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DEFENDER LO EVIDENTE, AGOTA

DEFENDER LO EVIDENTE, AGOTA

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Camiliño solía decir que en España vence el que resiste, acabando el luchador cansado de tanto golpearse contra el resistente muro que oponen los que se limitan a soportar pasivamente los envites que contra ellos lanzan tenaces batalladores enarbolando el ariete de la honestidad y la verdad, contra falsarios, corruptos y estafadores.

Cansa defender aquello que se defiende solo. Agota el esfuerzo de argumentar lo que no necesita argumentos. Desalienta el escaso resultado del trabajo llevado a cabo contra el sentido común. Hastía la aparente sordera de quienes no necesitan audífonos. Y debilita el ánimo saber de antemano que todo intento de conseguir un objetivo deseable por la mayoría, es baldío.

Conviene advertir a los demás sobre aquello que ignoran, pero es inútil informar a los oyentes sobre lo que saben de antemano. Es obligado prevenir de los riesgos que tiene mantener ciertos comportamientos, pero es inútil convencer de inevitables peligros a quienes saben las consecuencias de sus acciones.

¿A qué conduce pedir insistentemente honestidad a los políticos, si ellos mismos saben que deben tenerla? ¿Qué novedad aporta a los jueces hablarles de la independencia judicial? ¿Para qué sirve recordarle a los periodistas el código ético que llevan impreso en su carnet?

Toda lucha emprendida para defender lo evidente acaba con el defensor por el suelo, cansado de luchar contra el muro invisible levantado por la resistencia pasiva de quienes van por la vida con cara de póker, aparentando desconocer lo que llevan impreso en su ADN, porque la ley natural que dio origen a mandamientos bíblicos es conocida por todos los humanos, aunque sean pocos quienes los cumplan en beneficio del prójimo.

INQUIETANTE CERTEZA

INQUIETANTE CERTEZA

Sabiendo que lo evidente no necesita confirmación y que las palabras políticamente correctas ocultan una verdad que se quiere enmascarar, es fácil concluir que las declaraciones del ministro Morenés han hecho temblar las posibles y anacrónicas barreras fronterizas de Cataluña con España.

El mandamás del Ejército ha dicho que “los militares estarán a las órdenes del poder civil” para evitar que los catalanes partidarios de Mas se marchen de casa llevándose en las maletas el patrimonio común, ante el silencio de los menos, que tal vez sean muchos más, aunque no se dejaran ver en 2006, cuando se aprobó el Estatuto catalán, con una abstención del 50,6 %. Es decir, que la mayoría absoluta de catalanes no estaban interesados en la movida estatutaria y/o independentista.

Espero que las palabras de don Pedro, recordando lo que ya está escrito en la Constitución, recogido en las leyes y contemplado en las ordenanzas militares, sea una pintoresca boutade del guechotarra Morenés, sin las consecuencias que reportaron las palabras del general Ángel Luis Pontijas por meterse con el oportunista liberal Mol Honorable President de la Generalitat.

Más vale que Mas forre con algodón los sables militares que descansan en los cuartos de banderas, y que sean vanas las segundas lecturas que puedan hacerse de las palabras pronunciadas por el ministro, ya que la irracionalidad política no puede ir tan lejos, ni las amenazas envueltas en papel de celofán pueden ocultar malsanas intenciones.