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Etiqueta: desigualdad

INJUSTA DESIGUALDAD

INJUSTA DESIGUALDAD

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La vida de los seres humanos es algo así como un gran paréntesis entre la cuna y la tumba, dentro del cual las injustas diferencias existentes desde el nacimiento entre seres de la misma especie es notoria, significativa y determinante de su sus historias personales.

A los desafortunados en el reparto, les queda el triste consuelo de que el citado paréntesis se abre y se cierra con dos acontecimientos vitales que a todos iguala, sin diferencia alguna. El nacimiento nos homologa biológicamente porque todos nacemos de igual forma. Y la democrática muerte nos nivela por la eternidad de eternidades, en un alarde de justicia social distributiva, ajena a las leyes artificiales que benefician descaradamente a los poderosos.

Es obligado hablar de la influencia concluyente que representa la cuna en la vida de las personas en tiempos de fronteras sociales, porque la cuna hace a unos afortunados y desgraciados a otros, sin que los unos hayan hecho méritos para tener una vida de regalo y los otros demérito alguno para ir arrastrándose por el suelo durante toda su vida, salvo que hagan un esfuerzo desproporcionado para salir del túnel por el que no pasaron los favorecidos, procediendo ambos, unos y otros, de la nada.

Quienes despiertan al mundo desprotegidos de los beneficios que la vida concede a otros en el aleatorio privilegio de la cuna, no les queda otra opción que seguir el camino churchilliano empedrado de sangre, sudor y lágrimas, para alcanzar la meta donde los privilegiados llegan en limusina.

Esto ayuda a comprender que quienes viajan a lomos de la fortuna en montura de organza, se nieguen a llevar en sus espaldas a los otros y pretendan mantenerse a horcajadas sobre los privilegios que han heredado sin esfuerzo alguno.

ASIMETRÍAS SOCIALES

ASIMETRÍAS SOCIALES

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La desigualdad es un problema social histórico, generado por las diferentes posibilidades de acceso que tienen las personas a los recursos materiales, económicos, sociales, sanitarios y culturales, por razones de diversa índole, que concluye en un trato desigual y discriminatorio, con notables ventajas para los favorecidos y graves perjuicios para los desafortunados.

Tal situación lleva a la explotación de los oprimidos por parte de una selecta minoría de opresores que concluye con la exclusión social de los primeros y la hegemonía de los segundos, fraccionándose la sociedad en dos grupos antagónicos de diferente composición y militancia, con desiguales oportunidades en la justicia, educación, trabajo, sanidad y bienestar.

La antropología revela que las sociedades paleolíticas eran igualitarias, salvo en tareas diferenciadoras por razones de sexo y edad, no existiendo más disimilitudes adicionales hasta que las especializaciones del neolítico provocaron las primeras asimetrías sociales en el acceso a los bienes naturales, algo que se complicó en las sociedades preestatales, donde se reforzaron y consolidaron las desigualdades sociales entre los seres humanos.

La discriminación derivada de la creciente desigualdad, conduce a obstáculos de la clase dirigente a los dirigidos, para que estos no puedan acceder al privilegiado lugar que ocupan los directores, ni gozar de los mismos beneficios y favores acumulados por la minoría poderosa que tiene reservado el derecho de admisión.

Será difícil desterrar algunas desigualdades, porque la herencia biológica condiciona las alternativas y el cariotipo de cada cual decreta ocasionalmente el futuro. Pero la igualdad ante la ley y la igualdad de oportunidades son irrenunciables para las personas, sea cual fuere su condición, estado, sexo, raza, profesión, edad o capacidad económica, porque todos los hombres hemos sido creados iguales, como proclamaba la Declaración de Independencia de los Estados Unidos del norte.

LA DESIGUALDAD, ANTESALA REVOLUCIONARIA

LA DESIGUALDAD, ANTESALA REVOLUCIONARIA

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Golpeó ayer las pantallas televisivas el inquietante informe de la ONG Oxfam Intermón, reconociendo que 85 personas acumulan el dinero de ¡3.570 millones! de ciudadanos del mundo, es decir, que la mitad de la riqueza mundial está en manos de un pequeño grupo de terrícolas, que no llega al 1 % de los mortales.

Esta mala noticia permite aventurar sin gran esfuerzo mental, que el imparable aumento de la desigualdad en el mundo es la antesala de la futura revolución, sin que los actuales beneficiarios del sistema se den por enterados y continúen sonriendo impasibles en la cubierta de los barcos, sin percibir la goleta que se acerca dispuesta al abordaje, porque los marineros ya están hartos de remar en sus bodegas, mientras ellos toman piña colada al sol, protegidos por leyes, políticos, gendarmes y otros servidores del sistema.

No puede aceptarse que los ingresos y patrimonio de 10 ciudadanos europeos sea mayor que los gastos rescatadores ocasionados por la crisis, ni que en España se haya incrementado la desigualdad entre ricos y pobres en plena catástrofe financiera, donde los buitres y carroñeros han multiplicado su patrimonio a costa de las desgracias ajenas que ellos mismos han provocado en millones de seres humanos.

Es intolerable el mantenimiento de leyes favorables a la minoría de ricos. Inadmisible que se sostenga la desregularización y opacidad financiera de las empresas. Ofensiva la pervivencia de paraísos fiscales. Insultante la reducción de impuestos a las rentas más altas. Indeseable explotación laboral. Ultrajantes los recortes en servicios públicos básicos. Humillantes las presiones de los mercados financieros. Injusta la discriminación jurídica. Inmorales las drásticas medidas de austeridad que están golpeando sin clemencia a los desfavorecidos, inocentes sufridores de una crisis provocada por los corruptos, inversores y especuladores que están llenando sus redes en el río revuelto de la depresión financiera.

Los dirigentes mundiales que van a sentarse en el Foro Económico Mundial de Davos pasado mañana, deben saber que el mantenimiento de la actual situación política, social y económica, promotora de la creciente desigualdad social y económica, conducirá fatalmente a la revolución popular.

HE LEÍDO QUE….

HE LEÍDO QUE….

Reconocer obviedades es tan inútil como pedirle a un político que admita sus errores, por eso evito manifestar mis escasos conocimientos en materia económica, lo cual no me impide asomarme por el ojo de la cerradura para leer opiniones de mentes expertas, que iluminan el camino contrario al que siguen los dirigentes europeos, capitaneados por la señora Merkel.

No sé si será cierto, pero he leído que la crisis mundial es una gran estafa promovida por el terrorismo financiero y la banca mundial, para dejarnos a la intemperie a resto de ciudadanos.

He leído que no se genera riqueza y empleo  disminuyendo el gasto público y los salarios, sino todo lo contrario, como están demostrando los hechos en los últimos años de ajustes.

He leído que existen paraísos fiscales, cuentas opacas, fraude fiscal y rendijas legales por donde se escapan millones de euros de grandes fortunas, quedando al pairo de Hacienda las nóminas oficiales y los desfavorecidos.

He leído que en España no todos han vivido por encima de sus posibilidades, ya que muchos ciudadanos recibieron en los años de bonanza salarios que no les permitían el mínimo despilfarro.

He leído que la OIT ha vaticinado la destrucción del tejido productivo y un incremento desmedido del paro, debido a los planes de austeridad, recortes sociales y privatizaciones de empresa públicas.

He leído que la diferencia salarial hace 20 años entre ejecutivos y trabajadores manuales era de 20 puntos y que en estos momentos de crisis la desigualdad supera los 200 enteros.

He leído que los ricos están haciendo su mayor agosto en esta crisis, mientras que aumenta imparablemente el porcentaje de familias cuyos ingresos no les permiten superar el umbral de la pobreza.

He leído tantas diferencias entre los países nórdicos y España, que la vergüenza me ha impedido seguir leyendo.

¿HUELGA LA HUELGA?

¿HUELGA LA HUELGA?

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Hablaba ayer del nuevo “producto” que están exportando los alemanes intentando sangrar aún más la piel de toro, mientras el selecto grupo de privilegiados se frota las manos en contrabarrera.

Siguiendo la estela marcada por los teutones, reformamos las pensiones incrementando en dos años la edad de jubilación. Y siguiendo la huella germana reformamos en quince días la intocable Constitución para establecer un techo a la deuda pública. Ahora toca poner la alfombra roja para dar paso a los contratos vertedero. Bien.

Se trata simplemente de obedecer órdenes tudescas para alcanzar un falso «milagro» a base de remar con grilletes en galeras para allanar el camino a empresas y empresarios. Hay tres opciones posibles a cual más detestable: trabajar más horas cobrando el mismo dinero, hacer el mismo trabajo pero con menos salario o simplemente aceptar contratos humillantes para reflotar el empleo con lágrimas proletarias. Alentadoras opciones y estimulante futuro para los trabajadores de toda edad y condición.

Contratos basura, trabajos precarios, menor seguridad, mayor desigualdad y explotación dieciochesca que reducirá el paro con peores trabajos, enriquecerá a los de siempre, aumentará las diferencias sociales y multiplicará por diez el individualismo enviando la solidaridad a galeras, al grito de ¡sálvese el que pueda!

Todo ello aderezado con una disminución en cantidad y tiempo de la prestación por desempleo que puede llegar a endurecerse hasta límites insospechados, si tenemos en cuenta que en Alemania al terminar la prestación por desempleo, sólo reciben ayuda los parados por solemnidad. Es decir, los que no tienen nada, pero nada de nada, a los que se paga una modesta pensión de 362 euros, el alquiler de la casa donde viven y la calefacción. El solemne parado que tiene coche o vivienda ha de venderla, y si un pordiosero está en el paro, ve reducida su pensión en función de los “ingresos” que obtiene mendigando en la calle.

En resumen, el milagrero ejemplo alemán consiste en reducir el paro con millones de trabajos de mierda que multiplican las desigualdades sociales. ¿Estamos de acuerdo con ello? Paro o más desigualdad, esa es la cuestión. Ángela ordena, Mariano obedece y el pueblo dirá mañana lo que piensa.

RAZONES DE MIS FIEBRES

RAZONES DE MIS FIEBRES

Ayer, durante una fraternal comida con la familia y amigos que acompañan mis pasos en la vida, alguien de mi sangre me sugirió, con afecto y buen humor, que escribiera algo en este blog sobre la dulce Navidad, en vez de lanzar mis dardos contra el señorito que humilla a los jornaleros, el político que miente a los electores o los conservadores que se oponen a los cambios y el progreso, como si evitar la crítica a tales sujetos y actitudes fuera posible para quien se ha pasado la vida luchando contra todo y contra todos para llegar donde ahora está, sin haber recibido ayuda de nadie, sino zancadillas en el camino.

A quien la orfandad dejó al pairo de la vida en taparrabo, no se le puede pedir que haga oídos sordos a las injustas, falsas y humillantes palabras de un ignorante y multimillonario jinete, cuyo único mérito en la vida se lo ha otorgado la vagina de su madre y las sábanas de Holanda en la cuna de palacio.

A quien se ha ganado solito lo que ahora tiene sin recibir ayuda de nadie, no se le puede pedir que silencie las injusticias laborales, la concesión de favores y la adjudicación de puestos de trabajo a incompetentes declarados, conculcando el precepto legal de mayor capacidad en los aspirantes a plazas en la Administración pública que pagamos entre todos.

A quien ha sentido en sus carnes el mordisco de la arbitraria eliminación en las listas de aspirantes a promoción interna en su trabajo, por desacuerdo ideológico con los selectores, no se le puede pedir que silencie las trampas legales que se ocultan en los concursos de méritos para otorgar las plazas a quienes convienen al partido o al jefe, tan necesitados de aduladores y estómagos agradecidos a su alrededor.

A quien  ha luchado siempre por defender obsesivamente la verdad, detestando visceralmente el cinismo, no se le puede pedir que se trague la indignación que le producen servidores públicos que utilizan cínicamente al pueblo para enriquecerse, sin importarle el bienestar de la comunidad que ha puesto en ellos su confianza.

Permítaseme, pues, que ahora, en la plenitud de mi vida, cuando todo me sonríe, no me olvide que hay en el mundo seres que están pasando por el calvario que yo pasé, sin redención alguna si quienes podemos luchar por ellos no lo hacemos.

Permítaseme denunciar la desigualdad de oportunidades y los privilegios de quienes exhiben como único mérito el patrocinio de su padre, una carta de recomendación o la insignia del partido en la solapa.

Permítaseme gritar contra el vergonzante desprecio a los hambrientos por parte de una sociedad que arroja a los contenedores de basura miles de toneladas de alimentos, mientras otros van quedando en las cunetas al macabro ritmo de tres muertos de hambre por segundo.

Permítaseme anatematizar a una Iglesia Ambrosiana, de capelo y birreta, que pasea sus sandalias con hebillas de oro por las alfombras vaticanas sin oír la voz de los humildes profetas que se están dejando la piel redimiendo una pobreza que a las mitras tanto beneficia.

Permítaseme defender al débil, apostando por la vida que late en el vientre de la madre, dando mi consejo a quien lo solicita y prestando mi voz a los que callan por miedo a los latigazos.

A quien se calentó durante años con un brasero de cisco, se duchó con regaderas en el patio de casa, templó la cama con un ladrillo o una botella de agua y vio pasar ratones por la cocina doméstica mientras cenaba, no se le puede negar el compromiso por defender un vida digna para quienes han tenido la desgracia de nacer en una cuadra sin tener el privilegio de ser el hijo de Dios.