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Etiqueta: demagogia

FRANCISCOMANÍA

FRANCISCOMANÍA

Con la resaca de las palabras del Papa Francisco en la punta de la pluma, el ateo convicto y confeso que firma este artículo abraza al hombre bueno que vio emocionarse contemplando en su mano las cuchillas de una concertina, como si fueran los clavos que apuntalaron en un madero al Cristo que justifica su vida.

Rindo una vez más homenaje al líder sin fisuras ni atisbo de corrupción alguna, paradigma de ética, referente moral, al soñador del amor fraterno y defensor de la igualdad. En una palabra, me declaro firme creyente en los valores humanos que representaba este Papa, convencido que su sincera honestidad, pródiga generosidad, capacidad de sacrificio, vocación de servicio y lucha por la solidaridad, la libertad y la paz, que está llevando a cabo, merecen se imitados y dar vida al mensaje de verdad y esperanza que predica con su ejemplo.

Doloroso contraste con las inmundas cloacas donde nos tienen metidos los redentores de pacotilla, trileros de tribuna y engañabobos que se pasan el día mirándose al espejo y brindando por la canonjía que les espera dentro de unas semanas, cuando se forren de dinero y privilegios en Bruselas o Madrid.

Los valores practicados y defendidos por el jefe católico, nada tienen que ver con las intenciones y compromisos de los polichinelas que pretenden gobernar nuestra vidas, como si fueran proivilegiados extraterrestes con impunidad absoluta por sus acciones, dedicados a predicar y guardar el trigo de los demás en silos privados de su propiedad.

Estamos hartos de sacralizar incompetentes por el saldo de su cuenta corriente. Cansados de aplaudir a incompetentes líderes de pacotilla. Ahítos de escuchar a representantes de la nada. Y saturados de respetar a dirigentes del tres al cuarto que sólo buscan un pesebre donde aposentarse. Por eso hemos de cambiar el “tanto tienes, tanto vales”, por el “tanto vales, tanto tienes”. Y tendremos que decirle a más de uno que no vale nada por mucho que tenga, ni nada vale para tanto como tiene.

A la globalización, cuyo líder es el dinero, Francisco ha opuesto el amor, la paz y la solidaridad, como bienes fundamentales, y muchos ciudadanos del mundo queremos hacerlo nuestro líder y nombrarle guía del común destino de mil doscientos millones de católicos a los que se añaden muchos millones más, como yo, que miran de tejas abajo, pero que comparten su comunitario comunismo.

El mérito del Papa consiste en haber hecho atractiva la honradez; haber dignificado la decencia; haber enaltecido los derechos humanos; y haber consagrado la libertad. Ha sido la voz de los sin voz y el pacifista más revolucionario. Con ese equipaje a la espalda se ha convertido en un referente moral y un modelo a seguir, paradigma de todas las virtudes que han huido de los despachos políticos, financieros y empresariales. En él han cristalizado los valores que hacen más habitable la tierra.

La historia nos dirá si fue un mago de la demagogia, un encantador de ingenuos, un visionario de la fantasía, un embaucador de crédulos, o el líder carismático que ahora muchos creemos que es. Confiemos que otras religiones, asociaciones pacifistas, ONGs. y el resto de organizaciones solidarias, nos den más líderes morales, porque en las urnas no vamos a encontrarlos.

¿DEMAGOGIA, SEÑOR DIPUTADO?

¿DEMAGOGIA, SEÑOR DIPUTADO?

Paro

En un momento de enajenación mental transitoria, tan frecuente en ciertos políticos, uno de ellos ha declarado que es demagógico hablar de millones de parados porque todo el mundo sabe que no es cierto debido al trabajo negro que la encubre, añadiendo que nadie se come los puños de hambre en este país, lo cual es cierto porque no es posible llegar con los dientes a esa articulación.

Si él y los que con él mueven los hilos de las marionetas que deambulan por la piel de toro, dicen que «España va bien», será que tienen razones para negar una realidad que hace daño a la vista. Pero querríamos que este visionario nos respondiera a una pregunta, al hilo de sus declaraciones sobre la demagogia que existe con el paro en su país, que casualmente es el nuestro, para que mire hacia donde está verdaderamente el engaño.

¿Es demagógico decir que con el dinero despilfarrado en obras faraónicas paralizadas; con los euros que gastamos en el inoperante cementerio de elefantes que representan el Senado y las innecesarias Diputaciones; con el dinero robado a las instituciones por los corruptos y con los eurazos entregados a las Cajas de Ahorro junto a multimillonarias indemnizaciones a los cajeros y pensiones vitalicias otorgadas por ellos mismos, se hubieran evitado todos los injustos recortes en sanidad, educación, justicia y dependencia?

Demagogia es lo que usted hace, señor diputado, con un cinismo que espanta incluso a los propios depredadores que comparten con usted mantel.

POPULGOGIA

POPULGOGIA

a copia

La falta de concreción académica sobre el término “populismo”, ausente del diccionario elaborado por los responsables de dar brillo a nuestra lengua, propicia que políticos y sociólogos utilicen esa palabra con demagógico significado para insultar a los oponentes, sin percibir que ellos forman parte del lote, contraviniendo el criterio de evitar que lo definido entre en la definición.

Eliminamos, pues, la vertiente positiva del populismo como movimiento político que pretende otorgar el poder democrático al pueblo, en contra de la selecta élite dominante, llamada con desprecio “casta política” por los populares populistas, y ponemos la atención en la cara negativa del populismo, por ser esta la acepción más comúnmente empleada.

De todas las definiciones no académicas que se atribuyen a la voz “populismo”, la que más se acerca al sentir mayoritario de los vecinos, es la aportada por el profesor, escritor, académico y político liberal canadiense Michael Grant Ignatieff, diciendo que populismo es “denunciar problemas reales proponiendo falsas soluciones”.

Algo que se acerca mucho a la demagogia, como degeneración democrática, consistente en que los políticos ofrecen soluciones al pueblo sin intención de hacerlas posibles, para ganar el voto ciudadano con el único fin de obtener el poder, algo que nos permite unir ambos términos en una sola voz que llamaremos populgogia.

Quedando definida por nosotros así: “Actitud política que pretende lograr el favor del pueblo engañándole con falsas promesas, consiguiendo que confiados, crédulos e ingenuos ciudadanos entreguen sus votos a los populgógicos sabiendo que estos no cumplirán sus promesas”

MUJICA

MUJICA

Mujica

Recién llegado del periplo hispano-luso me puse frente al televisor y tuve la sensación de retornar a un mundo al que no pertenecía, oyendo hablar a un extraterrestre político sobre todo aquello que anhelo para mi país sin encontrarlo, por más que busco entre escaños rojos, azules, rosados y azulados.

Un antiguo dirigente izquierdista tupamaro, que practicó la guerrilla urbana en Uruguay siendo demonizado por las fuerzas dominantes del país que ahora preside, nos dio una lección de gobierno, honradez y servicio público, sentado en un humilde sillón de la casa donde habita desde hace décadas, renunciando al palacio presidencial.

Comprobar su testimonio incondicional de cuarenta años entregado a conquistar las libertades y el bienestar de su pueblo, lo convierten en un político deseado por nosotros. Oírle exigir honradez intelectual a los gobernantes le convierte en paradigma a seguir. Y verle entregar a los necesitados el 90 % del sueldo presidencial que recibe, provoca rebeldía en el ánimo de quienes habitamos un país enfermo de abuso, mentira, estafa y corrupción.

Un presidente que vive como la mayoría de sus vecinos, renunciando al lujo y servidumbre de palacio, merece respeto y gratitud por su ejemplo. Alguien que declara prostituida la palabra austeridad en Europa porque utilizándola como bandera salvadora de unos pocos, deja a millones de ciudadanos al pairo de la vida, es un testimonio de compromiso con el pueblo que debían seguir los dirigentes europeos.

Después de oír a Mujica, pasaron por la pantalla los políticos que deciden sobre nuestras vidas y no tuve otra opción que apagar instintivamente la televisión indignado, molesto y frustrado por el cemento armado que conforma sus rostros, la vacuidad de sus palabras, la falsedad de sus promesas y la demagogia de sus gestos.

GOBERNAR

GOBERNAR

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Gobernar no es tanto imponer y mandar, como guiar y llevar al pueblo de la mano hacia un futuro mejor, después que éste haya depositado su confianza en los vecinos que se ofrecen a dirigir sus vidas, presumiendo de tener la brújula que conduce a la prosperidad, el bienestar y la paz, con entendimiento, cordura y generosidad.

Gobernar es servir a la verdad evitando engaños masivos, falsas promesas, respuestas inoportunas, guiños cómplices, frases prefabricadas, órdenes de mando, consignas inaceptables, filas prietas y decisiones interesadas a favor de cuentas corrientes propias.

Gobernar exige cautela, imaginación, prudencia, verdad, sabiduría, transparencia, humildad, talento, respeto y una gran vocación de servicio público que pide renuncia a beneficios propios y sacrificio personal, compensado con el afecto de los gobernados, la gratitud de los vecinos, el reconocimiento de la historia y la presencia duradera en la memoria colectiva del pueblo y las generaciones futuras.

Gobernar es avanzar manteniendo lo que deba conservarse; promover una sociedad justa donde cada cual reciba aquello que le corresponde; proteger la salud, mejorar la educación, preservar la libertad y evitar el desempleo a golpes de crecimiento.

Para gobernar no se necesita carisma, ni buena imagen artificial, ni poses en bandolera, ni aplausos enlatados, ni seriedad de porcelana, ni secretismo oficial, ni paternalismo popular, ni sonrisas de conejo, ni demagogia populista, ni plantas trepadoras, ni peldaños humanos para pisar a los demás en el ascenso.

DESCRÉDITO POLÍTICO

DESCRÉDITO POLÍTICO

Unknown

Es tan grande la desconfianza del pueblo en los políticos, que son pocos los ciudadanos que conceden el mínimo crédito a sus palabras, hartos ya de mentiras, incumplimientos, demagogia, trampas y fraudes electorales. La reputación social y la autoridad moral de los dirigentes políticos está más desprestigiada que las promesas de borrachos y trileros, aunque mantengan el inmerecido poder de las urnas.

No son los desahucios, ni los suicidios, ni los abusos, ni las estafas, ni los incumplimientos, lo más grave que está pasando en el país, siendo todo ello muy grave. Tampoco lo es la impunidad de los corruptos, ni la institucionalización de la mentira, ni la basura que se esconde en las alfombras reales, ni el putrefacto olor que despiden los despachos oficiales. Lo más grave que está sucediendo es la pérdida de conciencia sobre lo que está pasando por la rutinización de hechos corruptivos y la desconfianza generalizada en las instituciones, en la clase política y, más allá de todo esto, en la degenerada democracia que imponen pseudócratas de pacotilla.

Los casos de corrupción en las postrimerías del felipismo enviaron a su líder a las tinieblas porque 9.716.006 ciudadanos confiaron en que la alternativa Popular al gobierno de González salvaría al país del lodazal en que fue hundido por los fondos reservados, los GAL, los rubios, los juanesguerras, los roldanes, y otros sinvergüenzas de similar calaña, que tanto daño hicieron al socialismo y al país.

Pero hoy las cosas han cambiado a peor porque muchos ciudadanos ya no confían en los partidos, ni en esta democracia, ni en las elecciones, ni en la monarquía, ni en los políticos, como refleja el hecho de que en las últimas elecciones, la abstención, el voto en blanco y el nulo fue del 30,97 %, siendo 10.561.756 los ciudadanos que optaron por la protesta con su inhibición, muy cercanos a los 10.830.693 votos que dieron la mayoría absoluta al Partido Popular.

Es presumible que en las próximas elecciones gane por mayoría absoluta la indignación, el descontento y la desconfianza, sin que los políticos estén haciendo nada por evitarlo.

¡ A POR ELLOS !

¡ A POR ELLOS !

Cuando los ciudadanos no se sienten representados por los representantes que han elegido para que les representen, y las leyes promulgadas por los seudorepresentantes populares se utilizan para cerrar la boca a los hipotéticos representados ante las injusticias que éstos padecen, no queda otra opción que desterrar a los falsarios y anular las leyes que condenan al pueblo al silencio ante el abuso, engaño y la demagogia institucionalizada.

Es hora de hacer efectivo el grito futbolero “¡a por elloooos, oeeee!” y lanzarnos contra nuestros padres políticos, por putativos que sean, haciendo grandes sentadas diarias ante las barricadas que defiendes ciudadanos de uniforme, protegiendo a los depredadores del propio destino que espera a los defensores de los engominados perversores democráticos.

A muchos de estos no les basta con llevarse los sueldazos que se llevan por gandulear en los despachos parlamentarios. A la mayoría les parecen escasos los complementos económicos que ingresan en sus cuentas corrientes por bostezar en los escaños. Gran parte de ellos no tienen bastante con los privilegios sociales que reciben por holgazanear entre alfombras y tapices, dormir en hoteles de lujo, tomar copas de madrugada y pagar caprichos con Visas de platino-iridio. Tampoco les satisface plenamente ser abanicados por asistentes, llevados  en volandas por chóferes y ser protegidos por ciudadanos con placa en el bolsillo.

Su descaro, falta de vergüenza, nula ejemplaridad y falso testimonio, les lleva a pluriemplearse  para obtener varios sueldos, en un país con cinco millones de parados y 1.700 familias sin tener un mendrugo de pan que llevarse a la boca porque todos sus miembros están en el dique seco del paro.

La Comisión del Estatuto del Diputado, o sea, ellos mismos, han autorizado 76 compatibilidades a parlamentarios: 27 para ejercer la abogacía, 13 para la docencia y 19 para dirigir sus empresas o participar en sociedades de las que son accionistas. Por otro lado, 7 diputados pueden además compatibilizar el escaño con el cargo de consejero de alguna caja de ahorro; 4 ejercen la medicina privada y varios tienen permiso para trabajar como editores, ingenieros técnicos industriales e incluso farmacéuticos. Finalmente, 71  de ellos son alcaldes o concejales, obligados por ley a optar por un sueldo, pero si eligen el de diputado pueden cobrar dietas de las corporaciones locales. El resumen es que el 80 % de ellos está pluriempleado, por el descontento que tienen con el cargo institucional, ya que se aburren en él por falta de tareas y necesitan entretenerse con otros trabajos, incrementando el patrimonio con sueldos extraparlamentarios.

¡Aconjonate, indignante, humillante, insultante, vergonzante, repelente y asqueante!