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Etiqueta: cartas

GRACIAS A TODOS

GRACIAS A TODOS

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A los amigos de este Itinerario de Vida, quiero darles las gracias por ofrecerme la oportunidad de hablar con ellos todos los días, pues sin su visita cotidiana a esta casa virtual que ya les pertenece, yo hubiera cerrado sus puertas hace tiempo y puesto en almoneda todas sus páginas.

Hoy, jueves 12 de marzo de 2015 en el calendario gregoriano, se cumplen cuatro años de aquel lejano día en que abrí esta ventana al mundo, recogiendo el guante que me tendieron personas muy queridas por mí, aceptando el reto, consciente de que no pasaría de los primeros pasos si nadie me siguiera en la hermosa caminata que ese día emprendí

Hoy sigo manteniendo lo que dije al entregaros la llave de esta casa, afirmando que todos mis artículos serían cartas con destino a todos vosotros, escritas con alma sincera humedeciendo la pluma en el corazón y dejando volar los sentimientos donde el viento decida llevarlos, porque navegan sin rumbo fijo ni paradero establecido de antemano.

Cambia la forma, el estilo, la extensión o el argumento, pero todas ellas son cartas personales a cada uno de los lectores, aunque muchos de quienes reciben estos correos epistolares sean desconocidos para mí y no acusen recibo de las noticias que llegan cada día a su pantalla virtual.

Han sido 1311 cartas, todas ellas escritas con la esperanza cumplida de fomentar la hermandad entre todos los que han recorrido este itinerario vital junto a mí, a quienes agradezco su compañía, la amistad ofrecida, el afecto guardado y la fortaleza que me dan para sentarme cada madrugada a conversar con ellos.

Aquí permaneceré expresando por derecho y sin titubeos mis pensamientos y sentimientos, mientras la salud no me falte, el ánimo está conmigo, la inspiración me acompañe, el tiempo lo permita, los lectores se complazcan y la falta de visitas me obligue a tomar la puerta de salida.

NO LLEGAN CARTAS

NO LLEGAN CARTAS

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Entre los placeres que he ido abandonando en el camino a lo largo de la vida hay uno que estoy dispuesto a recobrar, aunque sé que mi deseo jamás se verá convertido en realidad debido a cosas de aquí y de allá, empujadas a la inmediatez exigida en este tiempo que ha transformado la diligencia en celeridad.

Entre e-mails, mensajes y watsappes, he perdido el sosiego, el tiempo y la palabra, quedándome apenas el recuerdo de lo que durante varias décadas ocupó un espacio privilegiado en mi vida, al cual estuvieron sometidos otros quehaceres y placeres menos importantes que verter sentimientos sobre el papel, comentar mis avatares y preguntar por la vida de las personas queridas.

Me refiero a tomar un folio en blanco, encender una vela, poner música de preferencia y comenzar a escribir a mano una carta de amor, de dolor, de alegría, de apoyo o de solidaridad, a quien con anhelo espera nuestras noticias.

Junto al lago de Zurich dejé abandonado mi epistolario y no he vuelto a recuperarlo, a pesar de los esfuerzos realizados para ello, pero conservo como un tesoro las últimas cartas recibidas, lamentando no guardar copia de las enviadas por mí.

Cartas espontáneas, brotadas del corazón con toda la fuerza de verdad que tienen los sentimientos. Desaliños de amor, frescura de sonrisa y confidencias a corazón abierto. Documentos privados de entrañable valor, epístolas comprometidas con lo dicho en ellas porque eran manuscritos avalados por la verdad.

En las cartas llegaban las noticias con olores del remitente y sabores de nostalgia a cuanto se deseaba tener y nunca llegaría a poseerse, ni recrearse de nuevo. Duende había en la doblez de la hoja que hacía presentir la mejor fortuna, sin que la desventura del olvido pudiera hacer algo para borrar de la memoria los recuerdos que reportaba al remitente.

Esto se me ocurre contar a los amigos de este blog desde mi Varykino, después de leer algunas de las cartas que conservo, remitidas por familiares, amigos, alumnos y dos compañeros de viaje que ya nos han abandonado, resucitando a la vida en mi recuerdo al ver su letra en el papel cuadriculado.

DIARIO DE UNA JOVEN SECRETARIA

DIARIO DE UNA JOVEN SECRETARIA

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Dándole forma literaria como diario apócrifo, os cuento la historia real de unos hechos sucedidos en plena crisis y cercano despacho, que nos devuelven a tiempos no lejanos de siervos, pernadas, abusos y amenazas  para complacer falos insatisfechos, sometiendo voluntades y quebrando dignidades, a cambio de supervivencia.

Primer día: Llego a mi nuevo empleo como administrativa a las ocho de la mañana, respondo a treinta cartas, resumo cinco informes, preparo dos balances y salgo una hora más tarde.

Segundo día: Don Antonio, mi jefe, debe ser buena gente. He llegado a las ocho y media y no me ha llamado la atención por el retraso. He respondido a veinte cartas.

Tercer día: Me he retrasado otra vez. Respondo a quince cartas y resumo tres informes. Don Antonio se ha ofrecido para ayudarme en todo lo que necesite.

Cuarto día: He llegado a las nueve, redactado diez cartas y preparado dos balances, además don Antonio me ha dicho que necesita una secretaria particular.

Quinto día: He llegado a las nueve y media, y al final de la jornada el jefe me ha ordenado que a partir de mañana pase a trabajar todos los días en su despacho.

 Sexto día: He llegado a las diez y no he tenido que hacer balances ni informes. Don Antonio me ha comentado que tengo un nombre muy bonito y buen gusto para vestir.

Séptimo día: Sólo he tenido que responder a cinco cartas y me ha sonrojado el jefe diciéndome que estaba muy guapa, poniendo una flor sobre mi mesa.

Octavo día: Hoy no he tenido cartas que contestar ni informes que resumir. He estado casi toda la mañana hablando con don Antonio y me ha pedido que le llame Tony.

Noveno día: A partir de hoy sólo debo contestar al teléfono porque Concha se encargará de todo lo demás. Al acabar he tomado con Tony una bebida muy rara en un pub.

Décimo día: Tony me ha invitado a cenar esta noche en su apartamento y se ha enfadado conmigo por negarme a ir, alegando que no me gusta y que estoy feliz con mi chico.

Undécimo día: El jefe no es tan simpático como me creía. Hoy no me ha hablado, he contestado a veinte cartas, redactado cinco informes y salido dos horas tarde.

Duodécimo día: He llegado a las nueve al despacho y me ha reñido por el retraso, antes de advertirme que está pensando cambiar de secretaria particular.

Decimotercer día: Hoy he currado como una mula y realizado el trabajo de Concha, pero don Antonio me ha dicho que no le parezco muy adecuada para el puesto de trabajo.

Decimocuarto día:  Tony ha estado toda la cena supersimpático y su apartamento huele a azufre.