Navegando por
Etiqueta: cortijo

PREGUNTAS SUELTAS

PREGUNTAS SUELTAS

Hay preguntas escatológicas sin respuesta, y preguntas que no vale la pena responder.  También circulan preguntas innecesarias por la obviedad de su respuesta, y preguntas sueltas, que van de mano en mano por los mentideros de pueblos y ciudades, dando cabezazos contra las paredes sin que nadie se preocupe de ellas, como estas:

¿Por qué existe tanto empeño en salvar un sistema que está hundiendo a la gran mayoría de ciudadanos, sin buscar alternativas que liberen a futuras generaciones de los quebrantos que nosotros estamos padeciendo?

¿Quién sabe la manera de frenar el ataque inmisericorde y brutal que se está llevando a cabo contra las pequeñas economías domésticas y los servicios públicos fundamentales como la sanidad, la educación y la justicia?

¿Hasta cuándo va a mantener el Gobierno el visor de campaña en los inocentes ciudadanos, asalariados, funcionarios y parados, desviando su mirada de los responsables que pasean en yate por la costa tras haber arruinado las Cajas?

¿Cómo puede agilizarse la justicia para evitar que corruptos, ladrones y sinvergüenzas lleguen al descanso eterno sin haber pasado algunas noches de insomnio en las cárceles al ver sus arcas vacías por devolución del dinero robado?

¿Cuándo dejaremos de ver sentados en sillones oficiales de Instituciones públicas a tantos zánganos, chupópteros, depredadores, incompetentes, cínicos y gandules, apropiándose de un cortijo que no les pertenece?

¿A qué espera el pueblo para alzarse contra la hipocresía de un sistema antidemocrático que empapela las ciudades con seductores carteles y proclamas de valores democráticos, masacrados por los estafadores que se benefician de la farsa?

REYEZUELOS

REYEZUELOS

Ayer noche limpiamos bien los zapatos antes de ponerlos junto a la copita de licor y los dulces, para que la magia oriental dejara sobre ellos algunos regalos materiales, complacientes de pequeñas ambiciones inservibles, junto a crampones para subir la cuesta de enero que irá empinándose progresivamente a lo largo de todo el año 2012.

La ventaja de los reyes simbólicos sobre los privilegiados monarcas palaciegos, es que con su magia hacen regentes por una noche a todos los ciudadanos desengañados de credos infantiles. Pero lo malo de esta ilusoria concesión pasajera es que algunos seres humanos se la creen de verdad y prolongan su absolutismo más allá de esa mágica noche, convirtiéndose en reyezuelos de tres al cuarto, acostumbrados a mantener su pie sobre las personas que tienen bajo la suela del zapato, sin darse cuenta que la adicción al poder nunca podrá compensar su incompetencia congénita.

Estos reyezuelos representan la undécima plaga que la ira divina nos ha enviado, sabiendo que no tenemos a mano un moisés que nos libere de la tupida red de abuso que han trenzado sobre nosotros, infiltrando en el tejido social una contagiosa epidemia caracterizada por la presencia de taifas similares a quistes malignos imposibles de extirpar con las técnicas socioquirúrgicas actuales.

Se caracterizan estos soberanos sintéticos por hacer de su capa un sayo; de sus empleados, siervos; de su poder, doctrina; de su palabra, dogma; y del espacio que administran, su cortijo. Lectores empedernidos de una letrilla satírica quevediana, gustan de poner becerros dorados en los altares que custodian con minas antipersonas y misiles de largo alcance, para evitar que alguien le pegue un martillazo a su repleta hucha de barro cuando ellos deambulen insomnes por el valle de josaphat, hartos de sufrir desprecios en el recuerdo, y profanaciones en su tumba.

Vestidos de paisano, estos reyezuelos apenas son visibles por la calle, pero cuando se calzan las botas con espuelas y tacones sobreelevados, ejercen su apariencia de superhombres golpeando la dignidad de los subordinados. Marcan su territorio con orines, como hacen los perros. En camiseta y pantalón corto, dan pena. Sentados en el inodoro suscitan hilaridad. Pero cuando se ajustan la corbata, provocan miedo.

Debéis saber que estos profesionales del abuso y la demagogia utilizan un lenguaje propio y vocabulario menguado, porque su diccionario sólo tiene órdenes y exigencias. Infestan parlamentos, sedes episcopales, ayuntamientos, entidades bancarias, consejos de administración y gobiernos autonómicos. Y tienen grandes imitadores en las oficinas públicas, empresas, consultorios, juzgados, cuarteles, colegios y hogares, donde imponen su real voluntad a los claudicantes. Herederos directos de ziríes, tuyibíes y abadíes, intimidan al vecindario y compran la voluntad de los rebeldes con platos de lentejas o forzando sus intenciones con flechas envenenadas sobre el talón de quienes pisan la sombra que proyecta en el suelo el papiro o la fronda que refresca su rostro y el de los aduladores, ajenos al dolor y la miseria que les rodea.

Por eso, querido lector, este año voy a pedirle a Baltasar que se ocupe algo más de sus hermanos de raza. Especialmente de los que tiritan de frío cuando abandonan las pateras; de los que tienen que beber agua contaminada de las charcas para sobremorir; de los condenados a muerte por el maldito sida; de los niños que son un preciado alimento para las moscas; de los que se quedan insertados en las alambradas; de los que se hacinan en un centímetro cuadrado de superficie; y de los bienaventurados que lloran porque su hambre y sed de justicia amenaza con no saciarlos nunca.

Se lo tenemos que pedir a su majestad ante la pasividad de la Iglesia, más preocupada por blanquear su sepulcro, que por tapar rendijas en las chabolas. Y es que anda la jerarquía eclesiástica muy ocupada en administrar el oro; aromatizar con mirra las pancartas; y ahumar con incienso los despachos de quienes no merecen sus absoluciones penitenciales.

CONDUCTORES MATONES

CONDUCTORES MATONES

Las ciudades no serían lo que son si los coches dejaran de rodar por sus calles. Los decibelios dañarían menos los tímpanos, los pulmones estarían sonrosados, habría más espacios verdes purificando el aire, se reduciría la crispación vial, habría más camas libres en los hospitales, se ahorraría consumo energético y viviríamos algunos años más.
Pero como esto no es posible, habrá que intentar hacer más amables las ciudades desterrando de ellas a los conductones, es decir a los conductores matones que van campando por la ciudad como si fuera un cortijo de su propiedad.

El problema no está en los necesarios vehículos a motor, sino en los sujetos que se acomodan detrás del volante, a caballo en una moto o sobre el sillín de una bicicleta. Si, también sobre los biciclos, porque últimamente los velocipedistas van despendolados por aceras y zonas peatonales, llevándose por delante lo bueno y malo que encuentran a su paso.

En todas las ciudades existen ejemplares de raza humana que van por las rúas atropellando los derechos de los demás con total impunidad y, en algunos casos, hasta con arrogancia impropia de personas supuestamente civilizadas. Galopan desbocados por las calles, ignorando semáforos y aparcando los vehículos donde se les antoja, aunque interrumpan el tráfico o bloqueen pasos de peatones, porque el aparcamiento en doble fila es el deporte preferido de muchos ¿ciudadanos?

Estos matones, que se mueven por la ciudad perdonando la vida al resto de los mortales y abusando de la buena voluntad de sus conciudadanos, no merecen consideración alguna. Los perdonavidas que se divierten desafiando a los demás en las rotondas aprovechándose de la buena educación de la mayoría, han de ser desterrados a selvas donde se disputen el espacio entre ellos como manada salvaje.

Tengo amigos especialmente educados mientras se sostienen sobre sus zapatos, que se transforman en seres desconocidos cuando se ponen al volante de su automóvil. Representan el ejemplo más claro que conozco de la transformación que sufría el Dr. Yekil cuando Mr. Hide tomaba las riendas de su vida.

 

 

 

 

 

El mal conductor es, fundamentalmente, irrespetuoso, egoísta e insolidario. Piensa sólo en él mismo sin tener en cuenta el quebranto que puede ocasionar a los demás con sus acciones. Campa por sus respetos de un sitio para otro de la ciudad sin reparar en nadie ni en nada, como si circulara por su finca de recreo. Además, algunos de estos pendencieros deben tener atrofias musculares en sus extremidades inferiores que les impiden caminar unos metros siquiera, porque pretenden entrar con el coche allá donde vayan, sean instituciones, entidades, comercios o bares.

Debemos proponer a todos los alcaldes la construcción de unas rampas de entrada en tales dependencias, que permitan a estos enfermos acercarse con sus motores de explosión hasta las ventanillas y mostradores, para evitarles quebrantos físicos irreparables.