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LA MANO DE RIPOFABRA

LA MANO DE RIPOFABRA

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Con objeto de evitar sobresaltos que puedan dañar corazones alterados por la suerte que durante tantos años viene acompañando a Carlos Fabra con la lotería, advierto de una mastodóntica escultura de 24 metros de altura que se ha levantado en la rotonda de acceso al inoperante aeropuerto de Castellón, que en nada se parece a Fabra como dice su creador Juan Ripollés, aunque todos los mortales vean en ella la enorme cabeza del personaje y su aguileña nariz.

Aunque perdiera un ojo accidentalmente jugando de pequeño con unas tijeras, el señor Fabra nunca perdió el buen ojo para elegir bien los billetes de lotería, recortando con las malditas tijeras muchas serviles voluntades.

Este personaje, calificado por Rajoy como “ciudadano ejemplar”, se encuentra imputado por delitos de tráfico de influencias, cohecho y delito fiscal, lo cual no contradice la calificación del actual presidente del Gobierno, porque también entre los ciudadanos delincuentes existe ejemplaridad que otros imitan para realizar sus fechorías, pues no es lo mismo ser ciudadano ejemplar como especie animal, que ejemplo de ciudadano como paradigma de buen comportamiento social.

Pero lo inquietante del esperpento no es que se hayan pagado por la escultura más de 300.000 euros con la que nos está cayendo encima, ni que con ella se pretenda rendir tributo a un personaje encausado por la justicia. Lo verdaderamente turbador es que la obra tenga una mano abierta con la palma hacia arriba solicitando una ayuda como hacen los menesterosos cuando piden limosna.

TIPOS DE DINERO

TIPOS DE DINERO

Conviene no confundir “tipos de billetes” con “tipos de dinero”. Los primeros dan color y forma al papel moneda cuando éste sale de las planchas de impresión tintado con diferentes colores para facilitar su identificación. En cambio, los segundos pasan a cuentas corrientes a través de oscuros pasadizos hasta acabar entrando en casa por la gatera.

Llega este dinero hasta los millonarios sinvergüenzas a través del narcotráfico, contrabando de armas, corrupción, desfalcos, robos, fraude fiscal, crímenes, prostitución, malversación, extorsión, secuestro, trabajo ilegal, piratería y terrorismo.

Hay un “dinero negro”, muy negro, tan negro que se llama negro porque añade a su negación de color, la falta de honestidad. Se trata de dinero escondido, que se mantiene oculto, sin transparencia pública, opaco a toda mirada y fuera de control, en manos de sujetos defraudadores, insolidarios y tramposos.

Primo hermano del anterior, por parte de padre y madre, es el “dinero B”, tan familiar en las pequeñas transacciones mercantiles de menor cuantía, aunque a veces se le inflaman las glándulas estafadoríparas adquiriendo un tamaño impropio de su edad.

Peor es aún el “dinero narcótico” procedente de la amapola asiática, la kuka andina, el cannabis o la tía maría africana, pues añade a la condición negrera el sabor ácido del limón exprimido en una cuchara, el tabique nasal de platino o el librillo de papel de fumar.

Procede el «dinero rojo» de sangre derramada con armas clandestinas en detestables guerras, condenadas masacres y despreciables crímenes provocados por sicarios y matarifes sin escrúpulos ni conciencia.

El «dinero sucio» llega a los bolsillos de los barrenderos políticos por vía de la corrupción, malversación o robo descarado de quienes meten impunemente la mano en la caja común.

No se llama “dinero lavado” al que ha pasado por la lavandería, sino al procedente de las administraciones que tiene la Lotería y Apuestas del Estado en Castellón de la Plana y otras ciudades  tan generosas con los afortunados dirigentes políticos locales.

IMPUNIDAD DE LOS CULPABLES

IMPUNIDAD DE LOS CULPABLES

Cuando los cuartos de vuelta a la economía doméstica se están convirtiendo cada viernes en vueltas enteras, se hace difícil comprender, y más imposible aceptar, la impunidad que disfrutan los responsables de la situación, por mucho que quieran convencernos de lo contrario, pontificando desde aterciopelados sillones políticos y enmoquetados consejos de administración.

Ahorrar no es sólo evitar gastos y apretar el cinturón a los demás, sino gastar bien el dinero de todos. Quienes han tirado con pólvora ajena sobre objetivos megalomaniáticos,  tienen que pagar por ello aunque la ley no facilite la tarea, el amiguismo lo impida y el miedo a perder el pesebre cierre la boca a los denunciantes de las trampas.

¿Quiénes fueron los responsables del aeropuerto fantasma de Lérida y del peatonal de Castellón,  que costaron 82 y 200 millones de euros?

¿Dónde están los iluminados que gastaron 400 millones de euros en unas inoperantes obras de la Ciudad de la Cultura gallega?

¿Qué hacer con los “artistas” que implantaron en Alcorcón la inservible Ciudad del Circo aportando 120 millones de euros vecinales?

¿Cuándo van a ser castigados los responsables de la ruinosa Ciudad de la Luz, L’Ágora, los veloces circuitos urbanos y Terra Mítica?

¿Sigue por ahí el responsable de haber gastado lujosamente en las obras del Palacio de San Telmo la cantidad de 60 millones de euros?

¿Tiene algo que decirnos el dirigente político que dilapidó 90 millones de euros en el puerto de Laredo, donde no hay un solo barco en los amarres?

¿Qué alcalde ha dejado empeñados a los madrileños con 6.891 millones de euros hasta el año 2040 en que habrán pagado 10.406 millones de euros?

No vale la pena seguir, pero debemos saber que muchos de estos personajes  nos gobiernan todavía. Otros están bien acomodados en sillones donde el sudor ajeno nutre sus cuentas corrientes. Y la mayoría de los despilfarradores mantienen privilegiados sueldos mientras nos exigen austeridad, sacrificio y pobreza a los demás.

ECONOSUYA

ECONOSUYA

Viendo las escenas de apaleamiento policial a jóvenes valencianos por demandar tonterías como calefacción en las aulas y tiza en la pizarras, – mientras Fabra y Camps siguen pisando moquetas públicas y ocupando sillones oficiales de tercipelo -, tomo papel, lápiz y calculadora para hacer cuentas sobre la econosuya de estos líderes democráticos. Sólo dos gastos, ya que para muestra vale con un botón y dos ojales.

Quiero preguntar a los votantes populares del país valenciano si prefieren disfrutar paseando por un aeropuerto inservible y aplaudir carreras de Fórmula-I o tener cubiertas necesidades básicas elementales. Y se lo pregunto por si se les ocurre acercarse a los colegios electorales para meter su papeleta en las urnas  en  próximas elecciones.

Supongo que todos los ciudadanos levantinos saben que ellos pagaron 180 millones de euros por el aeropuerto de Castellón y 244 millones por las siete carreras de Fórmula-I que allí se celebraron. Pero lo que tal vez no sepan es que con esos 424 millones de euros se podían haber construido 7.000 viviendas de protección oficial de 100 metros cuadrados útiles, cada una. O que hubieran levantado 40 hospitales con servicios fundamentales para atender a 20000 habitantes; o 100 residencias para albergar a 120 mayores de 65 años, cada una; o 170 colegios de Primaria para 675 alumnos; o 90 Institutos de Secundaria con ESO, Bachillerato y Ciclos para 1500 alumnos cada uno; o que hubieran repartido 200.000 becas de ayuda compensatoria para familias necesitadas; o que hubieran creado 70 centros de investigación y desarrollo en comunicaciones, por ejemplo.

Si alguien quiere seguir haciendo cuentas, les recuerdo que otros 120 millones se fueron por las alcantarillas de la trama de basura y urbanismo en Alicante; 40 millones en la empresa de depuración de valenciana; 30 millones en la visita del Papa; 15 millones en la maqueta de Calatrava; ¿sigo con el parque de atracciones, los estudios de cine, la Ciudad de las Artes, etc?

Digo esto por si los levantinos quieren tenerlo en cuenta dentro de unos años cuando tengan que elegir a sus representantes y administradores públicos. Estas son las cuentas, y no otras. Esta es la realidad, y no los cantos de sirena que ahora entonan quienes les piden sangre, sudor y lágrimas.