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Etiqueta: ébola

RODRÍGUEZ, EL BIEN COMIDO

RODRÍGUEZ, EL BIEN COMIDO

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Dice el Consejero de Sanidad de la Comunidad de Madrid que está dispuesto a dimitir, porque a la política ya llegó comido y no la necesita para vivir, aunque no explica por qué lleva 31 años acomodando sus hermosas posaderas en diferentes sillones políticos recibiendo dinero de los contribuyentes, mientras llama mentirosa a la pobre sanitaria que se debate entre la vida y la muerte, culpándola de su desgracia.

¡Qué desvergüenza, Dios! Qué prepotencia, qué falta de autocrítica, qué forma de insultar a la paciente, qué insulto más descarado a los ciudadanos y ciudadanas que llevamos años soportando mentiras, abusos y faltas de respeto por parte de algunos dirigentes populares, sin que semejantes actitudes se vean reflejadas en las encuestas de opinión.

Tiene razón don Francisco Javier Rodríguez Rodríguez al decir que no se necesita hacer un máster para aprender a ponerse el traje sanitario de protección contra el maldito virus del ébola, pretendiendo con ello descalificar a los especialistas que han considerado insuficiente el tiempo dedicado a la formación para realizar esa tarea.

Pero olvida decir que para ser el máximo responsable sanitario de una comunidad sí se necesita hacer un máster en respeto ciudadano, tener el doctorado en autocrítica, haber hecho un curso acelerado de sentido común, ser licenciado en humildad, tener la diplomatura en responsabilidad social y acreditar un nivel mínimo de sensibilidad humana.

Sorprende que un facultativo expedientado en los años noventa por su mala gestión del servicio de urgencias en un hospital de Madrid, sea nombrado años después máximo responsables de los servicios sanitarios de la comunidad madrileña.

NUEVO LIDERAZGO

NUEVO LIDERAZGO

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En España seguimos siendo diferentes al resto de los países europeos, como proclamaba el eslogan publicitario del franquismo abanderado por el ministro Fraga con objeto de atraer turistas a nuestras playas, advirtiéndoselo al mundo con lo de “Spain is different”, porque verdaderamente en nada nos parecíamos a los países europeos.

Pasado medio siglo, mantenemos liderazgos europeos que nos diferencias de nuestros vecinos, pues los aventajamos en espacios socioeconómicos donde los mejores países ocupan los vagones de cola en el tren europeo del que somos locomotora, según palabras de quienes nos han puesto a la cabeza de los aspectos más detestables.

Lideramos la cifra de parados, somos los primeros en corrupción política, vamos a la cabeza del despilfarro institucional y batimos el record en impunidad judicial, pero desde ayer ocupamos un nuevo primer puesto, gozando el desacreditado deshonroso deshonor de ser el primer país europeo en tener una persona afectada por el virus ébola.

Pero que nadie se alarme, porque nos ha dicho la ministra que no hay riesgo alguno de contagio, como nos aseguró ella misma cuando ingresaron los misioneros en el hospital La Paz-Carlos III, por lo que debemos estar tranquilos después de oír las vergonzosas explicaciones de la señora Mato, llevándonos a la desconfianza absoluta.

Con el virus en casa, pido a los creyentes que unan sus oraciones a las de Báñez y Fernández pidiendo la protección de las Vírgenes correspondientes; y ruego a los descreídos, que crucen los dedos invocando la suerte para no encontrarse con fluidos corporales de la mujer afectada o de los posibles infectados por ella, en este país de charanga y pandereta.

EL VIRUS EN CASA

EL VIRUS EN CASA

Unknown

Bueno, amigos, pues ya tenemos el virus del ébola en casa, ante la inquietud de la población, incrementada por las declaraciones de algunos facultativos de La Paz negando que se pueda garantizar al 100% que el virus no salga  a pasear por la calle de Alcalá con la fiebre almidoná y la guadaña apoyá en la cadera.

Anticipando el sincero deseo que pronta recuperación de los misioneros repatriados y larga vida para ellos, la situación creada por la decisión gubernamental de traerse a los afectados con el virus, bien merece cinco reflexiones al respecto, obviando la opacidad de la operación, el gasto real que ha representado y las comidas playeras de Ana Mato mientras muchos ciudadanos sirven polémicos platos sobre la mesa.

  1. Se trata de un arriesgado precedente con inevitable tinte discriminatorio para futuros casos de ciudadanos españoles que exijan el mismo tratamiento oficial, como ya ha sucedido con la fallecida Emma Rodríguez, que pidió sin éxito ser repatriada desde Argentina por la neumonía atípica que padecía, o la hermana Pascalina, compañera de los repatriados Miguel Pajares y Juliana Bonoha, que acaba de morir por el virus sin ser repatriada, igual que todos los que han quedado abandonados a su suerte en Monrovia y Liberia.
  2. La desproporción del esfuerzo, discriminación, riesgo y gasto, se podría haber compensado enviando al lugar de origen ayuda humanitaria, hospitales de campaña y medicinas para atender a todos los afectados, luchando in situ contra la pandemia, en vez de intentar salvar a dos privilegiados hijos de Dios, dejando al resto desangrarse, esperando que los atienda su Padre.
  3. Lejos del “sálveme yo y que se fastidien los demás”, es una grave irresponsabilidad desplazar el virus de un sitio para otro, sometiendo a la población a un riesgo innecesario para el beneficio conseguido, ya que los enfermos pueden recibir en su lugar de origen cuidados similares, salvo los paliativos, preludio de lo indeseable.
  4. Por otro lado, el brutal gasto del traslado, pagado por nosotros mientras se hacinan enfermos en los pasillos hospitalarios a temperaturas insoportable, se caen techos de las habitaciones, se cierran plantas, faltan medicamentos y se reduce personal sanitario por falta de dinero, bien podía haberlo pagado la millonaria y especuladora orden religiosa a la que pertenece, Hospitalarios de San Juan de Dios, que su Sicav, Finanzas Quercus, contaba en 2001 con 12 millones de euros en tesoro público, 1,16 millones en renta fija del Banco de Santander y su empresa de gestión sanitaria factura 25 millones de euros anuales.
  5. Ser misionero tiene graves riesgos que forman parte de su comprometida vocación, expresada por el agustino José Luis Garayoa que se está dejando la vida por los demás en Sierra Leona: «Tengo miedo, pero me quedo aquí porque quiero. Si marchara, mis noches se llenarían de pesadillas al sentirme traidor a mi pueblo. Así que, con ébola o sin él, no pienso alterar en lo más mínimo mi salida del país. Los misioneros no solemos ser nunca los primeros en abandonar el barco. Tampoco ahora. Si, como dice el Papa Francisco, el pastor debe de oler a oveja, conviviendo cerquita de ellas, con mucha más razón deberá estar presente si el lobo las ataca. Solo el asalariado huye cuando ve llegar el peligro. El buen pastor es el que da la vida por las ovejas. Y ese es el amor que de Jesús de Nazareth aprendí».