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Etiqueta: carroza

ALTERNATIVA COMO ESPECTADOR

ALTERNATIVA COMO ESPECTADOR

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Invitado por tres conocidos y populares amigos salmantinos, acudí ayer con ellos por primera vez a una plaza de toros, ocupando la contrabarrera que teníamos reservada en plaza de toros de Ledesma, para recibir mi bautismo taurino de la sabia mano de estos grandes aficionados.

La impresión de este neófito es que el espectáculo tiene colorido, sabor a polvo en la lucha mantenida por un trágico muñeco contra la fuerza bruta a ritmo de pasodoble, y complacencia de humanidad espesa que jalea con pañuelos blancos al comisario, censurando con silbidos su escasa generosidad hacia los toreros.

Desfile en carroza de chiquillas coronadas con gesto tímido hasta ser liberadas por los damos con ramos de flores entre aplausos; peñas de jóvenes jaleando el espectáculo; y un cantaor silenciando la centenaria plaza ledesmina con tres coplas a los toreros, a modo de saetas procesionales andaluzas.

Oyendo las explicaciones de mis anfitriones sobre la trágica ceremonia que presenciábamos, no puedo negar al valor ritual de la misma, ni la riqueza de vocabulario que la acompaña, ni la entrega del variado público, ni el juego democrático de la petición de oreja, aunque el presidente tenga la última palabra en esta diversión pentacentenaria.

Y en medio del espectáculo, un golpe de glamour con la presencia del modelo de Loewe y Armani rodando por el suelo en una embestida que alarmó a la condesa de Bornos y Grande España, tras aceptar sonriente el brindis de otro torero entre los silbidos y abucheos de buena parte del público, que Esperanza Aguirre no tomó en cuenta, como si las quejas del respetable fueran para sus vecinos de contrabarrera y la cogida de Cayetano un asunto de menor importancia.

¡Ah!, los que tengan buen ojo pueden vernos a los cuatro en la foto de este digital salmantino, como testimonio de verdad, aunque amigos escépticos no acaben de creérselo.

PRIMER LÍMITE DE VELOCIDAD

PRIMER LÍMITE DE VELOCIDAD

Unknown

El abandono de carrozas y diligencias de caballos en beneficio de los vehículos a motor no fue fácil y tuvo sus reticencias, porque en los inicios de la mecanización vial explotó la caldera de un vehículo con motor a vapor, matando a cinco viajeros y dejando malheridos a otros tantos, obligando a las autoridades a restringir la velocidad de aquellos artilugios autopropulsados.

Sabiendo los británicos que las balas y los vehículos eran inofensivos por ellos mismos, y que su capacidad para matar estaba en la velocidad que llevaban los proyectiles y coches, decidió su Parlamento reducir a mínimos la aceleración de los coches, aprobando el 5 de julio de 1865 la primera ley que limitaba la velocidad de circulación de las vaporosas y pavorosas máquinas, por la izquierda de sus carreteras.

Ley restrictiva, severa y sancionadora, que impedía a los británicos circular con sus vehículos a más velocidad de los 6 kilómetros por hora autorizados por la norma legal  parlamentaria, una vez contabilizado el número de víctimas ocasionado por la circulación vial en sus rutas.

No contentos con la restricción de velocidad, obligaron a que corriera delante del vehículo una persona agitando una bandera roja para alertar a los peatones del grave peligro que se avecinaba, manteniendo esta exigencia durante años, con grave perjuicio para la recién llegada industria automovilística de combustión interna, que sufrió un parón recordado con dolor por las empresas del sector.

Esto llevó a un retraso industrial que fue aprovechado por empresas viales francesas, alemanas y estadounidenses, adelantándose en progreso, beneficios y servicios a los británicos, hasta el punto de provocar un gran enfado en el científico Thomas Alva Edison, que reprochó a los británicos tal medida, teniendo tan buenos ingenieros y carreteras, no aprovechados debido a pacatos prejuicios inexplicables que les llevaron a la cola de industria automovilística.