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ELECCIONES MUNICIPALES

ELECCIONES MUNICIPALES

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Exiliado y muerto el dictador Primo de Rivera y fracasada la dictablanda del General Berenguer, el presidente del gobierno monárquico almirante Aznar convocó elecciones municipales para el 12 de abril de 1931, sin prever la victoria republicana en cuarenta y una capitales de provincia, que pusieron al abuelo del actual rey en la frontera.

Efectivamente, aquel domingo electoral España se despertó monárquica con la apertura de los colegios electorales, y se acostó republicana al cierre de los mismos, cuando las urnas testificaron la voluntad mayoritaria de los españoles, enviando la monarquía al exilio y dando una pincelada violeta a la bandera.

Fue un día de nervios, incertidumbre y agitaciones para unos y otros, que cinco años después acabarían siendo “hunos” y “hotros”, por obra y desgracia de una salvaje guerra incivil, aunque el bando nacional vencedor de la contienda, pregonara durante cuarenta años que fue por obra y gracia de Dios.

Los temores, temblores y sudores de aquel 12 de abril, se transformaron pasajeramente en esperanzas, ilusiones y optimismo. Promesas de bonanza que terminaron en manos de gobiernos delicuescentes de signos contrarios y a garrotazo limpio entre los vecinos, helando el corazón del españolito que vino al mundo de la mano del poeta, sin ganas de charanga ni juegos de panderetas, con la sangre ennegrecida por una locura colectiva que comenzó con un golpe de Estado.

POCO HA CAMBIADO

POCO HA CAMBIADO

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Declaro profunda frustración con la promesa democrática de cambio que tanto anhelábamos, reducida a formales modificaciones estructurales, normativas legales y teóricos códigos éticos de conducta social, mercantil, financiera y política, redactados para embaucar a los ingenuos.

Si para interpretar lo ocurrido en la sociedad española, tuviéramos que optar entre Heráclito o Parménides, es decir, entre la movilidad y el cambio permanente defendido por el de Éfeso o el estatismo propuesto por el nacido en Elea, no dudo en ponerme al lado del segundo, porque poco ha cambiado de cuanto proponían los predicadores que cambiaría.

Los mismos que criticaban la permanencia en cargos oficiales de los líderes franquistas que se eternizaban en las poltronas, hoy prolongan indefinidamente su estancia en los despachos y sus viajes en coches oficiales.

La brutal represión que los “grises” practicaban obedeciendo órdenes superiores contra quienes pedían voz y libertad, hoy se mantiene con similar virulencia contra aquellos que piden pan, trabajo y justicia social.

El mando único ejercido por el dictador y sus cómplices sin oír la voz del pueblo, hoy es practicado por los actuales líderes políticos, que imponen sus mandatos por encima del clamor popular, justificándolo en desvirtuadas urnas.

La prohibición de manifestaciones de aquellos tiempos se ha disfrazado hoy con pancartas autorizadas sin consecuencia alguna porque los mandatarios no las leen, autorizando al pueblo a que grite para que todo siga igual.

El Fuero del Trabajo y los sindicatos verticales se han traducido en leyes laborales dieciochescas, usurpación de derechos conseguidos con sangre y sindicatos donde los sindicalistos han ocupado muchas sillas de sindicalistas.

La confesionalidad católica del Estado, el palio, la mitra y el cilicio, que camparon por sus respetos en tiempos no lejanos, siguen hoy ocupando un lugar privilegiado en el marco de un Estado declarado constitucionalmente aconfesional.

En esta democracia no se cercena legalmente la libertad de prensa con leyes prohibitivas, pero los intereses de grupo, las subvenciones oficiales y los talones bancarios personales, manipulan, recortan, ocultan y disfrazan la información.

La opacidad de otros tiempos se disfraza hoy con leyes de transparencia que transparentan poco, ocultan mucho y guardan información en cofres secretos que debían conocer los paganos de la tragedia y de los sueldos políticos.

La inmersión política en los tribunales de justicia durante las cuatro décadas ominosas, ha permanecido intocable durante las cuatro décadas posteriores, haciendo imposible la justicia igualitaria que pregonan los beneficiarios de la desigualdad.

El nombramiento arbitrario, caprichoso y directo de procuradores a las Cortes, hoy se camufla con listas electorales cerradas, donde los partidos políticos deciden internamente quiénes de sus afiliados ocuparán el poder.

Los embaucadores han pintado de color las rejas, los cerrojos y las alambradas, para hacerlas más bellas, pero su hedor es el mismo. El payaso de las bofetadas sigue recibiendo las mismas bofetadas y la cabeza del niño de Vallecas continúa estando rota. Hoy nos siguen durmiendo con los mismos cuentos de ayer, pero el lobo se ha disfrazado de abuelita para devorar al pueblo si Caperucita no incendia el palacio donde el lobo se esconde.

VISTÁMONOS DE COLOR NARANJA

VISTÁMONOS DE COLOR NARANJA

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Cuando el dictador Trujillo se hizo en 1930 con el poder absoluto de la vida y hacienda de los dominicanos, las hermanas Mirabal se opusieron al tirano sin saber las tres “mariposas” que terminarían apaleadas a garrotazos y ahorcadas con pañuelos, el 25 de noviembre de 1960, por sicarios del generalísimo al mando del vesánico sargento De la Rosa, que pretendió ocultar el asesinato introduciendo los cadáveres de Minerva, Patria y María Teresa en un coche arrojado al acantilado, para simular un accidente de tráfico.

Este fue el injusto, deplorable, macabro y triste final de las tres mujeres, tras sufrir previamente varios encarcelamientos, violaciones y torturas por parte del Trujillo y sus cómplices, al negarse la bella Minerva a complacer los reiterados deseos sexuales del salvaje torturador.

En honor a las hermanas Mirabal, las mujeres reunidas en Bogotá durante el Primer Encuentro Feminista Latinoamericano y del Caribe celebrado en 1981, acordaron que el día de la masacre fuera conmemorado en todos los países, ratificando este deseo la Asamblea General de las Naciones Unidas en diciembre de 1999. 

Por eso, celebramos hoy el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer.

Por eso, el Secretario General de ÚNETE propone que llevemos alguna prenda de color naranja desde hoy hasta el 10 de diciembre en que celebraremos el Día de los Derechos Humanos, para recordar que la violencia contra la mujer viola esos derechos.

Por eso, es momento de erradicar la discriminación que sufre la mujer en leyes, trabajo y salarios, impidiendo su desarrollo, sabiendo que el 70 % de ellas sufre violencia alguna vez en la vida.

Por eso, esta bitácora se viste hoy de color naranja.

HITLER, FÜHRER

HITLER, FÜHRER

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Las veraniegas calenturas nazistas de ciertos alevines tatuados con gamadas cruces en la piel y símbolos en la solapa representando una barbarie que se llevó por delante a media Europa, da pie a decir que con esas cosas no se juega y a recordar que hoy hace 99 años Hitler decidió autodenominarse Führer al tomar el cetro de canciller.

El mecánico ferroviario alemán Anton Drexler fundó en 1919 el Partido Alemán de los Trabajadores en Múnich, como respuesta ultranacionalista a la derrota sufrida por los alemanes en la Primera Guerra Mundial, y Adolf Hitler fue uno de los primeros afiliados a ese movimiento.

En febrero de 1920 celebró el partido su primer mitin, cambiando su nombre original por el de Partido Nacionalista Alemán de Trabajadores (NSDAP), tomando Hitler el micrófono para leer los 25 puntos programáticos del renaciente movimiento, basados en el antiliberalismo, nacionalismo y antisemitismo, con intención de seducir al pueblo y llevarlo masivamente a la causa patrocinada por el futuro dictador, que llegó a tener 50.000 afiliados en 1923, llegando a ser el partido más votado en las elecciones de 1932, con 13 millones de papeletas a su favor.

El presidente Hindenburg nombró a Hitler canciller y un año después fue aprobada la Ley Habilitante que le otorgaba poder total para convertir el NSDAP en el único partido parlamentario y legal, creándose poco después la SA como brazo armado del régimen auxiliado por la SS y la Gestapo, como policía secreta del Estado.

Finalmente, fue un día como hoy, el 21 de agosto de 1914, cuando Hitler asumió la presidencia del NSDAP, nombrándose a sí mismo Führer a la muerte del Hindenburg tras presentarse como salvador de la economía ante la depresión, antes de ordenar la muerte de todos los opositores en la Noche de Los Cuchillos Largos y abrir campos de concentración donde encerrar a los enemigos de Alemania y las razas impuras.

LA MUERTE SALIÓ A SU ENCUENTRO

LA MUERTE SALIÓ A SU ENCUENTRO

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Acabo de enterarme casualmente por boca de un amigo, que hoy se cumple el primer aniversario de la muerte de José Luis Martín Vigil y lo primero que se me ocurre es lamentar haber tenido noticia de su fallecimiento un año después de ocurrido éste.

Fue el padre Martín Vigil guía espiritual de quinceañeros extramuros de la tapia, que llegó a mi oscura adolescencia del Infanta, sin él pretenderlo ni saberlo. Y lo fue por su novela “La vida sale al encuentro”, escrita para mozuelos en años de sueños redentores, soledades del alma y liturgias diarias, a la espera de castos y románticos amores con alguna niña que se pareciera a Karin, buscando entre los compañeros del colegio algún amigo tan noble Pancho y anhelando un padre Urcola que sustituyera al cura Esteban.

Crecido ya en cuerpo y madurada el alma, volví en años de sosegada increencia a leer la novela y me reservo la opinión que ya me produjo, porque prefiero conservar intacto el recuerdo adolescente que dejaron sus páginas en mi desorientado espíritu durante los años de internamiento.

No fue sólo a mí, pues su treintena de ediciones ayudaron a miles de jóvenes de varias nacionalidades a salir al encuentro con la vida, cuando los clérigos bombardeaban nuestro cerebro a base de amenazas infernales, el dictador pintaba cacería y naufragios en El Pardo, los maestros nos metían las letras a reglazo limpio y la censura robaba besos de las películas.

No supe más de Martín Vigil hasta que hace unos años lo encontré de nuevo en su “Estación término”, preparándose para el gran viaje que no tardaría en llegar, abandonado por todos y lamiéndose las heridas que en su alma dejaron la homosexualidad que siempre ocultó y las continuas acusaciones de pederastia.

Bestsellerista como ningún escritor de la época a pesar de su mediocridad literaria, nos ha dejado una veintena de novelas, con mérito algunas de ellas de comprometerse con la realidad social que muchos se negaban a ver y otros guardaban en sacristías, redacciones de periódicos y sindicatos verticales.

Quiero pensar, – porque así lo quiero pensar, aunque razón me falte -, que fue un buen hombre capaz de ilusionar a muchos jóvenes en tiempos de sequía, al que la Iglesia y los medios de comunicación condenaron a muerte en vida y ocultaron la desaparición del finado en su bragueta.

“Sólo deseo, – escribió en su testamento -, la cremación y la consiguiente devolución de mis cenizas a la tierra, en la forma más simple, sencilla y menos molesta y onerosa. Pasad, pues, de flores, esquelas, recordatorios y similares. Todo esto es humo. Sólo deseo oraciones. De este modo, sólo me llevo lo que me traje: mi alma.».

LA GENERACIÓN DEL CAMBIO

LA GENERACIÓN DEL CAMBIO

No pretendo robarle a Suárez mérito alguno, ni negarle a muchos políticos de aquel tiempo sus esfuerzos por devolvernos la democracia que nos fue brutalmente arrebatada en 1936. Tampoco voy a reprocharles que hicieran el trabajo a medias, porque lo suyo hubiera sido restaurar la república derrocada por las armas, enviando a la papelera la Ley de Sucesión impuesta por Franco, que tan bien le vino a su sucesor, incondicional y fiel acompañante en palcos, desfiles, plazas de orientes, pardos, pazos e inauguraciones. Pero, al parecer, necesitábamos alguien que nos moderara en aquellos momentos, y ahí sigue inviolable y constitucionalmente irresponsable, protegido por sus colaboradores y medios de comunicación, con blindajes que para ellos quisieran los amigos suyos que han pasado por la trena.

Decía que no era mi intención dejar de aplaudir a Suárez y a los demás, pero quiero reivindicar el compromiso que tuvimos los ciudadanos de mi generación en promover un cambio político imposible de llevar a cabo, si el pueblo no hubiera empujado con fuerza a políticos y periodistas, apostando valientemente por la democracia perdida y poniendo contra las cuerdas a los ultramontanos defensores del régimen franquista.

A los españoles de toda nacionalidad que hicimos posible el cambio se nos pueden reprochar muchas cosas, pero no vamos a tolerar que se nos retire el honor de haber sido los motores de la transición española, la piqueta anónima que echó abajo las estructuras de hormigón armado levantadas por el dictador y la tijera que cortó las ligaduras de todo lo que Franco había pretendido dejar atado y bien atado.

Fue nuestra generación quien abrió de par en par las puertas a una democracia que en nada se parece hoy a la que entonces soñábamos. Fuimos nosotros quienes la hicimos posible con una generosidad, desprendimiento, honradez y tolerancia, ahora desterradas de la vida pública.

Llevamos con orgullo haber sido la generación del cambio, pero lamentamos que muchos de aquellos románticos que compartieron con nosotros sueños de redención, se hayan despojado de la utopía para nutrir sus cuentas corrientes con el sudor de los demás.

Criticábamos el nepotismo y nos duele que los desertores de quimeras hayan hecho del amiguismo oficio y de la corrupción bandera, desterrando la solidaridad al rincón más profundo del olvido.

A los que corrimos delante de los grises, dormimos fuera de casa, hicimos pintadas de madrugada, formamos piquetes y mantuvimos luchas obreras implicando a toda la familia en ello, nos hiere ver a liberados sindicales pisar despachos enmoquetados y  pasearse por la ciudad con sombreros de ala ancha y cachimba en la boca.

Conozco parlamentarios de la transición que sacrificaron parte de su patrimonio para servir a los vecinos, como penoso contraste con los actuales representantes del pueblo que han acumulado rentas millonarias en el sillón según ellos mismos han declarado.

Convertido ya el servicio a la sociedad en beneficio propio, la palabra solidaridad no ha vuelto a ser escrita en el diario de sesiones, pasando a ser la igualdad de oportunidades una simple leyenda en los libros de texto y la exigencia de una democracia real motivo de desprecio en boca de algunos políticos y de burla en determinados medios de comunicación.

Te aquellos luchadores, se mantienen muchos amnésicos en los sillones, otros cambiaron  de chaqueta y proyecto, algunos decepcionados siguen peleando en la tribuna pública ante la sordera general y la mayoría se ha retirado  a los cuarteles de invierno manteniendo intacto el ideario que defendieron, negando voto y saludo a los defraudadores.