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NO SOMOS, CADA CUAL ES

NO SOMOS, CADA CUAL ES

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Dicen que los españoles somos como somos, aunque nadie sepa como somos, y algunos se atrevan a decir que somos un cóctel de diferentes personalidades definido por la mezcla de arriesgadas características parciales, que algunos defienden sin razón alguna porque nadie es algo fuera de sí mismo, como persona única que cada cual es.

La estupidización general de quienes pertenecen al numeroso grupo de los chascarrilleros y clasifiqueros, adjudica vicios a los distintos pueblos que se distribuyen por la piel de toro, sin tener razón en lo que dicen, porque siempre habrá personas en cada comarca dispuestas a demostrar lo contrario.

Dicen estos adivinos de mente blanca que los andaluces son mentirosos y fuleros; los catalanes, interesados y peseteros; vulgares y toscos, los levantinos; a los aragoneses les toca la cabezonería y tozudez; torpones y vagos los extremeños; siendo los castellanos secos y siniestros; los isleños independientes y reservados; distantes y quejosos los vascos; y para lo gallegos queda la desconfianza y la morriña.

Nada de esto es cierto fuera de la equívoca y gratuita generalización de quienes realizan tales juicios de valor con desatino, pues todos conocemos vascos cercanos, catalanes generosos, aragoneses flexibles, castellanos abiertos, andaluces sinceros, levantinos refinados, gallegos sedentarios, isleños hospitalarios y extremeños trabajadores.

Quiere esto decir que ser español – y más aún, persona – depende de cada cual y no de la zona geográfica donde habita, por mucho empeño que pusiera Salvador de Madariaga en atribuir a los españoles como vicio capital la envidia, ya que muchos compatriotas no la practican ni forma parte de su vida.

Los españoles, como el resto de los humanos, no somos de ninguna forma de ser que permita encasillarnos sin caer en el error, porque cada ser humano es especie única e irrepetible, por mucho que algunos pretendan encasillarnos con el fin de meternos a todos en el mismo cesto.

NOLT HONORABLE PUJOL

NOLT HONORABLE PUJOL

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Es molt honorable la persona de honor que acredita destacadas cualidades morales, cumple sus obligaciones con los vecinos, es ejemplo de virtud y muestra honrado comportamiento que le distingue y hace merecedor de ser respetado, dignificado, homenajeado y acatado. Pero quien defrauda, miente, estafa, hace trampas y abusa de poder, no merece tal distinción, título y reconocimiento público.

Confiesa dolorido el patriarca de la saga Pujol que tiene dinero sin regularizar fuera de España desde el año 1980, ocultado al mismo tiempo los euros que ha tenido escondidos durante 34 años, porque no encontró “el momento oportuno de hacerlo”, a pesar de las tres amnistías fiscales habidas desde entonces, cometiendo vulgar insulto a la ciudadanía que el señor Mas se encargará de tapar activando la cortina de humo independentista.

El cinismo de Pujol querellándose con El Mundo cuando dio la noticia facilitada por la UDEF, le llevó a decir que se trataba de una “falsa campaña de desprestigio familiar”, adquiriendo su declaración del viernes pasado patéticos síntomas de contaminación borbónica, al solicitar un indulto popular que no merece quien asegura que España roba a Cataluña, cuando la zorra está en el gallinero, al ser este acusador el primer estafador del pueblo catalán.

Viendo las andanzas de Pujol, de sus descendientes y de los compañeros políticos, no queda otra opción que recordar las palabras del presidente Maragall en el Parlamento catalán, cuando le advirtió públicamente en 2005 al hoy honorable Mas que el problema de la organización política capitaneada por Jordi se llamaba “tres por ciento”- luego se demostraría que era el 4 % – pellizco exigido a las empresas durante los veinte años de dominio pujolista.

Es necesario que el pueblo catalán despierte del hipnótico señuelo independentista y comience a limpiar debajo de las alfombras toda la mierda escondida durante décadas de gobierno convergente, porque de no hacerlo muchos pensarán que la sociedad padece una grave patología moral sometida a quiméricas aspiraciones y ficticios problemas, envolviéndose en la señera y convirtiendo a los sinvergüenzas en mártires de una causa insolidaria que no les beneficia, provocada por los hijos naturales y políticos de un victimista estafador.

 

LA SONRISA DE ARTUR MAS

LA SONRISA DE ARTUR MAS

Hay personas con sonrisa permanente que inspiran confianza, producen bienestar, reparten humor y provocan nuevas sonrisas. Pero hay muecas parecidas a sonrisas que pueden confundir a los ingenuos, seducidos por el visaje de un tahúr que no se guarda las cartas en la manga, sino detrás de una inquietante sonrisa.

Al primer grupo pertenecen todos los amigos que tengo en Cataluña y el resto de catalanes que se esfuerzan cada día por hacer grande su país, a pesar de los políticos que dirigen sus destinos, como don Artur Mas, cuyo eterno estiramiento de labios forma parte del segundo grupo de aspavientos, dejando claro que nada queda claro detrás de la sonrisa, porque sus arqueadas cejas la contradicen y su mirada no presagia nada bueno.

La sonrisa de Artur Mas nos recuerda al detestable profesor que esbozaba ese mismo gesto antes de castigarnos; al capitán de la compañía que sonreía de igual forma cuando nos arrestaba en el cuarto de banderas; y al trilero que se ríe de los incautos antes de timarlos y dejarlos sin un duro en el bolsillo.

La permanente sonrisa de Artur Mas inspira más dudas que seguridades; alienta más incertidumbres que certezas; produce más desconfianza que verdad; genera más inquietud que templanza; origina más recelo que confianza; provoca más sospechas que evidencias; y suscita el miedo propio de quien tiene poder sin talento para ejercerlo.

Esto deben pensar el 1.653.409 de catalanes ganadores de las elecciones, aunque la sonrisa de Artur Mas los desprecie sin olimpismo alguno por formar parte del olvidado colectivo de ciudadanos que militan en la abstención y el voto en blanco, nunca tenidos en cuenta en los procesos electorales.