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INJUSTA DESIGUALDAD

INJUSTA DESIGUALDAD

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La vida de los seres humanos es algo así como un gran paréntesis entre la cuna y la tumba, dentro del cual las injustas diferencias existentes desde el nacimiento entre seres de la misma especie es notoria, significativa y determinante de su sus historias personales.

A los desafortunados en el reparto, les queda el triste consuelo de que el citado paréntesis se abre y se cierra con dos acontecimientos vitales que a todos iguala, sin diferencia alguna. El nacimiento nos homologa biológicamente porque todos nacemos de igual forma. Y la democrática muerte nos nivela por la eternidad de eternidades, en un alarde de justicia social distributiva, ajena a las leyes artificiales que benefician descaradamente a los poderosos.

Es obligado hablar de la influencia concluyente que representa la cuna en la vida de las personas en tiempos de fronteras sociales, porque la cuna hace a unos afortunados y desgraciados a otros, sin que los unos hayan hecho méritos para tener una vida de regalo y los otros demérito alguno para ir arrastrándose por el suelo durante toda su vida, salvo que hagan un esfuerzo desproporcionado para salir del túnel por el que no pasaron los favorecidos, procediendo ambos, unos y otros, de la nada.

Quienes despiertan al mundo desprotegidos de los beneficios que la vida concede a otros en el aleatorio privilegio de la cuna, no les queda otra opción que seguir el camino churchilliano empedrado de sangre, sudor y lágrimas, para alcanzar la meta donde los privilegiados llegan en limusina.

Esto ayuda a comprender que quienes viajan a lomos de la fortuna en montura de organza, se nieguen a llevar en sus espaldas a los otros y pretendan mantenerse a horcajadas sobre los privilegios que han heredado sin esfuerzo alguno.

DESIGUAL ESFUERZO

DESIGUAL ESFUERZO

La vida de los humanos es algo así como un gran paréntesis dentro del cual las injustas diferencias existentes entre seres de la misma especie es notoria, significativa y determinante de sus vidas.

A los desafortunados en el reparto, les queda el triste consuelo de que el citado paréntesis se abre y se cierra con dos acontecimientos vitales que a todos iguala, sin diferencia alguna. El nacimiento nos homologa biológicamente a los humanos porque todos nacemos de igual forma. Y la democrática muerte está inventada para igualarnos a todos por la eternidad de eternidades, en un ejemplo de justicia distributiva inimitable por las leyes jurídicas que en vida benefician descaradamente a los poderosos.

Hablar ahora de la influencia concluyente que representa la cuna en la vida de las personas, puede parecer una reflexión ociosa y a destiempo, pero no voy a quedarme con las ganas de hacerlo, porque la cuna hace a unos afortunados y desgraciados a otros, sin que los unos hayan hecho méritos para tener una vida de regalo y los otros deméritos para ir arrastrándose por el suelo durante toda su vida, salvo que hagan un esfuerzo descomunal para salir del túnel por el que no pasaron los favorecidos del azar, puesto que ambos, unos y otros, vinieron de la nada.

Quienes despiertan a la vida desprotegidos de los beneficios que concede a otros el aleatorio privilegio de la cuna, no les queda otra opción que seguir el camino empedrado de sangre, sudor y lágrimas, para alcanzar la meta donde los privilegiados llegan en limusina.

Esto ayuda a comprender que quienes viajan a lomos de los demás se nieguen a llevar en sus espaldas a los otros y pretendan mantenerse a horcajadas sobre los privilegios que han heredado sin esfuerzo alguno.