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Etiqueta: Estado del Bienestar

¿ JUBILADOS ESTAFADORES ?

¿ JUBILADOS ESTAFADORES ?

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Con ironía española nos sentimos orgullosos de contar con un ministro de Hacienda implacable con el fraude fiscal, que ha perseguido sin desmayo a los estafadores que guardaban sus euros en paraísos fiscales, obligándoles a tributar una cantidad de dinero que anulará todos los recortes provocados por la crisis, llevándonos al Estado del Bienestar que deseamos. Ya.

Además, como todos sabemos, Montoro ha metido la mano en el bolsillo de los defraudadores que cayeron en la red que él mismo les tendió, engañándoles con una amnistía fiscal que sirvió a nuestro recaudador para cazarlos a todos, obligándoles a depositar las huchas en el cobre de la Hacienda pública. Ya.

Por otro lado, es de dominio público que el ministro ha promovido leyes desde Gobierno para que todos los ladrones de guante blanco que arruinaron las Cajas, hayan perdido las indemnizaciones y devuelto hasta el último céntimo al Estado, desde la cárcel donde duermen y comen el rancho junto a los depredadores que estafaron a los ahorradores con las “preferentes”. Ya.

Por si esto fuera poco, nuestro recaudador oficial ha llevado su celo acaparador hasta el último rincón, denunciando a la pandilla indeseable de jubilados lorquinos que estaban arruinando al Estado con el multimillonario negocio ilegal que tenían montado, para enriquecerse y llenar la andorga a costa de los demás contribuyentes con una comida en Navidad y otra en verano, junto a otros cómplices jubilados que el perseguidor de los indefensos ciudadanos ha descubierto, sin atreverse a mirar por el ojo de la cerradura a quienes están verdaderamente arruinando el país.

Sarcasmo de nuestro ministro que ofende el común sentido ciudadano en esta tierra de María Santísima, donde las cárceles se han construido para los robagallinas y no para los grandes defraudadores, como dijo el presidente del Tribunal Supremo y del Consejo General del Poder Judicial, Carlos Lesmes, sin que nadie se haya dado por aludido ante semejante afirmación de la máxima autoridad judicial.

IMPUESTOS

IMPUESTOS

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Coincide el periodo recaudatorio de Hacienda con la campaña electoral y van rodando de mitin en mitin las propuestas electorales recibiendo aplausos de los adictos a cada partido, criticándose los mitineros entre ellos, cruzando los dedos, consultando pitonisas y poniendo velas a San Judas Tadeo, -patrón de lo imposible-, para que las papeletas hagan el milagro de subirlos a la peana política que todos ambicionan.

En el subasteo de ofertas electorales que estamos viviendo desde todos los partidos políticos, no se oye a ninguno de ellos propone una subida de impuestos a los ciudadanos porque saben que tal propuesta les restaría las posibilidades de victoria, cuando debería suceder todo lo contrario.

Advierto que no soy un experto en economía, aunque me haya pasado la vida entre números y que por la macroeconomía voy más perdido que Marco en el día de la madre, lo cual no me impide dar mi opinión sobre los grandes números, aprovechando la oportunidad que me brinda las rebajas impositivas de los líderes políticos.

Voy directo: los que rechazamos el Estado de Beneficencia a favor del Estado del Bienestar, estamos a favor de subir los impuestos, pagando más el que más tiene. Por eso, cada vez que los políticos hablan de bajar los impuestos, me echo a temblar viendo caminos de carros por todo el territorio; quirófanos iluminados con carburo; braseros de cisco en los centros educativos; jubilados con el sombrero en la mano pidiendo por las esquinas; parados con los lacrimales secos; ciudades con candiles en las aceras; salas de parto en cobertizos abandonados; residencias de mayores entre alambradas; abrevaderos en las plazas municipales; fresqueras repartidas por todas las casas; y pozos donde recoger la nieve dispersos por la ciudad.

Bajar los impuestos es una mala propuesta para quienes no pueden acceder a selectos colegios privados, clínicas reservadas a las tarjetas platino, autopistas de peaje, residencias de lujo para la tercera edad, y ostentosas viviendas, porque estos servicios están reservados a quienes defienden insolidariamente aquello de: “sálvese quien pueda”.

La calidad de vida de la población depende de los servicios que el Estado ponga a disposición de los ciudadanos, sin obligar a los más débiles a buscar individualmente soluciones particulares a sus limitadas posibilidades económicas. Que ningún asalariado se deje engañar con milongueras rebajas impositivas, porque eso favorece a los más ricos.

El problema, malestar, aversión, desconfianza y oposición ciudadana a la subida de impuestos, es algo que debemos agradecer a los políticos por la corrupción institucional que cada día nos sorprende viendo a los estafadores esquilmando las huchas donde se guardan nuestros impuestos.

Asqueados estamos del incontenible despilfarro en gasto público con nuestros impuestos. Y hartos del mamoneo generalizado, de la mangancia, los privilegios y sueldos que disfrutan los administradores del dinero común, aportado con sudor y sacrificio por los demás.

PESADILLA

PESADILLA

La pesadilla de esta noche me ha traído el desconsuelo de olvidar en isla de frustración el sueño del Estado del Bienestar que había comenzado a ser realidad en España con tantos años de retraso. Sueño descuartizado a tijeretazo limpio y machetazo sucio, asestado por mano extraña, con la voracidad de buitres hambrientos.

Al despertar, descubrí que no había sido una pesadilla nocturna la causa de mi abatimiento, sino la espantosa realidad de un país que agoniza, sin que nadie acuda a practicarle la respiración asistida para librarle de una muerte segura.

Defunción provocada por mercaderes sin escrúpulos, usureros oportunistas, estafadores sin entrañas y especuladores de la pobreza. Todos ellos han dictado la sentencia de muerte, apoyados por una legión de líderes incompetentes, mediocres administradores y cobardes políticos, sometidos al mercado internacional y los intereses financieros.

Amarga decepción de lo que pudo ser y no fue. Penosa frustración de  ver como nos alejamos de la tierra prometida, mientras los dioses de barro permaneces acampados en el Sinaí de la riqueza, gozando de sueños que a todos pertenecen y disfrutando del milagro reservado a los vencedores. Los mismos que lucen toisones de oro en la solapa, muescas de abusos en la cartuchera y cuentas corrientes en paraísos alejados de la miseria que rodea a los eternos perdedores.