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EL VIOLENTO DON CARLOS

EL VIOLENTO DON CARLOS

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La boda del príncipe Felipe en Salamanca con su doble prima María Manuela de Portugal fue organizada por el emperador Carlos para hacerse con la importante dote de la esposa y estabilizar la península ibérica, sin prevenir que su nieto le daría al futuro Felipe II más quebraderos de cabeza de los esperados por el imprudente rey prudente.

Efectivamente, el débil, cheposo, enfermizo, piernicorto, violento, soberbio y caprichoso principito de Habsburgo, quedó a los cuatro años en manos de familiares y tutores por muerte prematura de su madre María Manuela y permanentes ausencias familiares del rey padre.

La enfermiza y obsesiva endogamia real tuvo mucho que ver en las excentricidades del príncipe, pero también influyó su caída escaleras abajo en palacio cuando tenía 17 años, que obligó a trepanarle la cabeza, incrementándose sensiblemente sus tontunas y gratuitas crueldades.

Es decir, que la orfandad materna, la trepanación, el abandono paterno, la contaminación sanguínea y el consentimiento de los educadores, hicieron de Carlitos un pequeño salvaje con descerebradas costumbres como asar liebres vivas, cegar caballos a cuchillo, decapitar ardillas a dentelladas, azotar vasallas, quemar casas de súbditos o tirar criados por las ventanas para divertirse.

A pesar de todo ello, los sufridores españoles de entonces tuvieron suerte, porque el futuro rey murió un día como hoy de 1568 a los veintitrés años de edad en dudosas circunstancias tras ser encerrado en sus aposentos carcelarios por su padre Felipe II, al colmar el vaso de la paciencia real con su intento de apuñalar al duque de Alba cuando este fue enviado a Flandes, contraviniendo el deseo principesco de ir allí a divertirse.

Mucho se habló en los mentideros sobre la posibilidad de que Felipe II asesinara a su hijo cuando estuvo recluido, envenenándolo, estrangulándolo o decapitándolo, pero nada pudo demostrarse, quedando para la historia su dudosa muerte y la certeza de que Felipe III ocupó su lugar, demostrando este rey ser menos violento que su primogénito hermano, pero más tonto que él.

LIBERTINO CALDERÓN

LIBERTINO CALDERÓN

Calderón

Se cumplen hoy 333 años de la muerte en Madrid de don Pedro Calderón de la Barca que fue ciudadano ilustre, dramaturgo, bachiller, militar, viajero, caballero de la Orden de Santiago, sacerdote, capellán mayor, secretario del duque de Alba, activo cortesano, personaje influyente, protegido del rey Felipe IV y soldado herido en guerra.

Pero también fue Calderón de la Barca un ciudadano juerguista, vecino pendenciero, jugador embebido, noctámbulo libertino y gamberro de mucho cuidado, aunque en los retratos aparezca tan formalito con sobria cara, generoso mostacho, afilada perilla, abundante melena, hábito franciscano y cruz en el pecho.

Todo ello le llevó a la penuria en los últimos años de su vida, pidiendo es su testamento un entierro austero, barato y descubierto por si mereciese satisfacer en parte las públicas vanidades de su malgastada vida. Fue enterrado seis veces en diferentes lugares hasta que sus restos se perdieron en 1936 porque el párroco de la madrileña iglesia de San Pedro Apóstol murió sin revelar donde los escondió en plena contienda incivil.

Este longevo dramaturgo universal y protagonista de nuestro dorado siglo, se batió de joven a espada, sedujo varias damas, consumió la mitad de la herencia de su padre en tabernas y prostíbulos, perdiendo la otra mitad en juegos de naipes y apuestas de azar, tardando años en complacer el deseo paternal de hacerse sacerdote, cuando las fuerzas no le daban para más.

Pasó por la cárcel acusado de homicidio, tuvo enfrentamientos con Lope de Vega y su vida fue un sueño como la gran obra de teatro que nos dejó haciéndose Segismundo encarcelado en una vida contradictoria, dejándonos como legado 110 comedias, 80 autos sacramentales, muchas loas, numerosos entremeses, obras menores y piezas ocasionales.