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¿QUÉ PASA CON BANKIA?

¿QUÉ PASA CON BANKIA?

Eso me preguntaba ayer un buen amigo danés por correo electrónico, ¿qué pasa con Bankia, Paco? Pregunta fácil de responder, pero imposible de comprender para un hombre honrado como Bo Brönsted que hace del servicio público, vocación.

Cómo explicarle a un hombre así el atraco que se avecina, sin que Parlamento y fiscales muevan un dedo para evitar el hundimiento moral en que nos encontramos por culpa de un puñado de cuatreros embaucadores, que han vaciado las cajas de las Cajas metiendo mano en ella con indemnizaciones multimillonarias, descarado cinismo, nula responsabilidad, incompetencia manifiesta, encubrimiento político y absoluta impunidad.

Qué pasa con Bankia, Bo. Pues pasa que la casta política y financiera se ha ocupado en construir puentes para ellos mientras obligan al pueblo a caminar por arenas movedizas, que terminarán engullendo a los ciudadanos.

Pasa que no podrá aumentarse un 280 % el gasto en educación y sanidad; ni un 13 % el gasto social; ni 25 veces la inversión en cultura, porque ese dinero hay que dárselo a una ruinosa entidad, atareada en beneficiar a sus regidores.

Pasa que 16 altos cargos del Partido Popular trabajaban en Bankia junto a dos sindicalistos y un exministro del Partido Socialista, que no era socialista, por supuesto, aunque llevara el capullo de rosa en la mano.

Pasa que la apisonadora popular en el Parlamento se niega a crear una comisión que investigue lo sucedido en la entidad, por si las moscas, ya que las salpicaduras podrían manchar la ética política de que presumen.

Pasa que los ciudadanos estamos hartos de una situación de abuso, mamoneo, explotación, impunidad y despilfarro, que ya se hace insoportable y de consecuencias imprevisibles, si el gobierno no corta por lo sano la situación y se olvida de recortar derechos básicos ciudadanos,  porque la indignación, preludio de violencia, va en aumento cada día, y a nadie puede extrañar que termine cayendo la Bastilla.

¿AMNISTÍA FISCAL? NO, GRACIAS

¿AMNISTÍA FISCAL? NO, GRACIAS

No queremos el olvido legal de delitos fiscales cometidos por millonarios de este país ni que se extinga de un plumazo su responsabilidad social y penal. Queremos justicia.

No queremos oscuras negociaciones con los evasores a la luz de la luna bajo una palmera en paraísos fiscales, con una piña colada en la mano y en la otra el capital hurtado a los ciudadanos. Queremos justicia.

No queremos ver florecer brotes verdes con violadas hojas de quinientos euros en las Agencias Tributarias, procedentes de falsos techos, dobles paredes, sociedades fantasmas y cajas blindadas. Queremos justicia.

No queremos aliviar la crisis del pueblo con la miseria de explotadores, la codicia de especuladores, el abuso de constructores, la mentira de estafadores y la ventaja de chantajistas. Queremos justicia.

Queremos que la justicia mantenga firme la espada, nivelada la balanza y los ojos vendados, para los administradores de la misma sigan su ejemplo y no les tiemble el pulso, contaminen las puñetas o asomen la vista por encima de la venda ante un título nobiliario, un sillón presidencial, un escaño o una abultada cuenta corriente.

Queremos que la insolidaridad y el engaño de unos cuantos privilegiados sociales que se reparten el 83 % de la tarta nacional, pase remando en galeras el tiempo que decida la justicia, porque estremece pensar que quienes han defraudado a los vecinos y se han aprovechado de los servicios que los demás han pagado con sus impuestos, puedan beneficiarse de una amnistía que no merecen.

Queremos que la Comunidad Europea ayude a todos los países miembros a resolver el problema de una manera muy económica, sencilla y eficaz: intercambiando el color de los billetes de 500 y 200 euros, declarando ilegales los que ahora duermen en cajas fuertes y paraísos fiscales, un sueño que no merecen.

EXPLICACIONES JUDICIALES

EXPLICACIONES JUDICIALES

Ni por un momento he dudado de la honestidad de los jueces. Nunca he cuestionado mínimamente la imparcialidad con que dictan sus sentencias. Jamás se me ha ocurrido pensar que los magistrados son aficionadillos de tres al cuatro que no saben lo que tienen entre manos, sino todo lo contrario porque la gran mayoría de ellos demuestran una profesionalidad poco común, acreditada experiencia judicial y excepcional conocimiento del oficio.

Pero cuando algunos jueces y fiscales admiten públicamente que la justicia no es igual para todos, sería bueno que quienes la aplican dieran explicaciones al pueblo de sus decisiones, cuando éstas son incomprendidas por gran parte de la ciudadanía, provocando la consiguiente alarma social.

Mi credibilidad en la honradez y sabiduría judicial del juez José Castro que dirige la investigación del caso Nóos supera cualquier duda, pero creo que sería bueno para la justicia que en tan delicados momentos expusiera razones convincentes para negarse a interrogar a la infanta Cristina, aunque sólo sea como testigo.

No creo que interrogar a la secretaria del consejo de administración y copropietaria de una empresa implicada en irregularidades contables, administrativas y fiscales, sea estigmatizarla y menos aún que se haga gratuitamente.

De la misma forma, cuesta mucho aceptar que el fiscal anticorrupción Pedro Horrach no vea indicio ni prueba de que la infanta conociera las actividades de su marido, según recoge el auto del juez. Se puede admitir la falta de autoría, pero de ninguna forma la falta de conocimiento sobre las andanzas de su marido en la empresa donde era copropietaria y secretaria del consejo.

Se puede admitir que no tuviera responsabilidad criminal en las actividades delictivas de la empresa y que no tomara decisiones, pero evitar el testimonio de la esposa de un imputado en actividades delictivas alegando que no estaba al corriente de los hechos, parece algo arbitrario e insultante.

Insultante, sí, para Cristina. Porque muy tonta debe ser la infanta para no interesarse por el súbito enriquecimiento de quien se acuesta cada día en el mismo colchón con ella, al verle gastar más de siete millones de euros en la vivienda que compartían, cuando los teóricos ingresos que recibía no permitían semejante gasto, y su padre hacía años que les había invitado a darse una vuelta por Washington con un teléfono de Movistar en el bolsillo.

CLEPTOCRACIA

CLEPTOCRACIA

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La cleptocracia es el dominio de los ladrones en un país gobernado por la indolencia de políticos que se benefician de las migajas que dejan caer de la mesa quienes ocupan lugares preferentes en el banquete social.

La cleptocracia institucionaliza la corrupción financiera, formaliza el nepotismo en todos los escalones de gobierno y promueve el clientelismo político comerciando con la voluntad de algunos ciudadanos a cambio de unas cucharadas de lentejas.

La cleptocracia se articula sobre la gravación impositiva a los indefensos ciudadanos, fomentando el incremento irregular de patrimonio de las grandes fortunas, el lavado de dinero negro y el encubrimiento de riquezas en paraísos fiscales.

La cleptocracia nace, crece y se desarrolla en oscuras autocracias, embaucadoras plutocracias, incompetentes dedocracias,  y engañosas democracias que ocultan peligrosas dictocracias, donde se juega al engaño colectivo con grandes palabras que entontecen aún más a los idiotas.

La cleptocracia se mantiene en países colonizados por sarteneros de la economía que fríen en denso aceite especulativo la resignación de quienes no tienen ni un huevo que freír, con ayuda de periocistas, apoyo de capelos y complicidad de politiqueros.

¿Conocéis algún régimen cleptocrático que subordine la acción de gobierno a los cleptócratas a costa del sudor ajeno, utilizando el dinero de contribuyentes, la sangre de los parados y la indiferencia de los pesebreros?

PARAÍSOS FISCALES

PARAÍSOS FISCALES

Nada sabemos del paraíso celestial donde al parecer algunos pasarán la eternidad por haber sido, – o aparentado ser -, buenos en la vida. Poco sabemos la gran mayoría de terrícolas de bellos lugares paradisíacos repartidos por el planeta. Del paraíso terrenal simplemente sabemos lo que Dios Padre inspiró a los escribas del Antiguo Testamento, para que supiéramos las andanzas de nuestros padres primigenios en el jardín de las delicias. Y todo el que quiera puede leer los paraísos artificiales de Baudelaire compartiendo su experiencia con las drogas.

Pero sólo unos cuantos privilegiados pueden disfrutar de países, islas, territorios o ciudades donde bancos, empresas y millonarios, pueden llevar allí sus fortunas sin pagar un duro por ello y con una opacidad infranqueable. ¡Bien!

En estos fraudulentos espacios insolidarios hay asentadas quince sucursales de bancos españoles por las que se pasean famosos sinvergüenzas de guante blanco que ensucian su boca hablando al pueblo de honradez y sacrificio.

Se calcula que son 16 billones, – ¡billones! – de dólares, el dinero que circula por las Islas Caimán, Londres, Gibraltar, Andorra, Bahamas, Belice, Islas Vírgenes, Maldivas, Mauricio, Montecarlo, Liechtestein, San Marino, Vaticano, Seychelles y cien lugares más repartidos por el mundo, llevado a sus cajas secretas por usureros y explotadores del sudor ajeno.

Forma de limpia de blanquear dinero transfiriéndolo a través de Internet y de lavar dinero sucio entregándolo personalmente en las ventanillas, sin necesidad de intercambiar una sola palabra con el empleado de turno, encargado de recoger las bolsas.

Si el dinero evadido permaneciera en los países de origen, éstos recaudarían  los 200.000 millones de dólares que permitirían erradicar el hambre en el mundo. Y si la Hacienda española recuperara los 80.000 millones de euros anuales originados por fraude fiscal, no habría crisis a la vista.

¿Qué hacer, pues? Ya lo he dicho muchas y no voy a repetirlo.