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Etiqueta: enfermos

EXPLICADLES QUÉ SE SIENTE

EXPLICADLES QUÉ SE SIENTE

Pido a los desfavorecidos del sur que expliquen su lucha por la supervivencia a quienes viven al norte de la opulencia, sabiendo que estos nunca lo comprenderán.

Pido a los desprotegidos sociales que muestren sus heridas a los que pueden cerrarlas, sabiendo que siempre las mantendrán abiertas.

Pido a los hambrientos que describan el mordisco del hambre, incomprensible para quienes arrojan comida a las basuras domésticas y vertederos municipales.

Pido a los inmigrantes que hablen de su negra soledad a los que viven acompañados y les recuerden a los xenófobos que todos somos terrícolas inmigrantes africanos.

Pido a los analfabetos que griten pidiendo la cultura que les falta, aunque sus voces reboten en los tímpanos de quienes pueden enseñarles el alfabeto.

Pido a los que expongan su estafa en el escaparate social, sabiendo que los banqueros pondrán cortinas en los expositores.

Pido a los enfermos que expliquen la angustia de saber que los recortes anticipan su dolor, deterioro físico y muerte, aunque las tijeras no acaben melladas y desafiladas.

Pido a los inválidos de guerra que expliquen a los fabricantes de armas y políticos que los envían al matadero, cómo es su vida en silla de ruedas mutilados por la metralla.

Pido a los dependientes sociales que muestren su abandono en la antesala de la muerte a quienes recortan sus prestaciones, aunque los mutiladores sigan cercenándolos.

Pido a los desempleados que vociferen su dolor desde la negrura de la vida, aunque los patronos se cambien de acera cuando pasen a su lado.

Pido a los desahuciados que muestren sus lágrimas desoladas, sabiendo que políticos y banqueros no entenderán el llanto, ni harán por comprenderlo.

INMIGRACIÓN EN AMÉRICA

INMIGRACIÓN EN AMÉRICA

ellisisland

Madrugadoras ondas han traído hoy a mi mesa de trabajo la protesta de varios norteamericanos quejosos con los inmigrantes que llegan a los Estados Unidos porque, según ellos, merman sus salarios, dañan las condiciones laborales, perjudican la convivencia y ponen bombas en las calles, como sucedió en Boston, por lo que pedían la expulsión inmediata de los inmigrantes pobres, como ya hicieron en el siglo XIX, alegando argumentos bien sabidos.

Efectivamente, ya en 1882 el Congreso americano aprobó una Ley de Exclusión prohibiendo la entrada a personas de origen étnico diferente a los propietarios del territorio, provocando una hostilidad popular creciente hacia los inmigrantes chinos, africanos y latinoamericanos, fácilmente identificables por el color de su piel y los rasgos faciales, que trabajaban en condiciones indignas, recibiendo escaso salario, desprecio, maltrato y explotación de los patronos.

En la nómina y las condiciones laborales estuvo el origen de La Ley de Contratación de Trabajo de 1885, promulgada para evitar la mano de obra barata, irritante para las organizaciones de trabajadores americanos de aquel tiempo, que protestaron por considerar tales contrataciones perjudiciales a sus intereses, ya que rebajaban los salarios y quebrantaban las condiciones laborales conquistadas.

Hasta 1917 se impusieron tasas especiales a los inmigrantes y se incrementaron los controles fronterizos, calificando como indeseables a todos aquellos que eran una carga pública para el Estado, como: enfermos, lisiados, débiles mentales, analfabetos, epilépticos, prostitutas, homosexuales y mendigos, permaneciendo aún vigente la exclusión de algunos de ellos en el momento actual.

MORIR CURADO

MORIR CURADO

Durante 2.500 años, los médicos pretendieron curar neumonías, melancolías, reumatismos, apoplejías, roturas óseas, neurosis y hasta los dolores de cabeza, sangrando a los pacientes a tajazo limpio o con sanguijuelas, para librar los cuerpos enfermos de la mala sangre.

Es obvio que las sangrías no conseguían otra cosa que debilitar a los pacientes hasta acabar con su vida en muchos casos, convirtiéndose así en la peor peste, aunque los médicos que las aplicaban mostraran su satisfacción afirmando que los enfermos morían curados. Esto explica los millones de sanguijuelas vivas que compraban todos los países cada año.

Hoy las sangrías no tiñen de rojo los hospitales, ni los sangradores llevan bata blanca. Hoy las sanguijuelas tienen forma humana y ocupan despachos protegidos por leyes que les benefician. Hoy las sangrías expelen fluidos incoloros con amargo sabor a lágrima.

Hoy los sangradores lucen trajes de alpaca y almas de trileros mientras nos sangran, afirmando que nos están curando, aunque sepan que moriremos desangrados a causa de la disentería política, la hidropesia parlamentaria, la dispepsia bancaria, la hipocresía religiosa, el mamostesio institucional y la estafaresia corruptiva, sin que ellos se apliquen una lavativa para facilitar la salida de la mierda moral que llevan dentro.