisfacción la crónica de lo sucedido en la pradera de juego.

La futbolmanía que se apodera de fanáticos seguidores abducidos por camisetas de diferentes colores, conduce a inhumanos ataques de violencia física que se están prodigando como hongos otoñales en difentes palestras futboleras, donde unos descerebrados espectadores, directivos y/o jugadores se transforman por obra y gracia de un pitido y/o del resultado, en verdugos de quienes silban contra su voluntad, meten goles o aplauden jugadas de la cuadrilla opuesta.

Espectaculo lamentable de abducción futbolera, que provoca aplausos de los aficionados a balompedistas defraudadores en la puerta de los juzgados; enajenación mental transitoria que induce a dirigentes futboleros a noquear en el campo a miembros de la pandilla opuesta; matonismo que faculta a mafiosos para exhibir revólveres en la cintura sobre la hierba donde deberían estar pastando; y demencia colectiva de aficionados que se agreden mutuamente, destrozan mobiliario urbano, humillan a los mendigos y provocan a los pacientes y resignados policías con gestos e insultos merecedores de cargas que los espantaran allende las fronteras de la civilidad y el deporte.

INVISIBLES SUICIDAS

INVISIBLES SUICIDAS

ELTERRORISTASUICIDAFernandoVicente

Haciendo uso del derecho a opinar que asiste a todos los ciudadanos, hago público mi pensamiento en torno a los atentados sangrientos que han segado de cuajo la vida de inocentes vecinos parisinos, provocando inevitables sentimientos de dolor, rabia contenida, impotencia manifiesta y atenazante frustración, porque nada puede hacerse, y lo que se está haciendo no hará más que agravar la fractura y multiplicar la sangre.

No es momento de perder la razón cuando más la necesitamos, ni dejarnos arrebatar el sentido común por la venganza que conduce a un callejón sin salida, ni olvidar la historia por la inmediatez de los hechos, ni sustituir la templanza por la ira, porque todo ello nos impedirá ver el bosque donde nos encontramos rodeados de árboles sin hojas de libros en sus ramas, salvo las del Corán.

Los bombardeos que están llevando a cabo los franceses en la guerra que han emprendido contra ISIS, evidencian que han olvidado la historia y sus consecuencia, abandonando el análisis de la realidad en Irak, Siria, Afganistán y otros territorios, donde las bombas contra ellos multiplicaron el número de voluntarios dispuestos a inmolarse y disparar contra todo lo que se mueva en occidente.

Los terroristas son seres invisibles contra los que no se puede luchar por mucho que se empeñen los gobiernos, porque son indetectables por los radares, imperceptibles a las cámaras fotográficas, impalpables al tacto policial, incorpóreos a toda investigación, con una capacidad de transformación indescifrable a simple vista.

En ocasiones, el terrorista resulta ser el vecino amable que nos saluda sonriente cada mañana, hasta que un día nos lo cruzamos en la escalera sin percibir el cinturón de cartuchos que llevaba ajustado al cuerpo, camino de una escuela donde los niños se agrupan a la puerta o camino del estadio de fútbol donde juega el equipo de su preferencia.

También puede ser el compañero que un día no acudió a su puesto de trabajo porque tuvo que viajar en tren para llevarse con él al paraíso a las decenas de personas que estuvieron a su lado en la sala de espera de la estación, sin prevenir que el joven sentado a su lado estaba dispuesto a destrozar la vida de la esposa, hijos, padres y hermanos de los asesinados.

Estos personajes invisibles tienen la sonrisa en paz, pero el alma en guerra. Aparentan la mansedumbre de los corderos bajo su piel de lobo. Se consideran liberados de esclavitudes terrenales, sin percibir que su voluntad está cautiva. Y atesoran la ignorancia de los cuadrúpedos, quedando en manos de encantadores espirituales que aprovechan su incultura para dominar sus mentes.

Tened en cuenta, amigos, que mientras haya un inepto creyente de cualquier religión, convencido de que inmolarse por su Dios le llevará a la felicidad eterna, el terrorismo será invencible. Y tened aún más presente que la insaciable codicia de occidente hará imposible la paz.

BALÓN ANTIRREGLAMENTARIO

BALÓN ANTIRREGLAMENTARIO

balon copia

Comienza la liga de fútbol profesional en los estadios, jugándose los partidos con el balón reglamentario aprobado por la UEFA, y coincidiendo esta inauguración con el inicio de la liga política donde los equipos juegan sus partidos en Instituciones públicas jaleados por medios de comunicación, disputándola con unas reglas contrarias a las del fútbol convencional, y con balón reglamentario aprobado solamente por los protagonistas del derbi parlamentario.

En este penoso juego, los principales aspirantes al título electoral se disputan el esférico del pueblo a patada limpia, tratando de introducirlo en portería propia ante la oposición del equipo contrario que lucha por impedirlo, consciente cada uno de ellos que si el balón es atrapado en su red, quedará retenido cuatro años bajo la caprichosa custodia del vencedor.

Es el balón quien recibe los punterazos en silencio, con resignación y desinflándose, permitiendo que sigan jugando con él “hunos” y “hotros”, zarandeándolo a su antojo y dándole puntapiés, mientras tres árbitros observan con vistas tomar partido por alguno de los dos grupos de gladiadores que se fajan en el terreno social de juego.

Para impedir los remates con el balón cada jugador pone planchazos al cuero, sin resistencia alguna por parte del balón, que se deja cimbrear por los de cada bando, sin animarse a exigirles mejor trato, porque ese balón nació para ser niño yuntero como predijo el cabrero de Orihuela.

Los tres árbitros que vigilan son recién llegados y sin experiencia en este tipo de partidos, atreviéndose a sancionar el juego sucio de ambas cuadrillas, sacando tarjetas rojas a diestro y siniestro, levantando acta de sus malas acciones y deseando expulsar a todos los jugadores del campo para llevarse el balón, que terminará igualmente pateado en sus manos, como el delantero Tsipras ha demostrado.

HIJOS VÁNDOLOS DE PADRES ASILVESTRADOS

HIJOS VÁNDOLOS DE PADRES ASILVESTRADOS

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“¿Quiénes son los padres de esos niños?”, preguntaba con evidente mal humor el dueño de un restaurante, viendo correr, golpear y gritar a tres niños entre las mesas del restaurante, ante el creciente malestar de todos los comensales que ocupaban el salón, salvando los dos matrimonios responsables de las molestias que las inocentes criaturas estaban causando a todos los presentes, ante la pasividad de los irrespetuosos y asilvestrados progenitores.

No son culpables los niños de la mala educación de sus padres, ni responsables de la falta de responsabilidad exhibida por quienes los trajeron a un mundo civilizado, a muchas leguas de la selva amazónica donde el comportamiento de los animales es un ejemplo de respeto social para ciertos niños sin desbravar.

La situación de chillidos, galopadas, disputas, riñas, ajetreos, rabietas, llantos, berrinches y alborotos de ciertos niños, – no de todos, claro, porque hay padres normales -, va más allá de bares y restaurantes, es una epidemia que se expande a supermercados, exposiciones de arte, trenes, oficinas públicas, salas de espera, autobuses urbanos y cualquier espacio público donde los despreocupados padres sueltan a sus cachorros, creyendo que el resto de vecinos tienen la obligación de soportar las molestias de sus ineducados hijos para vida social, donde el respeto a los demás es el primer mandamiento de la convivencia.

Como sufridor de la circunstancia descrita en el primer párrafo y testigo de otras parecidas, entre las que se cuentan el atropello con un carro guiado por un niño en el supermercado que dejó sin tobillo a una señora, o el balonazo que recibió un caballero que estaba sentado en una terraza de verano, propinado por un niño que jugaba al fútbol en la plaza, no voy a caer en la tentación de hacer juicio de valor global, porque hay niños bien socializados por sus padres, aunque los vándalos sean más notorios, evidenciando su procedencia de padres asilvestrados.

Seamos, pues, comprensivos y tolerantes con esos bárbaros porque ya tienen bastante castigo con soportar los ineducados padres que tienen, responsables de la irresponsabilidad y mala educación de sus descendientes, por su negligencia en la tarea de educar sin agredir, adiestrar sin domar y dirigir sin violencia, para que sus hijos adquieran la formación moral, intelectual y social, favorecedora de un mundo más respetuoso con los vecinos.

FÚTBOL

FÚTBOL

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Con hijo, yerno y entrañables amigos he pisado ayer finalmente un campo de fútbol, durante la visita que hicimos al estadio Santiago Bernabéu, comida incluida en la cristalera del asador «La Esquina» y partido de fútbol entre el Real Madrid y el Schalke-04, cuyo resultado ya es conocido en toda la galaxia.

Si el fútbol no salva de las crisis, ni enriquece culturalmente al pueblo, ni promueve valores morales, ni evita el masivo desempleo, ni elimina la corrupción, ni mejora los salarios, ¿por qué mantenerlo, si ha demostrado ser un deporte tan inútil para la erradicar el hambre como el imán que llevó el gitano Melquiades a Macondo, inservible para extraer tesoros de la tierra que redimieran a sus vecinos de la pobreza?

Además, suscita diferencias, agita las masas, divide familias, disgrega amigos, provoca discusiones y ocasiona gastos, por lo que no debería ser objeto de deseo ni merecer el aplauso social que recibe en todo el mundo mundial, sino todo lo contrario, ser condenado al olvido y desterrado de la sociedad.

Pero no ocurre así, y ayer pude acercarme a la explicación que justifica su arraigo social y fuerza de convocatoria, cuando envuelto en la catarsis colectiva no pude sustraerme al  espectáculo que dieron los espectadores, la «grada joven», los «schalkeros» y las dos escuadras de gladiadores que se disputaban a patadas un balón, en pantalones cortos y con fibrosas tabletas de chocolate en el estómago.

Comprobé ayer que el fútbol es como una península cenagosa que está rodeada de lodo por todas partes, menos por el “istmo redentor” que da paso al estadio por donde entran miles de ciudadanos a redimir sus penas con el peloteo de veintidós jóvenes deportistas multimillonarios que se disputan una esfera llena de aire a puntapié limpio, sin poder tocarlo con la mano, ni darse patadas unos a otros.

Ayer verifiqué que el fútbol sirve para ocultar pasajeramente la realidad y adormecer la desesperanza, como hacen los opios deístas religiosos y narcotizantes ateísmos políticos, con la ventaja de que el fútbol no contamina el alma, relaja las inquietudes sociales, distrae el insomnio del hambre, evita la pesadilla del paro, alivia los pesares de la enfermedad, consuela desgracias y hace olvidar quebrantos, como saben muy bien los psiquiatras que recomiendan esta terapia a los pacientes aficionados al balompié.

Efectos sanadores de inmediatas consecuencias y eficaces resultados, que son aprovechados para desviar la atención ciudadana hacía la esperanzadora alfombra verde del césped, despistando a miles de monosabios que contemplan el ruedo sin percibir que el toro permanece en la plaza pública exterior dispuesto a cornearles con la cruda realidad de la vida, un minuto después que el hombre de negro pita el final de la contienda.

OLÍMPICAS DESDE 1928

OLÍMPICAS DESDE 1928

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Hoy, que las mujeres baten records en las canchas deportivas, conviene recordar que fueron segregadas y borradas del mapa atlético en las antiguas olimpiadas griegas, impidiéndoles correr, saltar, lanzar, luchar y competir en las pistas olímpicas, teniendo prohibida incluso la asistencia como espectadoras a los juegos olímpicos que disputaban los hombres.

Prohibición que se prolongó durante siglos, más allá de 1896 con la puesta en escena de las modernas olimpiadas, cuando el barón Pierre de Coubertin reunió a todos los atletos del mundo en Atenas, sin permitir que compitieran las mujeres, porque según el fundador de estas reuniones atléticas: “Para ellas la gracia, el hogar y los hijos. Para ellos, la competición deportiva”.

Tuvieron que pasar 32 años más para que las atletas pudieran participar por primera vez en los juegos olímpicos celebrados en Ámsterdam durante el año 1928, cuando el tarzán Weissmuller nadó como un pez, los uruguayos ganaron el oro en fútbol y por primera vez la llama olímpica iluminó el estadio durante todas las pruebas.

Atleta, es voz única para ambos géneros gramaticales, que nos obliga a diferenciar los atletas de las atletas por otros medios, pues el diccionario se empeña en mantener como primera acepción de atleta, al hombre – ojo, al hombre – que tomaba parte en los antiguos juegos públicos de Grecia y Roma, remediando el lenguaje sexista en la segunda definición, diciendo que atleta es la persona que practica el atletismo.