Navegando por
Etiqueta: dictaduras

MORDAZA Y FUGA

MORDAZA Y FUGA

m

Pocas leyes han concitado un rechazo tan general como la Ley de Seguridad Ciudadana, en vigor desde el día 1 de julio, que pretende amordazar a los españoles privándolos de libertad de expresión a base de duras sanciones por hipotéticas faltas y delitos, mereciendo la citada norma censuras de organismos nacionales e internacionales y críticas de jueces, fiscales, abogados, políticos, militantes, cuerpos de seguridad, bomberos, taxistas, clérigos, heladeros, comadres, churreros, caldereros, incluso de los propios militantes y algunos miembros del Gobierno promotor de la misma.

En opinión de expertos juristas, con esta norma legal se conculcan derechos humanos básicos, atreviéndose algunos de ellos a calificarla de inconstitucional a sabiendas que el tribunal correspondiente no tendrá tiempo a dar un veredicto porque la promulgación de la ley lleva aparejado el anuncio de su propia desaparición, sea cual fuere el Gobierno que sustituya a los autores de la misma.

Salvando las diferencias en tiempo y articulado, esta ley recuerda, -por el rechazo producido-, a la extrajudicial y paralegal Ley de fugas de 1921, promulgada para endurecer la legislación y frenar las protestas sociales derivadas de la crisis económica de 1919, utilizada de forma inclemente y asesina por su principal promotor, el general Martínez Anido.

Semejante ley simulaba la huida de un preso para acabar con él, encubriendo con tal pretexto el asesinato de la persona detenida, violando impunemente el derecho de habeas corpus que condena los arrestos y detenciones arbitrarias, porque conculcan derechos fundamentales de las víctimas.

Bajo el paraguas de tal ley se ocultaron todos los crímenes de Estado que imaginarse pueda, poniendo mucha atención los gendarmes en que sus disparos a los asesinados se hicieran por la espalda para simular la fuga del disidente, todo ello en macabra connivencia con jueces y políticos, en épocas de crisis sociales como sucedió en la Restauración borbónica y las dictaduras militares de 1923 y 1936.

DESAPARECIDOS

DESAPARECIDOS

A

Millones de seres humanos han desaparecido en guerras, dictaduras y dictablandas, sin que los gobiernos se hayan preocupado demasiado en dar con su paradero, sea cual fuere el rincón del mundo donde permanecen ocultos sus huesos en la tierra, tras servir de alimento a los gusanos.

Sabemos que muchos de ellos convivieron en sótanos, cárceles y galerías nocturnas antes de ser asesinados, entrecruzando miradas opacas de dolor, profundos suspiros resignados al exterminio y respiraciones entrecortadas, mientras en la superficie la ciudad dormía ajena a su tragedia.

Tras la matanza quedaron todos desnudos y amontonados en el suelo sobre sus excrementos, sin rostros en las fotografías ni mortaja de alivio, con insultante impunidad para los matarifes y, en algunos casos, con los dioses por testigo.

Urge que la reja del arado se sorprenda arañando túmulos amorfos de peronés, tibias y costillas, ante la mirada sorprendida de los forenses al contemplar la procesión interminable de cadáveres mutilados, sin manos unos, algunos sin piernas, otros ciegos, muchos con el cráneo perforado y todos linchados.

En nombre de quién, o de qué, se cometieron los crímenes que se llevaron a tantas personas por delante, junto a sus amigos, y a los amigos de sus amigos. A todos. Porque se llevaron a millones de seres humanos, que hoy están desaparecidos en Argentina, Brasil, Uganda, Chile, Indonesia, Argelia, Sri Lanka, Tailandia, Turquía,…y las cunetas españolas, porque nuestro país es el segundo en el número de desaparecidos, por detrás de Camboya.

Los desaparecidos son los cotidianos murientes de interminables agonías. Seres numerados, sin nombres ni apellidos. Mártires ignorados de la intolerancia. Desconocidos ciudadanos, nominados en todas las latitudes con una apocalíptica palabra: desaparecidos.

BANCOCRACIA

BANCOCRACIA

Captura de pantalla 2013-04-30 a las 06.29.53

Cuando todos festejan el «día del trabajo», yo miro para los causantes de la falta de trabajo, en un país de 47 millones de personas que sobrevive con el esfuerzo de 16 millones de ellas, pues hay 6.202.700 de parados que se muerden los puños de rabia ante la injusta situación que están pasando, por obra y gracia de graciosos financieros que obraron bien para ellos, desgraciando a la mayoría de sus vecinos.

La jóvenes democracias modernas asomaron el cuello por la ventana de la historia en la segunda mitad del s. XIX dando paso al gobierno del pueblo, instaurando el sufragio universal, aboliendo la esclavitud y proclamando sobre el papel los derechos humanos, aunque la realidad haya sido bien distinta.

Quiere decir con esto que la democracia está todavía por estrenar en su plenitud, conformándonos los ciudadanos con proclamar sus deficiencias y mentiras, pero aceptando que es el mejor sistema de gobierno, teniendo en cuenta las sangrientas consecuencias a que nos han llevado las dictaduras, con millones de muertos en su haber a lo largo del último siglo.

Hoy pretenden engañarnos los gobernantes con grandes palabras que usan como calderilla, pretendiendo convencernos que vivimos en una democracia gobernada por el pueblo y alejada de los consejos de administración bancarios donde asientan sus reales los poderes financieros que realmente gobiernan el mundo.

Esta bancocracia se caracteriza por arruinar al pueblo, sin contar con el pueblo. Algo así como el despotismo ilustrado, pero sin ilustración alguna, lo que transforma la seudocracia en financiocracia, donde los pocos que más tienen se llevan lo que a todos pertenece, dejando a la intemperie a los legítimos propietarios del dinero que se llevan.

Hoy ha desaparecido el capital productivo dando paso a la especulación financiera más deshumanizada y feroz que imaginarse pueda, dispuesta a convertir las ciudades en grandes morgues de miseria, mientras los especuladores respiran aire limpio en paraísos fiscales terrenales, dejando para los ingenuos un paraíso virtual que consuela su pobreza pensado en eternas recompensas celestiales.