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Etiqueta: Cánovas del Castillo

HIPOCRESÍA LEGALIZADA

HIPOCRESÍA LEGALIZADA

esclavitud

Es costumbre de gobiernos y parlamentos legalizar la hipocresía, es decir, hacer lo contrario a lo legislado por ellos mismos, con objeto de lavar públicamente su imagen, haciendo ver que se realiza algo diferente a lo que realmente se hace, con un cinismo propio de raza degenerada.

Esto sucedió con la abolición de la esclavitud en España, – es decir, en la España peninsular, claro – porque en la de ultramar se mantuvo el esclavismo, dejando patente la doble moral de los gobernantes españoles regentados por la corrupta María Cristina de Borbón, que prohibió tener esclavos en la península para contentar a Europa, permitiendo a los ricos españoles cubanos tener cuantos esclavos quisieran en la isla caribeña.

Los amigos de la viuda de Fernando VII el Felón y mamá de la ninfómana Isabel II, se dedicaban al tráfico de esclavos obteniendo en tal comercio extraordinarios beneficios que debían mantenerse, para que el negocio de los parientes y amigos siguiera viento en popa a toda vela, engordando sus arcones y huchas con ducados ennegrecidos con la piel de los esclavos, mientras los países europeos miraban para la ley peninsular, porque sus prismáticos políticos no llegaban a las colonias allende los mares.

En ese detestable tráfico de esclavos, forjaron inmensas fortunas los políticos, nobles, militares y gobernadores de la época, sin que los gobiernos conservadores movieran un dedo para evitar tales desmanes, porque a muchos de ellos les tocaba directamente en sus particulares bolsillos.

Recordemos, por ejemplo, que el conservador, misericordioso y restaurador Cánovas del Castillo, llegó a decir en un momento de lucidez, que las personas de raza negra eran perezosas, salvajes e inclinadas a actuar mal, por lo que era obligado conducirlas con autoridad y firmeza si se quería obtener algo de ellas.

UN REY POR LOS GARITOS

UN REY POR LOS GARITOS

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Empujado por Cánovas del Castillo, el general Martínez Campos dio en Sagunto un golpe de mano para sentar en el trono de España al hijo de la promiscua Isabel – a la sazón bisabuelo del actual rey de España -, que lució corona con el nombre de Alfonso XII desde 1874 hasta el 25 de noviembre de 1885 en que una mala tuberculosis que se llevó por delante con 27 años de edad.

Al poco de sentarse en la sillón real, el monarca inició sus aventuras amorosas con la cantante Adela Borghi, con tal empeño que Cánovas del Castillo pidió al gobernador de Madrid que pusiera a la contralto en un tren y no apartara su vista de ella hasta que dejara de verla en el horizonte.

Acompañado por la “banda de palacio”, el rey Alfonso pasaba la noche de garito en garito y de mesón en mesón, todos ellos deslucidos, donde las meretrices rebajaban precios por sus servicios, y los juegos de naipes desplumaban al personal, preocupando a los cortesanos las andanzas reales, hasta el punto de pedirle estabilizar su vida emocional con un matrimonio que sosegara al monarca.

Accedió a ello don Alfonso casándose con su prima María de las Mercedes, – esa de la  película y la copla -, pidiendo a cambio reanudar sus relaciones íntimas con la cantante Elena Sanz, que la madre Isabel concedió, dándole la coplista dos hijos no reconocidos por razones de Estado, mientras disfrazaba el lecho nupcial de fidelidad los cinco años que compartió cama con la prima, hasta que Mercedes murió.

El segundo matrimonio del rey fue con María Cristina de Habsburgo con quien tuvo dos hijas: María de las Mercedes y María Teresa, dejando en el vientre de su esposa al futuro rey Alfonso XIII, abuelo de Juan Carlos, que nacería cuando el suplantado por Vicente Parra ya había muerto, haciendo llorar a España entera ante las pantallas de cine.